San Luis Potosí, S.L.P (27 de diciembre de 2016).- El Sótano de las Golondrinas, ubicado en el Barrio de Unión de Guadalupe, de la comunidad de Tamapatz, municipio de Aquismón, San Luis Potosí, cumplió 50 años de ser descubierto.
Inmerso en la Huasteca potosina, este abismo de 512 metros de profundidad, de los cuales 376 son en caída vertical, alberga no precisamente golondrinas, sino vencejos —los cuales suelen ser confundidos con golondrinas—, además de una especie de loros (aratinga holochlora), localmente llamadas cotorras de cueva.
El ahora Sótano de las Golondrinas fue descubierto en 1966 por un grupo de ornitólogos de la universidad de Texas, quienes realizaban un estudio detallado de las aves de las fosas de la Huasteca potosina.
Debido a la bioidiversidad que resguarda y a sus cualidades geológicas, es parte de un área natural protegida que también considera a las Cuevas de Mantetzulel y la Hoya de las Guaguas, en el municipio de Aquismón, y a la de las Cuevas Sagradas del Viento y de la Fertilidad, en el municipio de Huhuetlán.
Especies que lo habitan.
La profesora e investigadora del programa educativo de Turismo Sustentable del campus huasteca de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, Irma Suárez (2010), señala en un estudio que el lugar resguarda un ecosistema único, sitio de anidación y refugio de fauna silvestre, destacando aves y murciélagos. Los vencejos vuelan a velocidades que alcanzan los 120 km por hora.
El parecido entre los vencejos y las golondrinas se debe a la evolución convergente que refleja estilos de vida similares basados en la caza de insectos en vuelo. El nombre científico de la familia Apodidae, proviene del griego y significa sin pies, dado que los vencejos tienen las piernas muy cortas y nunca se posan voluntariamente en la tierra, mientras que se posan colgando de superficies verticales.
El Sótano de las Golondrinas fue declarado el 15 de marzo de 2001 como Monumento Natural, con un área protegida de 285 hectáreas y es administrada por la Segam (Secretaría de Ecología y Gestión Ambiental).
En 1978, Isabel Vivian fue la primera mujer mexicana en descender con el Grupo de Espeleología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Pese al inicial interés meramente científico, la fosa pronto comenzó a atraer a espeleólogos en busca de una experiencia interesante, y posteriormente a turistas, debido a la espectacularidad del descenso y de las vistas.
Fuente: Excélsior.