Por Victoriano Martínez
Tantas han sido las fallas en el acueducto de El Realito y con cada vez más frecuencia –apenas se informa de una cuando la siguiente estalla de manera espectacular– que se vislumbra el día en que se dé la última, pero no porque las hayan corregido de manera definitiva, sino porque la tubería habría colapsado al grado de requerir la reposición de un largo tramo… como si ya no existiera.
El modelo de asociación público-privada (APP) que respaldó la construcción del acueducto contempló riesgos relacionados con tierra y espacio, medioambientales, de diseño y construcción, de financiamiento, de inflación, de tipos de interés, de riesgo de cambio, de operación y gestión, de posibles demandas y hasta de carácter político.
No obstante, aunque los riesgos de diseño y construcción y de operación y gestión se fijaron como responsabilidad de Aquos el Realito, fueron descritos, en el primero, como la garantía de que la obra fuera terminada y sobre los volúmenes del flujo de agua, en el segundo.
Al parecer no se contempló la posibilidad de que se presentaran fallas como las que ahora dejan sin abasto de agua a 33 colonias con cada vez mayor frecuencia.
Peor aún, según señalaron Jordi Salvador, Joan Enric Ricart, Francesc Trillas y Miquel Rodríguez en un documento en el que tomaron el Acueducto de El Realito como estudio de caso, el contrato no contempló “ningún organismo independiente ni reuniones periódicas para solventar activamente los contratiempos que puedan surgir”.
Quizá eso explica por qué, desde que se presentaron las primeras fallas, no se acordaron las medidas pertinentes para prevenir ese tipo de incidencias entre la Comisión Estatal de Agua y Aquos, y todo quedó en manifestaciones que a la larga resultaron declaraciones sobre acciones que realmente no existieron.
Hace más de un año, el 1 de marzo de 2021, el entonces director de la Comisión Estatal del Agua, Jesús Alfonso Medina Salazar, le aseguró a la Comisión del Agua del Congreso del Estado que desde 26 de Febrero de ese año notificó a la empresa operadora Aquos El Realito, la rescisión administrativa del contrato.
Según el funcionario, aquella era una reacción a las primeras fallas que habían afectado el suministro de agua “por un plazo mayor al 50 por ciento en el mes de febrero del 2021, tal como lo establece una cláusula del contrato”. O Aquos ignoró la notificación o ésta nunca se dio, porque el contrato se mantuvo.
El caso es que las fallas ya rondan el medio centenar, que representan tantos parches en una gigantesca tubería, que indudablemente requiere ser repuesta.
Si bien el gobernador Ricardo Gallardo Cardona anunció el pasado 30 de junio una inversión a cargo de Aquos por 150 millones de pesos para comprar esa misma semana el tubo para reparar el tramo de las fallas, valdría la pena que se informara el trecho exacto a reparar además de aclarar si las fallas más recientes se dieron en una sección distinta a las anteriores.
Gallardo Cardona aseguró que en 45 días –el 14 de agosto– llegarían los tubos. Llegó la más espectacular falla con daños al patrimonio de al menos tres familias entre las comunidades Patol y El Fuerte, en Tierra Nueva, y ningún dato sobre el avance de la reparación que fue presentada por el mandatario como la solución al abasto de agua por los próximos 125 años.
Aunque se hable otra vez de elementos para rescindir el contrato y de que la empresa se responsabilizará por los daños de la falla más reciente, el hecho es que el futuro del abasto de agua a al menos 33 colonias de la ciudad está en un riesgo real… y la solución ha resultado más una fantasía que una aparatosa realidad desmonta.