Por Victoriano Martínez
Si no quieres que se sepa, no lo hagas.
Ese proverbio chino debería estar enmarcado prácticamente en todas las oficinas de gobierno, especialmente en las del Congreso del Estado.
Cuando al diputado Edson Quintanar le atacó el prurito de mantener en secreto la maniobra que acordaron para agenciarse 20 mil pesos mensuales adicionales cada legislador como compensación a la reducción salarial, no era otra cosa que su deseo de que no se supiera cómo le ganó la ambición.
Al momento en que los integrantes de la JUCOPO acordaron omitir en las actas de ese órgano colegiado la maniobra, lo hicieron con la misma intención de ocultar su avaricia.
Bien pudieron tener presente el proverbio chino, pero entendieron las dos premisas por separado: si no queremos que se sepa, pues no lo pongamos en el acta.
Pero así no funciona el proverbio… ni los órganos colegiados.
La primera premisa del proverbio indica que está presente una advertencia de que la acción que sería preferible que no se supiera en un rincón de la conciencia es reconocida por ellos mismos como un acto incorrecto y, por tanto, se debe evitar, no ocultar.
Creer que con no registrarlo en actas no va a trascender más allá del grupo de diez que integran la JUCOPO y que con eso es como no haberlo realizado, es una ingenuidad y/o un acto de soberbia de quienes –mareados por la investidura que son incapaces de asumir porque ni la entienden– se creen capaces de dictar qué es real y qué no.
Si hay una institución pública en la que actos que pretenden que pasen inadvertidos han trascendido para llevar la credibilidad por los suelos, esa es el Poder Legislativo.
Ya son varias las Legislaturas que han proyectado la idea de que ser diputado es dejarse caer por un tobogán de la denigración, al grado de que a cada una de ellas le sigue la que se considera peor.
La LXII Legislatura se muestra empeñada en no romper esa inercia.
En la Legislatura anterior los actos vergonzosos que vieron la luz pública se acumularon: la compra de voluntades en el caso PANAVI, la ecuación corrupta, la simulación de entrega de ayudas sociales con empresas fantasma y falsificación de agradecimientos hasta de una persona fallecida.
Los hoy diputados en funciones, fieles a la degradación, interpretan que sus predecesores les pusieron la vara muy alta… sobre la forma de defraudar a sus electores y apropiarse de los recursos públicos.
Hoy se conoce la maniobra para apropiarse cada uno de 20 mil pesos cada mes. ¿Cuántas otras ocultarán?