La polinización, el intercambio de polen entre las flores, ayuda a que las plantas se reproduzcan y que diversos animales se alimenten. Esta reproducción vegetal depende únicamente de ciertos insectos, como las abejas, moscas, mariposas, aves y murciélagos; los cuales transportan el polen de las plantas. De ese modo, el ecosistema puede desarrollarse: se forma la tierra que dan vida a los bosques; éstos últimos producen oxígeno, previniendo la erosión del suelo y regulando el flujo del agua; de manera tal que la cadena alimenticia continúa su curso.
Por esta razón, las abejas se han convertido en insectos primordiales para el proceso del ciclo de la vida; no obstante, en la actualidad se encuentran en peligro de extinción.
La agricultura moderna, al intentar erradicar a los insectos que dan vida, ha provocado que colonias de abejas desaparezcan por completo. Incluso, la Universidad de Reading informa que la diversidad de estos animales ha disminuido al grado de provocar la extinción de siete especies: “Cuatro especies de abejorros se han extinto de toda Europa, y la tendencia señala situaciones similares en Norte América y China.” Esta situación se ha generado debido a la ausencia de áreas verdes libres de insecticidas, como el neonicotinoide.
Como respuesta para prevenir la desaparición de estos insectos, llega EPILOBEE, programa de supervisión epidemiológico de la Comisión Europea en 17 países europeos. El objetivo del proyecto es recolectar información y métodos útiles que puedan ayudar a estos animales.
Por primera vez, los países de Bélgica, Dinamarca, Alemania, Estonia, Finlandia, Francia, Grecia, Hungría, Italia, Letonia, Lituania, Polonia, Portugal, Eslovaquia, España, Suecia y Reino Unido, se juntaron para mantener un control respecto con la natalidad y mortalidad de las colonias de las abejas.