A medias, la austeridad de la clase política

 

Ciudad de México (23 de enero de 2017).- Ante la repercusión que tuvo el alza a los precios de las gasolinas, dependencias federales, así como organismos públicos se aprietan el cinturón con la aplicación de programas de austeridad que, hasta ahora, significarían un ahorro de 41 mil 70 millones 300 mil pesos.

Organismos como el Instituto Nacional Electoral (INE), el Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos (Inai), la Auditoria Superior de la Federación (ASF), así como el Poder Judicial, el Congreso de la Unión y algunas dependencias federales han anunciado recortes por esa cantidad; sin embargo, el gobierno federal argumentó que el subsidio a las gasolinas significaría un gasto de 200 mil millones de pesos, por lo que se dejó de subsidiar a los combustibles y esa fue una de las razones —entre otras como los precios internacionales— para implementar el alza a los costos de los combustibles.

Lourdes Morales Canales, especialista del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), quien actualmente dirige la oficina de proyectos sobre rendición de cuentas, aseguró que las medidas de austeridad son una buena respuesta, de entrada. No obstante, calificó como preocupante que sea una reacción epidérmica y política en un contexto de excesos de algunas instituciones y si en verdad se quiere dar una respuesta a la ciudadanía para deshacerse de gastos que no contribuyen a la funcionalidad institucional.

En entrevista con EL UNIVERSAL, Eduardo Bohórquez, titular de Transparencia Mexicana, señaló que es una buena señal que las instituciones públicas del país revisen en qué rubros están gastando de manera inercial para tratar de eliminar ciertas condiciones que la sociedad interpreta como privilegios.

Sin embargo, el especialista aclaró que muchas medidas de austeridad no son permanentes, sino ajustes de emergencia ante el reclamo social, más no correcciones estructurales a la forma en que se diseñan los presupuestos de la administración pública federal o que los otros órganos constitucionales.

“No habrá forma para que a través de los recortes planteados se compensen los subsidios previos a la gasolina; claramente, eso no va a ocurrir”, precisó.

Para Bohórquez, el tema de fondo es que se acabe con los privilegios y haya una revisión muy minuciosa de los presupuestos en cada uno de los Poderes de la Unión, las fuerzas del Estado, en los órganos autónomos y también en los partidos políticos.

La coordinadora de la Red por la Rendición de Cuentas (RRC) llamó a estar atentos para identificar a dónde se dirigirán los recursos que se recorten de los organismos públicos y dependencias federales.

“Veamos dónde irán a parar estos recursos. El problema es qué tanto es una reacción epidérmica y qué tanto es una medida de fondo, porque están reaccionando al desprestigio de acciones gubernamentales que no han generado los resultados esperados”, expresó.

La especialista en temas de transparencia criticó que los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación “no quieran mover un peso de sus asignaciones”.

Consultada al respecto, María Elena Pérez-Jaen, ex comisionada del Instituto Federal de Acceso a la Información (IFAI, ahora Inai), dijo que los 41 mil millones de pesos que buscan ahorrar las dependencias significan sólo “limosnas” para la sociedad.

“Creo que estos 41 mil millones de pesos son una limosna, porque hay un problema estructural de los tres Poderes [de la Unión] y de los organismos autónomos; eso es el dispendio. No sólo es devolver los bonos. Eso son migajas, una limosna, Deben eliminar los moches y modificar el financiamiento de los partidos, porque éstos quedan intocados.

“Estas medidas anunciadas no resuelven nada, son sólo para quitarle el enojo a la sociedad, no hay una medida de fondo”, expresó.

Por su parte, Javier Garduño, coordinador del programa de justicia fiscal y desigualdad de FUNDAR, afirmó que la respuesta de los organismos y dependencias federales llega tarde, pero va en el sentido correcto debido al contexto de desconfianza hacia las autoridades. Añadió que pone en la agenda pública la necesidad de cuestionar los privilegios de las autoridades y de la clase política desde hace años.

Garduño detalló que el monto que actualmente se reúne con los recortes no significa que se llenará el hueco en las finanzas públicas.

“La realidad es que el Estado sigue gastando más de lo aprobado, a pesar de los recortes de 2015. Es una tendencia que preocupa porque existe el riesgo de que no signifique una disminución de los gastos superfluos”, señaló.

Garduño aseguró que se debe “utilizar la lupa” para conocer si los reintegros van dirigidos a la Tesorería de la Federación y que así se evite un uso discrecional de los recursos por parte de la Secretaría de Hacienda.

“Es preocupante que en este contexto no tomen nota otras dependencias del problema que está existiendo. Aun así, es una buena señal que las distintas autoridades se aprieten el cinturón; pero aún falta mucho para reconstruir la confianza y saber si estos ahorros se reflejarán en temas prioritarios”, dijo.

Fuente: El Imparcial.
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