Antonio González Vázquez
Pareciera que la campaña presidencial empezó hace meses, pero en realidad arrancó ayer. La totalidad de las encuestas que desde hace al menos un año se han levantado en el país dicen que si hoy fueran las elecciones, Andrés Manuel López Obrador ganaría con amplitud.
Pero a decir verdad, las campañas presidenciales tienen horas de haber arrancado y son éstas las que definen al ganador.
Es decir, la campaña es la que gana. No solo hay que tener un buen candidato, hay que hacer una gran campaña.
En San Luis Potosí, no hay diferencia de lo que ocurre en la república; MORENA y López Obrador van muy adelante, tan adelante que hasta parece extraño que en una entidad de ascendencia conservadora esté ocurriendo eso, pero así es.
No obstante, San Luis Potosí no es de las entidades donde ese partido cuente con estructura electoral suficiente y sólida. Los cuadros dirigentes y militantes son tan nuevos como el partido y por tanto, carecen de experiencia efectiva, lo cual, sin duda, representa una desventaja ante el PRI y el PAN.
Ante esa debilidad, el partido de López Obrador dedicó todo el tiempo y mucho esfuerzo a levantar una estructura de organización estatal que hace tres años prácticamente no existía.
Evidentemente que la estructura electoral a partir de colonias, comunidades y secciones electorales dista mucho de causar temor frente al dinosaurio tricolor o ante la capacidad organizativa del PAN e incluso del PRD.
A pesar de eso, se puede anticipar que MORENA tendrá representantes en las más de 3 mil 400 casillas electorales. No será sencillo ir por un fraude; habrá quien cuide las casillas.
Puede ser que el propio López Obrador no tenga a San Luis Potosí como una entidad que pueda ganar, pero lo que sí tiene seguro es que le dará muchos votos.
De otro lado, José Antonio Meade y el PRI tienen en San Luis un estado con potencial de triunfo. La maquinaria electoral ya no es tan eficiente como antes, pero da todavía para sacar adelante una presidencial.
El gobernador Juan Manuel Carreras sabe que no puede ni debe fallar. Es su responsabilidad que Meade gane en San Luis, de eso depende que la segunda parte de su sexenio de al menos algo de qué hablar.
Para el caso de Ricardo Anaya, de manera incauta, el panista se puso en manos del clan Gallardo. Entre el PAN, PRD y MC se pensaría que hay una organización electoral robusta, pero en realidad no es así.
Los Gallardos han visto menguada su popularidad a fuerza de escándalos de presunta corrupción e ineficiencia administrativa, mientras que el PAN se encuentra notoriamente dividido lo que terminará por cobrar factura a un Anaya que en San Luis, sin pensarlo dos veces, se puso en manos de políticos impresentables.
Noventa días de campañas. Ya vendrán a San Luis Potosí a decir y prometer; entonces se verá su músculo, por lo pronto, las campañas presidenciales ya empezaron.
A ver hasta dónde llegan los salpicones de lodo.