Por Eduardo José Alvarado Isunza
Según se difundió en páginas digitales, el Cártel del Noreste (CDN) distribuyó —a través de canales no identificados— un mensaje en donde se ha deslindado del ataque dirigido en contra de Jacobo Payán Latuf, cometido esta última semana. En ese mensaje este Cártel identifica a funcionarios del aparato judicial del Estado como responsables del incendio que causó la destrucción en forma total del restaurante La Cabaña de Pecos, propiedad del empresario que en forma inexplicable y sorprendente pasó de vender semillas en canastos a ser uno de los hombres más ricos de San Luis Potosí.
Aunque las autoridades judiciales y el propio dueño del negocio ya han declarado que el fuego que redujo a carbón toda esa instalación fue ocasionado por un corto circuito en una cafetera, existen otros elementos, supuestamente hallados en el escenario del incidente, que reducen la credibilidad de esa versión. Dichos elementos son dos mensajes dejados en el sitio por los supuestos autores del ataque, a decir de quienes distribuyeron los gráficos correspondientes en redes sociales y replicados en portales informativos.
En uno de ellos se dice: “Ponte en la bola Payán: CDN” (sic). Un segundo mensaje es más abundante en su contenido y en él se advierte al empresario sobre nuevos ataques o asaltos a negocios de su propiedad, como los restaurantes La Parroquia y Pacífico, además de las gasolineras Red, entre otros. Este último mensaje también es dirigido a los empresarios Valladares, propietarios de los periódicos Pulso y San Luis Hoy. Además se advierte que será derribado un denominado “pájaro volador”, con cuya expresión quizá se refieren sus autores al helicóptero de Seguridad Pública que ha volado sobre la ciudad en las últimas semanas.
Acerca de estos dos mensajes las autoridades no han hecho declaraciones. Nada más se han conformado con desmentir que el incendio haya sido causado en forma intencional, quizá por medio de una lluvia de cocteles molotov lanzada por un grupo delictivo. Con esa estrategia se busca recuperar algo de la confianza entre ciudadanos, sobre todo empresarios, que ahora se encuentran temerosos de ser víctimas de actividades criminales, como extorsión, secuestro y asesinato, a consecuencia del fracaso en materia de seguridad pública y de la actividad de organizaciones delictivas en la región.
Como se mencionó en el inicio de este artículo, al parecer el Cártel del Noreste que se identificaría con las siglas CDN y escisión del temible Cártel de Los Zetas, ya se habría deslindado del posible ataque incendiario a una propiedad del muy acaudalado Payán, propietario —además de los negocios ya enlistados— de la franquicia de futbol Atlético de San Luis (que ahora explota en renta con dueños del Atlético de Madrid), así como de una acerera, un agroparque en los límites de SLP con Guanajuato, el restaurante La Posada del Virrey y los hoteles Filher y Panorama.
A decir de este nuevo mensaje, dado a conocer en páginas digitales, autores del ataque serían funcionarios del aparato judicial y de seguridad del propio Gobierno del Estado. ¿Por qué querrían esos funcionarios dirigir un ataque de tal dimensión en contra de un empresario con tan inmensa fortuna e influencia como Payán? ¿Sería sólo para extorsionarlo o tendrían otros motivos?
Hace unos meses Payán hizo una sorpresiva aparición, que causó ampollas y controversias, del brazo del presidente municipal Ricardo Gallardo Juárez. Fue en el histórico monumento de la Caja del Agua, justo el sitio más simbólico de San Luis Potosí. Payán fue presentado ahí como una especie de mecenas, cuyo corazón sería tan generoso y en su interior palpitaría un sentimiento tan humano, que ninguna objeción tendría en donar una pequeña porción de su faraónica —y misteriosa— fortuna en beneficio de su pueblo. En esa fecha, fue presentado por Gallardo como el empresario que pagaría con su dinero la reparación del monumento, deteriorado por años de abandono e irresponsabilidad de personajes anodinos y ambiciosos.
En septiembre de 2017 Payán también se declaró perredista y dijo haber sido invitado como candidato a alguno de los cargos de elección constitucional que se disputarán este año de 2018. Aunque no identificó a quien lo habría invitado a ese negocio que se antoja fabuloso, su aparición junto a Gallardo en la Caja del Agua reveló que fue el jefe de esta poderosa corriente perredista quien lo habría hecho.
Los orígenes de los negocios de Payán datan de las décadas de los 70 y 80 con el negocio del contrabando de mercancías, conocido entre la población como “fayuqueo”, por decir lo menos delicado, y la obtención ilícita de generosos préstamos sin suficiente respaldo en activos de entidades financieras, como Bancomer, gracias a su relación con grupos y personajes priístas, como los finados Alfonso Lastras Ramírez y Juan Antonio Ledezma. Sin embargo, su voracidad lo llevó a convertirse en panista en el ascenso político de Marcelo de los Santos Fraga.
A pesar de su habilidosa y disciplinada estrategia de granjearse siempre la generosidad del gobernador en turno para dar certeza a sus negocios y seguir acumulando dinero hasta el infinito, Payán se presentó con aquella estampa de la Caja del Agua y con su declaración como alejado del actual mandatario Juan Manuel Carreras e incluso como su adversario.
La intención del autor de Los Jefes no es culpar al titular del Ejecutivo del posible ataque al restaurante La Cabaña de Pecos, célebre por sus bisteces, a consecuencia de aquella postura del empresario y a partir del objetivo de quebrar la alianza entre dos poderosos multimillonarios, como son Payán y Gallardo, de frente a las elecciones constitucionales. Antes hemos dicho que ese proceso de renovación del poder es particularmente importante para Carreras y debe asegurar tanto una mayoría de diputados en el Congreso con aliados y amigos suyos, como de diputados federales y al menos un banco de los dos de SLP en el Senado de la República, además de presidencias municipales, incluidas la Capital y el vecino Soledad. No hacerlo así lo reducirá a ser un gobernador de papel.
Por eso, se antoja deliciosa como hipótesis y como tema pensar que el autor del atentado que redujo al carbón a La Cabaña de Pecos no fue el CDN, sino fue el propio Estado, como deliciosas eran las parrilladas del restaurante de Don Jacobo.