Frater Ignatius
Tolstoi (1828-1910) Fue un escritor y activista ruso, además de pedagogo y educador. Adalid de la paz y de la no violencia. Tuvo su legado en Gandhi y en Martin Luther King. Los anarquistas tranquilos sintieron también su influencia, hartos de alcohol, del juego y del cigarro. Pelea en la guerra de Crimea y conoce ahí el Cáucaso y su gente. Inspirado comienza a hacer novela.
A la vuelta de la guerra todo cambia para este gran escritor. La vida disipada y bohemia no le satisface e intensifica la escritura. Henry David Thoreau, el anarquista americano, le infunde el ánimo suficiente para decantarse por un anarquismo a su manera. También sostiene una prolífica correspondencia con Gandhi, sólo interrumpida por la muerte. Luego, se acerca al cristianismo primitivo practicado por sociedades antiguas e intenta ligarlo al mundo campesino. Fue excomulgado por la iglesia, debido a que ejerció una crítica sostenida a través de sus obras (Resurrección 1899).
Este anarquista único apostó con el esperanto como un idioma de comunicación global y junto con Reclús, es considerado como uno de los más intensos partidarios en lo que se llamaría naturalismo libertario.
Vegetariano, naturista, asceta, sencillo, en sus obras revela un mosaico muy variado del alma rusa, con todos los contrastes y las contradicciones que ello implica. Es un acérrimo defensor del campesinado. Y hace una clara distinción casi dialéctica entre una moral burguesa hipócrita y las personas más sencillas. Narra la ocupación napoleónica en Rusia en su archiconocida Guerra y Paz (1865-1869) y también aboga por los animales en historia de un caballo (1886).
Yasnaia Poliana, es decir: Un rayo de sol. Así su casa natal, se convierte en una escuela en donde pondría en práctica sus métodos tanto educativos como religiosos y políticos. Cultivaba un huerto interactivo, daba clases de lenguas orientales, ejercitaba a los jóvenes, educaba a los niños de los campesinos.
Los comunalistas rusos dejaron su impronta desde el siglo XVII. Casi antes de la entrada de los soviets. Tenían mucho de anarquistas pacifistas; individuos que participaban con la comunidad en diferentes roles y que de alguna forma eran la base de la insurrección. Tenían creencias panteístas, veían a dios en cada criatura y cada ser vivo era parte de Dios. Sus herederos directos fueron los dujoboris.
Evidentemente eran una amenaza para la iglesia porque no creían en la liturgia ni tampoco en la jerarquía eclesiástica. No se sometían a ningún mandato que viniera de un hombre. La monarquía zarista no los veía con buenos ojos. Practicaban un ascetismo casi extremo y vivían en unión libre. Muchos terminaron huyendo a Finlandia o a Canadá. Y hubo grupos que los ayudaron, como los cuáqueros o el mismo Tolstoi.
La esposa de Tolstoi no seguía sus reglas estrictas de austeridad. Tuvo muchos problemas por este motivo y tampoco pudo deshacerse de su fortuna familiar porque pertenecía a una familia noble y acaudalada. El conflicto en ese sentido permeó los últimos años de su extraordinaria existencia.
Por disputas con su mujer salió de la casa a mediados del invierno y le dio neumonía. En una estación ferroviaria cerró los ojos para siempre. Era 1910. Podemos escuchar el eco de sus palabras en una de sus memorables frases:
“Hay sobre la tierra millones de hombres que sufren: ¿Por qué estáis al cuidado de mí solo?”.