Por Antonio González Vázquez
Cuando Ricardo Gallardo Juárez asumió el cargo de alcalde de la capital, la percepción de inseguridad era de 69.2 por ciento. Dos años y tres meses después, esa percepción llegó a 88.2 por ciento.
En lo que va de la administración de Gallardo, el sentimiento de inseguridad de los capitalinos aumentó 19 por ciento.
El dato es abrumador y lapidario a la vez para un ayuntamiento que ha sido incapaz de brindar seguridad a los habitantes de la ciudad.
La última Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana del Instituto Nacional de Estadística Geografía e Informática es demoledora: de cada cien habitantes de la ciudad, 88.2 se sienten inseguros.
Y no es para menos, en distintas ocasiones, el gobernador Juan Manuel Carreras López ha dicho que hasta el 75 por ciento del total de delitos de toda la entidad se cometen en la capital y su vecina, Soledad de Graciano Sánchez.
De manera mensual, el INEGI levanta la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana en cincuenta ciudades de todo el país. La única ciudad que entra en esa medición en el caso de San Luis, es la capital.
Desde que la gallardía gobierna la capital, en cada evaluación mensual se incrementa la percepción de inseguridad.
Si bien el gravísimo problema de la inseguridad corresponde enfrentarlo a los tres órdenes de gobierno, pareciera que es el mando policíaco el que permanentemente está ausente. Esto no deja de significar una alta irresponsabilidad, misma que se ejemplifica con el hecho de que ni siquiera hay director formal de la policía municipal, sino apenas un encargado de despacho.
La ausencia o de plano, el desinterés de la autoridad municipal en el caso de la seguridad pública, se refleja en el otro gran indicador de esa encuesta del INEGI: apenas el 26 por ciento de la población cree que son efectivas las acciones municipales en la problemática de la inseguridad.
Con todo y eso, Gallardo va por la reelección y probablemente lo haga con la bendición y apoyo de sus nuevos aliados de Acción Nacional.
Bien se dice que cada pueblo tiene el gobierno (y a los políticos y partidos) que se merece.