Por Antonio González Vázquez
Para intentar remontar el escándalo de corrupción que destapó la Ecuación de Corrupción, será fundamental que la Auditoría Superior del Estado jamás vuelva a emitir informes de auditoría que sean un certificado oficial de “mejor alcalde del mundo” para nadie.
La imagen de la institución ha quedado tan deteriorada que para recuperar cierta confianza y credibilidad se requiere de acciones y decisiones del todo ejemplares.
El socavón al que Jesús Martínez Loredo y sus cómplices llevaron a la institución es muy profundo y no se puede salir de éste con más simulación. A la Auditoría le urge dar ejemplo de que merece la confianza de la sociedad.
En esa tarea, el Congreso del Estado tiene una intervención trascendental toda vez que le corresponde iniciar el proceso de elección del nuevo auditor. Ese nuevo funcionario tendrá como primera responsabilidad hacer que sean la honestidad, la verdad y el apego a la ley lo que motive la actuación de la ASE y ya no la trampa y la corrupción.
Eso que pareciera ser una tarea con vistas al mediano y largo plazo en realidad no lo es, sino que dadas las circunstancias, deberá traer resultados lo más pronto posible. Para no ir más lejos, junto con la actual administración provisional bajo encargo de despacho, enfrentarán la urgencia de reponer los procedimientos de auditoría correspondientes al 2016 que se cayeron con la Ecuación de Corrupción.
Es decir, hay mucho trabajo y poco tiempo para hacer las cosas y hacerlas bien, sin una mancha de nada.
Esta semana se emitirá la convocatoria para el proceso de elección del nuevo auditor y se espera que en ese caso, la sociedad tenga participación y que los diputados se abstengan de distorsionar dicho proceso con su permanente tentación a torcer todo.
Una vez que se inicie esto, las baterías tendrán que dirigirse a la reposición de las auditorías puesto que no se deberán empatar con el mismo procedimiento correspondiente a las cuentas públicas 2017.
Lo primero es dilucidar toda duda posible sobre las auditorías 2016. La prueba de fuego en ese sentido, es el ayuntamiento de San Luis Potosí. La administración de Ricardo Gallardo Juárez tiene tantos hoyos que ningún auditor profesional y comprometido los podrá pasar por alto.
De hecho, el informe final más vergonzante que redacto la ASE en la administración de Jesús Martínez es el relacionado a la cuenta pública gallardista. Como bien apunta Eduardo Martínez Benavente, el documento es un informe de labores, un informe con números, no una auditoría.
Se puede afirmar que Martínez Loredo no autorizó una auditoría en todo el sentido de la palabra y que se limitó a aceptar lo que la autoridad municipal le dio, no revisó ni analizó nada.
Por eso, en el afán de recuperar la certidumbre en los trabajos fiscalizadores de la ASE es necesario que las cuentas 2016 y 2017 se pongan a revisión exhaustiva y rigurosa, es decir, una revisión profesional y honesta.
Si lo que queda vivo de la ASE y la nueva administración que sea electa ofrecen una reposición inobjetable de las cuentas, es probable que se pueda ir remontando el desdoro de la Ecuación de Corrupción.
Falta ver si hay voluntad para ello.