Por Victoriano Martínez
La omisión de la autoridad también la convierte en responsable, porque sus omisiones también matan.
No basta que el gobierno de Juan Manuel Carreras haya convocado el 24 de marzo a la firma de un pacto de civilidad entre los partidos políticos.
Tampoco basta que el 2 de mayo y el pasado domingo 20 de mayo, el Consejo Estatal Electoral y de Participación Ciudadana haya emitido llamados a los partidos y candidatos a comportarse.
Mucho menos basta con que el secretario de Gobierno informe sobre el número de candidatos que desde hace semanas pidieron seguridad y afirme que serán “canalizadas para ser analizadas por las instancias correspondientes”.
No, la civilidad no se firma ni responde a llamados. Se practica, o simplemente se convierte en actos de simulación que pretenden ocultar la negligencia en el actuar.
Canalizar para analizar lo que a todas luces es una situación de riesgo porque el riesgo existe para cualquier potosino que sale a la calle, no es más que el exceso de la burocratización de la administración pública en el sector más sensible: la seguridad.
Saber que cuando menos 15 candidatos al 17 de mayo habían requerido seguridad y que menos de diez días después se dé un ataque a un grupo de brigadistas de un candidato a diputado con saldo de un muerto y tres heridos, apunta a una de esas omisiones de la autoridad que matan.
Para muchos no es novedad. Juan Manuel Carreras López se ha caracterizado por ser el gobernador de las omisiones y en el caso de la inseguridad han sido recurrentes sus declaraciones para tratar de minimizar el problema.
¿Dónde está Carreras? Jugando al gobernador de Carreralandia, porque San Luis Potosí parece un estado sin gobernador.
Las familias de mil 634 ejecutados desde que llegó al cargo tienen muchas razones para pensar que no hay gobernador.
La muerte de un brigadista y las heridas de otros tres, independientemente del partido al que pertenezcan, agregan un ingrediente a la de por sí grave situación de inseguridad que enfrentamos todos los potosinos: contamina el clima electoral, con las consecuencias que eso puede acarrear.
Como titular del Poder Ejecutivo, Carreras López es el responsable de la seguridad de todo el estado. Tal vez haya que recordárselo porque parece que no se ha percatado de ello. Si el minimiza la inseguridad antes que adoptar medidas firmes para abatir el crimen, por muy pequeño que él lo vea, sus subordinados tendrán manga ancha para limitarse a hacer como que trabajan.
Omisiones que hacen responsable a Carreras López desde ya de los siguientes actos criminales que padece la ciudadanía en general, y ahora los que podrían darse entre las pasiones de la contienda electoral.
Carreras López está sembrando la posibilidad de levantones, secuestros y más ejecuciones, también como parte de las campañas, pues les abre la puerta ante la impunidad que le permite tener al crimen en el Estado.