Gallardía empresarial

Por Victoriano Martínez

Ricardo Gallardo Juárez no es un personaje de ideas, mucho menos de ideales.

Los valores democráticos le importan poco, y este jueves dio una muestra más de ello: rechazó participar en el debate que organiza el Consejo Estatal Electoral y de Participación Ciudadana.

Su campaña por la reelección resulta una prolongación de la campaña que inició desde que tomó protesta como alcalde el 1 de octubre de 2015. Como alcalde, fueron dádivas a cambio de apoyo incondicional. Como candidato a la reelección, en sus mítines, pide el voto para poder entregar una mayor variedad de dádivas.

Ricardo Gallardo Juárez no atrae por sus ideales, mucho menos por sus proyectos en favor de la ciudad y de la comunidad en general, porque en treinta meses nunca se vieron. Dádivas y pavimentaciones en pedacerías no preparan a San Luis Potosí para el futuro.

El alcalde con licencia atrae porque ha mercantilizado la política. Despensas, mochilas, garrafones de agua purificada, tortillas, cobijas y demás, financiados con recursos públicos, sólo son una moneda de cambio que utilizó para hoy ser necesariamente el candidato más conocido.

Una promoción personalizada acreditada por el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, pero que no se sanciona porque las autoridades electorales prefieren ignorar esa repercusión inequitativa en el proceso en curso, lo mismo que supervisar y sancionar el uso de recursos municipales para reforzar su campaña y el exceso en sus gastos.

Ricardo Gallardo Juárez es un especialista en todo tipo de trueques y este jueves quedó expuesto el resultado de esa capacidad en las altas esferas empresariales.

El desayuno que tuvo con empresarios, incluidos muchos que en privado se quejan de haber sido extorsionados por la administración gallardista, muestra que a esos hombres de negocios también ya los sometió a su esquema mercantilista de la política, aunque la moneda de cambio no es abierta, como las dádivas, lo que ubica esa relación en un terreno de complicidad.

¿A cambio de qué apoyar a quien los afectó en los últimos 32 meses, según sus propios testimonios privados, o por las inversiones que tuvieron que llevarse a otro lado? ¿Protección? ¿Facilidades para nuevos negocios? ¿Ambas? ¿Qué más?

Ricardo Gallardo Juárez no atrae por sus ideales, sino por su capacidad de mercadear con lo que no es suyo.

No hay mucha diferencia, aunque sí la hay, entre reunir a la gente de escasos recursos en torno a él para entregarle una despensa, cobijas o mochilas, y conseguir un desayuno con los grandes empresarios para presumir su apoyo a cambio de volverles viables negocios en la total opacidad.

En ambos casos, la dignidad se ve comprometida y se pierde.

Entre las clases populares por las dificultades económicas, producto de la falta de oportunidades que la propia autoridad (incluido Gallardo Juárez) no ha generado, que los vuelven vulnerables a la manipulación dádiva-apoyo. Resulta difícil, aunque no imposible, defender la dignidad cuando la necesidad apremia. En este caso es Gallardo Juárez quien les compromete su dignidad.

Entre el empresariado que ayer se reunió con Gallardo Juárez por el condicionamiento en los trámites para hacer negocios o, aunque sólo lo comenten en privado, por el temor a las extorsiones. Al infundirles temor, es Gallardo Juárez quien les compromete su dignidad, y se complica defenderla, pero no deja de ser posible. Más cuando se trata de personajes con poder económico.

Pero si ese apoyo que le dieron ayer a Ricardo Gallardo Juárez fue para favorecerse con la agilización de trámites y autorizaciones para incrementar sus negocios, es su ambición –su apego a la ganancia– lo que compromete su dignidad.

La principal responsabilidad recae en ellos, por privilegiar su ganancia por encima de los perjuicios para la ciudad y sus habitantes, que ellos mismos ya han padecido al ser víctimas de extorsión.

Muchos de ellos, sino es que todos, saben de primera mano de lo que es capaz Ricardo Gallardo Juárez. No pueden alegar ignorancia sobre las corruptelas plenamente documentadas en la administración gallardista, tanto por trabajos periodísticos como por las observaciones a su Cuenta Pública 2016 por parte de la Auditoría Superior de la Federación.

Que a pesar de ello privilegien su ganancia por vías poco claras de confabulación con la autoridad los convierte en cómplices y empresarios socialmente irresponsables.

Empresarios que apoyan a Gallardo que luego no se quejen: Guacho

Sonreírle a la corrupción

 

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