Por Antonio González Vázquez
Ayer ocurrió algo muy significativo en San Luis Potosí: la sociedad venció a los políticos.
Y de paso, venció al poder público a ese poder arrogante, sobrado y soberbio que de continuo se burla de todos.
Mientras que en el salón de plenos del Congreso del Estado se expresaba un abrumador repudio a los diputados, en palacio municipal el cabildo rescindía el contrato signado entre ayuntamiento y Panavi.
Fue la ciudadanía la que logró dar un golpe contundente a los políticos corruptos que venían actuando con plena impunidad, protegiéndose unos a otros.
En efecto, lo sucedido ayer es trascendente porque demuestra que cuando los ciudadanos dejan la indiferencia y se suman a la indignación, es dable poner freno al abuso y al exceso
La gente le ganó a Ricardo Gallardo Juárez y le ganó a la empresa Panavi, la gente le ganó una red de diputados corruptos que, actuando como mafia, extorsionaban y chantajeaban.
La gente le ganó a la otra mafia de la Auditoría Superior del Estado, fue la presión social la que obligó a la renuncia de servidores públicos deshonestos, la gente logró que los diputados del moche pidieran licencia y se fueran como el perro con la cola entre las patas.
Este despertar de la gente se da en el 25 aniversario de la muerte de Salvador Nava Martínez, el principal civilista que ha tenido San Luis Potosí.
Por eso es significativo lo de ayer, la gente sobre un edil al que se le pudrió el negocio y una legislatura que de tanta pena que da, más valiera que se fueran todos.
Si han de reponerse las auditorías a todos los entes públicos del estado, no es por una concesión de la legislatura sino el triunfo de una ciudadanía exigente que desde el primer momento demandó rechazar los informes de cuenta que dejó el nocivo Jesús Martínez Loredo.
Y porque la gente sabe que aun no es suficiente, seguirá presionando hasta lograr que Manuel Barrera Guillén también abandone la legislatura. El del Verde es quizás el más cínico y desvergonzado: “yo me quedo…así me cueste la vida”. No se podría esperar otra cosa de un diputado que metió a la nómina de la Auditoría Superior a su padre y que para ocultar su mediocridad, se las da de crítico y de intelectual de la ecología.
La gente lo abrazó ayer a punta de abucheos e insultos porque eso es lo que se merece aunque él crea que lo que se merece es un trono bañado en oro.
Pero lo de ayer ha sido una victoria de la gente, de organismos civiles y gremiales, de ciudadanos en lo individual, de colectivos, de mucha gente que se ofendió ante los excesos de una clase política tan rapaz como indolente.
Fue un buen día para la gente, pero bien visto, apenas empieza la lucha contra los políticos corruptos que, aunque ahora todos se digan bien portados y se digan ser un alma de dios, en los hechos no dejan de ser iguales todos.
Y por cierto, ¿quién es Sandra Sánchez Ruiz?
A ver si ya va aclarando ese caso el presidente municipal.