Es un hecho que quienes quieren perder peso no la tienen fácil. Por lo menos en teoría. Porque en realidad, todo lo que tienes que hacer es consumir los alimentos adecuados en las proporciones correctas y verás que la grasa comienza a desaparecer.
Pero es cierto que queda aún un pequeño problema que se llama fuerza de voluntad. Esta puede desaparecer cuando las barras de chocolate, los pasteles, las papas fritas y los asados se ponen a rondar tu cabeza. Así que, ¿quieres saber cómo no pensar en lo prohibido cuando estás tratando de deshacerse de unos cuantos kilos? Pues sencillo: ¡haciendo otra cosa! He aquí diez consejos sobre cómo no pensar en la comida cuando estás intentando adelgazar.
Una vida de aventuras.
Una de las cosas que puedes hacer para dejar de pensar en la comida, mientras que haces tu mejor esfuerzo para cumplir con tu dieta, es tener un pasatiempo que te gratifique. No estamos hablando de los tristes y aburridos clubes de coleccionistas de estampillas o trenes a escala. Estamos hablando de la aventura. Algo que haga que tu sangre fluya y tu cerebro se aclare. ¿Qué tal te vendría un poco de canotaje por un río salvaje? Claro, quizá quieras aprender a volar en aerodeslizador. Lo bueno de pasatiempos como éstos es que requieren de mucha concentración mental. Así que mientras estás surcando los cielos o navegando en aguas desatadas, no tendrás tiempo de pensar en tartas y pasteles.
Deshazte de tus pensamientos sobre comida.
Si hay algo distintivo que se pueda decir acerca de la forma de vida de la moderna raza humana, es que puede afectar a las mascotas. Mientras estás en el sofá devorando una pizza, tu perro está salivando como loco. Como no puedes resistir que sufra por el antojo, le compartes un par de sabrosas rebanadas. Pero, ¿qué sucede después de unos meses? Ahora resulta que tu perro también necesita hacer dieta. Por lo tanto, no pienses en comida y mejor lleva a tu mejor amigo a dar un paseo todos los días. Vas a hacer ejercicio y a mantener tu mente concentrada en cuidarlo y atenderlo. Y si le da por correr desaforado alrededor del parque, menos podrás pensar en montañas de pepperoni.
Tareas para mantener el régimen.
Se supone que los atracones quedaron en el pasado. Pero hasta cierto punto, tu mente no puede deshacerse de los amorosos recuerdos que le dejaron las tiras fritas de pescado, las papitas, los litros de cerveza y los embutidos masivos. ¿Qué le vas a hacer? Pues bien, acaba con el asunto poniendo en marcha todas las reparaciones y trabajos de la casa que has estado posponiendo. Pon manos a a la obra arreglado la puerta del garaje, ordenando el cobertizo, cortando el césped y limpiando el ático y más -está técnica es ideal para los hombres, pues les permite ganar puntos extra con su chica. Ya verás cómo toda esa cantidad de labores te ayudará a mantener el cerebro alejado de la grasa y el pudín de chocolate.
Un nuevo guardarropa y una nueva actitud.
Uno de los efectos secundarios de ponerse en forma y perder peso son los cambios en tu apariencia. Sabes lo que eso significa: ¡Es el momento perfecto para tener toda la ropa nueva que quieras! Así que cuando esos oscuros e inquietantes pensamientos sobre dulces y hamburguesas gigantes con queso doble te ataquen, piensa en lo que te vas a comprar -¡y a poner!- ahora que te ves espectacular. Echar un vistazo en las tiendas y comenzar la planificación de tu nuevo estilo no sólo te harán sentir diferente, sino que te harán más consiente de todo lo que has logrado, lo cual te permitirá motivarte para seguir en el camino correcto.
El sexo en vez de chocolate.
Tal vez una de las razones por las que estás a dieta es porque deseas mejorar y condimentar tu vida sexual. Pero, ¿acaso sabías ya que un rato candente con tu pareja inunda el cerebro con los mismos productos químicos con los que te satura el chocolate? ¡Es totalmente cierto! La feniletilamina que se segrega con el sexo acelera la liberación de dopamina en el cerebro. Esta sustancia también se encuentra en el chocolate. Por lo tanto, cada vez que tengas el impulso de devorar un Yorkie, una “naranja” de chocolate o una barra de Mars o de Galaxy, lleva a tu amado a la habitación y soluciona el asunto de una manera mucho más rica y divertida.
Una vida de viajes.
Una cosa de la que quizá no te has dado cuenta es que ahora que no estás gastando una fortuna en dulces y comida rápida, estás ahorrando una importante cantidad de plata cada semana. Así que, ¿por qué no usarla para viajar un poco? No hablamos de viajes caros al extranjero. De hecho no te harán falta, ya que realmente te puedes sorprender al recordar la cantidad de lugares en tu localidad que siempre has querido visitar. No dudes en aprovechar este momento. Te divertirás mucho y te relajarás, aunque te tome un par de horas llegar. Después de todo, no irás al otro lado del mundo. Por lo tanto, evita todas esas imágenes de sándwiches de queso y mantequilla y haz un poco de turismo en tu propio país. Pronto te verás contagiado por el placer del viajero, mientras tus alucinaciones de comida desaparecen.
Levántate y muévete.
Internet, la gran cantidad de canales de televisión que hay hoy en día y la última tecnología en telefonía, han mejorado nuestras vidas de muchas maneras. Pero de otra forma también se han asegurado de que estemos atados a una silla incómoda o al sofá. Lo mismo pasa con los niños, que viven hipnotizados -y tumbados en la cama- jugando videojuegos y enviando mensajes de texto. Todo esto conduce a un exceso de pasividad e inmovilidad corporal y, a menudo, a un antojo descontrolado de aperitivos poco saludables. La solución a este problema es hacer cosas en familia como solía hacerse tiempo atrás. Al salir de día de campo o simplemente poner a todos a jugar un poco en el jardín, toda la familia recibirá un beneficio y mucho más tú, pues tu mente sólo tendrá espacio para la diversión.
Pedaleando y adelgazando.
A veces la dieta no es suficiente para estar sano y para redefinir tu cuerpo. Casi siempre es necesario hacer algo de ejercicio. Eso no significa que tengas que pagar algún gimnasio caro ni salir a correr por las calles a las 5 de la mañana. ¿Por qué no inviertes en una bicicleta y comienzas a hacer paseos al campo? En general, las actividades que queman las sustancias químicas que generan estrés, aclaran tu mente y te hacen sentir como una persona renovada. También te ayudan a mantenerte bajo control cuando tu fuerza de voluntad empieza a flaquear y una caja de donas azucaradas se cierne en el horizonte.
Trabaja para perder peso.
Tal vez uno de los factores que favorecen el hecho de que tengas tu mente enfocada en comida cuando no debes hacerlo, es tu trabajo. Si trabajas por ejemplo en la sección delicatessen del supermercado local, seguro que mantener la dieta no será nada fácil. O si te pasas sirviendo y preparando comida chatarra todo el día para filas y filas de clientes, tampoco tendrás el mejor panorama. Por lo tanto, quizá sea momento de pensar en una nueva carrera y en un ambiente diferente. Piensa en que vas a ser libre de nuevo para buscar cualquier empleo que quieras; sólo evita aquellos donde trates con gente que te pida quitar la lechuga y añadir cuatro rebanadas de queso a su hamburguesa triple.
Prémiate cocinando.
Por último, si realmente no puedes dejar de pensar en comida, hay una alternativa: toma la cocina como pasatiempo. Es cierto que puede parecer extraño, pero déjanos explicártelo. No quiere decir que vas a dedicarte a preparar un plato grande de tocino y huevos cargado de calorías. Por el contrario, debes dedicarte a hacer sólo cosas saludables. Si tienes el gusto por la cocina, sabrás que -así como cualquier cocinero te dirá- una buena comida requiere de tiempo y muchos preparativos. Por lo tanto, si puedes centrar tus fuerzas y atención en ese aspecto de la comida, tu cuerpo te lo agradecerá. Intenta hacerlo si te atrae dar seguimiento al progreso del trabajo. Lograrás mantener tu mente alejada de la caja de galletas por mucho más tiempo de lo que te imaginas.