¿Carreras o Gallardo? ¿Quién ganará?

Por Eduardo José Alvarado Isunza

Esta última semana el gobernador Juan Manuel Carreras llevó apoyos a familias en condiciones de precariedad de la comunidad de Milpillas, perteneciente a la Capital potosina. Estuvo acompañado de su esposa Lorena Valle Rodríguez, así como por ejecutivos y jugadores del Club de Futbol Atlético de San Luis, según dio cuenta el comunicado distribuido por su oficina de Comunicación Social.

Aunque dicho evento carece de importancia y podría haberse perdido entre infinidad de comunicados propagandísticos que a diario distribuyen esas oficinas y son publicados por periódicos y portales informativos, este mismo afán de difundir un hecho trivial y la movilización de personajes del futbol profesional a esa comunidad revela una estrategia y quizás una preocupación del mandatario.

Carrreras está obligado a ganar las elecciones constitucionales que se realizarán dentro de unos meses. En particular está obligado a obtener una mayoría de diputados que le sean leales en el Congreso del Estado. No nada más para demostrar que es él quien manda en esta entidad potosina, sino para controlar el Poder Legislativo y más adelante obtener impunidad y capacidad de negociación.

Esa Cámara le ha sido problemática en términos de gobernabilidad a consecuencia del comportamiento de un grupo de diputados relacionados con el anterior grupo en el poder, cuyas cabezas son el ex gobernador Fernando Toranzo Fernández y su ex secretario general de gobierno y actual diputado federal, Cándido Ochoa Rojas. Dentro de ese grupo forman parte diputados de todas las fracciones, incluidos los gallardistas; como el mismo Gallardo en efecto lo es.

Dado que el actual jefe del Ejecutivo se encontró con un Congreso dominado por el anterior gobernador y por su secretario general, que hacía funciones de vicegobernador, se vio obligado a negociar en forma incómoda y a veces hasta fue humillado por algunos de ellos. Recordemos cuando el diputado Alejandro Segovia dijo del gobernador “le faltan huevos” (sic); o cuando otros apoyaron la petición de Gallardo de incrementar en 200 millones de pesos el pago a Panavi por recambio de tecnología de iluminación en la Capital.

Entre los asuntos de enorme importancia que deberá tratar la siguiente Legislatura del Estado se encuentra la aprobación de las cuentas públicas del gobernador y, con ello, garantizar impunidad judicial después de su gestión y cuando se vea obligado a dedicarse a la vida privada y a sus negocios, como la Universidad IDEP. Esta impunidad podría lograrla sólo con un Congreso cuya mayoría sea controlada por él, a partir de la lealtad de sus integrantes.

Para lograr ese objetivo, Carreras deberá enfrentarse en los próximos comicios  a Ricardo Gallardo Juárez, quien en este momento ya es considerado como uno de los personajes más poderosos de la entidad potosina y a quien incluso el mismo mandatario supuestamente debería su triunfo en las elecciones de 2015. Entonces el perredista se habría visto obligado a movilizar a sus fuerzas en colonias obrero-populares de la zona metropolitana para votar a favor del entonces candidato priista. A cambio obtendría perdón y libertad para su hijo, Ricardo Gallardo Cardona, encarcelado en una prisión de Sonora por desvío de recursos públicos y lavado de dinero.

En los últimos tres años, Gallardo habría fortalecido su fuerza en la zona metropolitana y además la habría extendido hacia numerosos municipios en las zonas Centro, Altiplano y Huasteca. Junto a eso, en estos días ha logrado coagular una alianza con grupos del PAN, como parte del pacto que dio lugar a la coalición “Por México al Frente”, cuyo candidato a la presidencia de la república es Ricardo Anaya. Entre PRD, PAN y MC presentarían a 27 candidatos comunes a presidentes y cabildos en el Estado.

Carreras enfrentará no sólo a Gallardo, sino a ese frente partidista en las elecciones; y está obligado a derrotarlo. No sólo por la razón expuesta en párrafos anteriores, sino porque de perder la mayoría de distritos locales y presidencias municipales se convertiría en un gobernador decorativo. Si bien, el Ejecutivo controla infinidad de grupos, empresas y ciudadanos por los grandes caudales de dinero que conduce hacia obras, adquisiciones y programas, el eje del poder se trasladaría hacia Gallardo, quien estaría gobernando el Estado a tres años de concluir el actual régimen.

El gobernador deberá concentrar en las siguientes semanas todos sus recursos en el objetivo de triunfar en las votaciones constitucionales para renovación de ayuntamientos y Congreso del Estado, así como de los representantes potosinos al Congreso de la Unión. En particular, recuperar la Capital para el PRI. Deberá demostrar con resultados objetivos que es un auténtico mariscal y que su capacidad es superior a la de Gallardo y a la del grupo que lo convirtió en el personaje político que ahora es.

Por eso, la visita de Carreras y su esposa esta semana pasada a la comunidad de Milpillas, acompañado por ejecutivos y jugadores del Club Atlético de San Luis, en donde entregó cobijas, balones y dulces para “paliar la miseria” de familias hundidas en la pobreza más desesperante, acompañada de promoción mediática, revelaría el interés del mandatario por granjearse el voto para sus candidatos en las zonas obrero, populares y campesinas de la zona metropolitana, gobernada por Gallardo.

En esta campaña el gobernador rema contracorriente, pues a partir del pésimo y criminal desempeño de las últimas dos administraciones priistas en la Capital, encabezadas por Victoria Labastida Aguirre y Mario García Valdez, así como de consecutivos triunfos electorales del gallardismo, da impresión de que Gallardo y su alianza ganarán en los comicios.

De ahí, la pregunta de cuantas personas interesadas en la cuestión política nos hacemos es: ¿Quién ganará? ¿Gallardo o Carreras? Una pregunta cuya respuesta causa pánico e insomnio a muchas personas, incluido el propio gobernador.

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