Adriana Ochoa
“Hay tres tipos de enemigos: los enemigos a secas, los enemigos mortales y los compañeros de partido”, troqueló el primer canciller alemán, Konrad Adenauer, fundador de la Alemania Federal. Que en las formaciones políticas abundan las rencillas, los golpes bajos y las deslealtades personales, lo tenía claro un personaje de esos vuelos, padre de la Comunidad Europea.
Otras aves, de muy grosero plumaje, toman esa realidad como el ambiente adecuado y más propicio para lo que suponen es hacer política. Giulio Andreotti, siete veces jefe de gobierno de Italia y campeón invicto de juicios por corrupción, refinó la frase. “En la vida hay amigos, conocidos, adversarios, enemigos y compañeros de partido”.
Si no fuera porque para ser candidato hay que contar con un partido, más de una sociedad ya los habría buscado erradicarlos como a las plagas. Cuasi mafioso, cínico, una vez retirado de la política, Andreotti reconoció que “el poder deteriora, sobre todo cuando no se tiene”.
Y ahí están en este momento los partidos en San Luis Potosí, en busca de afiliados a quienes llevar al teatro del poder.
El jefe real del partido Verde y gobernador del Estado, Ricardo Gallardo Cardona, lideró ayer el arranque de una campaña de afiliación “nacional”. En labor de registrar como militantes a cualquier ente que respire, el Verde anda desde hace tiempo. Denuncias de maestros del sistema estatal ubicaron sus mesas de afiliación forzosa en las mismísimas instalaciones de oficinas educativas.
Funcionarios estatales que no estaban afiliados, ni querían, fueron presionados para hacerlo y se presentaron, chalequito verde-hostigoso, cuando ya no les quedó viaje familiar imprevisto ni funeral familiar con qué dar el esquinazo.
El Verde consiguió retrasar de muy mala manera la aplicación de la iniciativa anti nepotismo, para posibilitar la candidatura en 2027 de Ruth González de Gallardo al gobierno estatal, por parece que en esa tendrá que ir sin Morena, según el compromiso de la dirigencia nacional para no permitir nepotismo electoral en ninguna de sus candidaturas desde 2027.
Algo debe tener en relación con Morena este relanzamiento de la afiliación al partido del gobernador. Quien se afilia tiene claro que irá a donde lo quiera poner la jefatura real del partido: en el Verde de San Luis Potosí sólo hay una voluntad y el afiliado no tiene opinión, parecer o aspiración propia.
Ahora, el adscrito no es necesariamente un votante a favor. Lo supo el PRI, el otrora partido hegemónico de pertenencia obligatoria para burócratas, maestros, obreros y campesinos, cuando el partidazo empezó a perder elecciones una tras otra.
Del lado de Morena, hay también una campaña nacional de instrucción nacional. Lo dice un cartel en sus oficinas estatales y la propaganda en canales de televisión y en la radio. La ruidosa y fosforescente campaña del Verde es su contraste en la zona metropolitana del estado. Otra cosa será en la Huasteca, o en la Zona Media.
No ayuda además que Morena se encamine a lucir como uno de esos partidos “de izquierda caviar”, con almas austeras que se quitan el hambre y la sed de justicia volando en clase business a Europa, o socialistas que se inspiran en un corte “dry age” para protestar contra las castas del pasado. Si la incongruencia atrae militancias, no será nunca para bien.
Y el PAN, inició talleres de formación militante en medio de una discusión sobre la legalidad en el actuar de su reelecta dirigente estatal, la senadora Verónica Rodríguez Hernández. La ex candidata a la dirigencia estatal del PAN, Lidia Argüello, consiguió que el Tribunal Electoral le diera la razón en la impugnación que presentaron ella y otros inconformes.
La resolución invalida la forma de contar los votos de algunos comités municipales panistas que se supone sumaron a favor del método con el que Verónica Rodríguez se reeligió, por Consejo Estatal y no por proceso a la militancia. Lidia señala que el Tribunal ha echado abajo la elección y se abre la oportunidad de un proceso abierto, pero hay panistas que interpretan el dictamen sólo para reposición de voto de los comités específicos.
La impugnación, ya sea que termine en reposición de actas de unos comités municipales o en declaratoria de desacato, es un retrato del nivel de desgaste del partido que fue primera fuerza política alguna vez. El PAN no ha vuelto a ganar la capital del Estado con un candidato propio desde hace una década; gobierna en San Luis Potosí, pero con el registro de candidatos no panistas.
Y desde hace una década, el control estatal del partido fue entregado por las dirigencias nacionales que desoyeron quejas, descomposición y decadencia. El PAN se convirtió en un callejón de supervivencia pandilleril, con ataques por la espalda, montonerismo y navajazos palmoteados. La peor etapa corresponde a la presidencia de Marko Cortés; el michoacano privilegió y dejó hacer para que sus “agentes” en San Luis suprimieran la democracia interna y no tuvieran contrapesos.
Si el PRI pone mesa de afiliación y hay potosinos que se presenten y hagan fila, será una verdadera sorpresa. Su dirigencia, apoyada por el CEN de Alejandro Moreno, conduce un partido de mesa muy chica. Cierto, el dirigente nacional se esfuerza señalando fallos del gobierno federal, pero el descrédito del tricolor no se reduce ni cuando dice la verdad.
Al PRI potosino que eleva la mentira, el insulto y la purga a la categoría de “política” contra sus propios militantes, le sobra edificio y no hay brochas ni polvos suficientes que le mejoren la apariencia. De ese partido que dio reglas para todo el sistema político, hoy da pena cierta indigencia mental que lo inclina a la expulsión como el único camino para los desacuerdos.
Partidos con dirigentes que cierran las cortinas, pero nunca las filas: que no se vean la miseria ni los cuchillos largos del interior.
Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Astrolabio.
Adriana Ochoa es periodista desde 1988. Actualmente es directora de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí y docente titular de Organización Política y Ciudadanía.