Adiós Daniel

Por Eduardo Delgado

“Eres y serás siempre el amor de mi vida. Te amamos. Daniela y Citlalli”, escribieron en una pequeña hoja de papel en color amarillo –utilizadas como recordatorio de asuntos importantes- pegada sobre el hombro de derecho del cristo crucificado que adornaba la tapa del féretro. Cerrada esta, el mensaje quedó precisamente frente al rostro de Edgar Daniel Esqueda Castro.

El ciclo natural de la vida dicta que los hijos sepultan a sus padres. Ello, comúnmente, después de que los padres fallecen aquejados por alguna enfermedad. A sus siete meses de edad Daniela extendió su manita sobre el vidrio para despedir a su papá, que le fue arrebatado por “alguien” que decidió sobre la vida de un hombre de apenas 23 años edad.

Sin decidirlo, Daniela cumplió el deseo de su padre. Llevaba puesta una prenda de color blanco con figuras infantiles. Ella no lloró. Palmeó el ataúd, como si tratase de despertarlo para juguetear. Ella apenas comienza a balbucear.

En unos años más, seguro, irá a la guardería o preescolar, donde verá a sus compañeras y compañeros acompañados por sus padres en el festejo del Día del Papá. Entonces se preguntará: “¿Y mi papá?”. Es una de miles que han quedado en la orfandad paterna.  

Daniela encontrará en internet, años más tarde, imágenes y videos del velorio, misa y sepelio de su padre. A su abuelo paterno cargando el ataúd de su papá y junto con familiares, amigos y personal del servicio funerario, para llevarlo de su casa a la Basílica de Guadalupe.

Entonces, también, enfrentará la cruda realidad: “Alguien”, a quien incomodaba la labor de Edgar Daniel con su trabajo como fotoperiodista, ordenó que hombres armados irrumpieran en su casa para llevarlo a ejecutar.

Por aquellos años, seguramente, seguirá impune. A menos que de algo pudiera servir la intervención de los agentes federales de la Procuraduría General de la República para dar con el autor intelectual y los responsables materiales del asesinato de Edgar Daniel.

El ex Subsecretario de Enlace Institucional de Gobierno del Estado, Ángel Castillo Torres, escribió en su colaboración en Código San Luis: “Lamentablemente la indolencia y falta de compromiso de quienes debieron en su momento activar el protocolo de protección a periodistas, propiciaron la tragedia. Mucha de esa responsabilidad recae en la Secretaría de Gobierno…”. Dependencia a cargo de Alejandro Leal Tovías, el mismo ante el que Ángel Castillo rindió protesta como funcionario en febrero del año pasado.

Bueno, pero Edgar Daniel deseaba que nadie fuese invadido de tristeza en su velorio, que auguraba porque fue víctima de amenazas de parte de policías ministeriales y quizá también consciente de que su oficio, como brigadista, implicaba riesgos.

“Él quería que hubiera música, que nadie llorara… pero eso no se puede”, comentó compungido su padre.

“Suena una cumbia en la colonia Julián Carrillo. Una carpa obstruye la calle, donde la gente se reúne para velar el cuerpo de Daniel Esqueda Castro. Alguna vez le dijo a su esposa que el día que él faltara, sería un día de fiesta; deseaba que nadie estuviera de luto.

Hace menos de 72 horas que un grupo de hombres rompieron el vidrio de la puerta de su casa para entrar y sustraerlo de su domicilio. Daniel está de regreso en casa, pero ahora lo iluminan cuatro sirios alrededor de su féretro.

Quiero cerrar los ojos y que la violencia pare. Nunca te conocí Daniel; somos apenas unos jóvenes que un día decidieron tomar una cámara. Me duele tu muerte; hay tanta gente que amo haciendo lo mismo que tú. No quiero pensar en ello.

Te recuerdo; recuerdo a esa gente y te agradezco por no cerrar los ojos. ¿Que carajos está pasando? Suena el Tropical Panamá para despedirte cuando en ese momento, a menos de tres calles vuelven a sonar los balazos. Un grupo de hombres armados ahora han ejecutado a un policía ministerial. ¿Que carajos está pasando? (sic)”,

Publicó Nahúm Delgado el pasado sábado en su cuenta de Facebook.

También en el sepelio hubo música. Un conjunto norteño acompañó “las notas” del dolor –el llanto- con canciones como: “Te vas ángel mío”; “El hombre que más te amo”; “Amor eterno”; y “Un puño de tierra”.

Enseguida una banda de guerra, con tambores y trompetas, dieron el “Toque de silencio” y casi a la par sus familiares, al borde de la tumba, comenzaron el reparto de flores para lanzarlas al momento del descenso del féretro en una fosa del cementerio “Jardines Perpetuos”. Los vocablos del lenguaje del dolor son desgarradores.

La madre de Edgar Daniel ofreció unas palabras de agradecimiento a quienes acompañaron a su familia en la despedida de su hijo.  Les pidió mantener el acompañamiento para que su asesinato no quede impune.

“Sabemos que (en las redes sociales) se van a estar publicando cosas de él y les pido su apoyo para que lo compartan, para que se sigan extendiendo más y más nuestra exigencia de justicia, para que los responsables paguen por la muerte de Daniel. Muchísimas gracias.

Enseguida de una cascada de aplausos el conjunto musical repitió: “Amor eterno”.

Citlalli, su esposa, le agradeció a Edgar Daniel los seis años que pasaron juntos. “Fue el mejor amigo, el mejor compañero, el mejor papá. Yo sé que tengo que ser fuerte y que tengo que sacar adelante a mi hija. Donde quiera que estés no te preocupes…ella va estar bien”, se despidió.

Un grupo de fotógrafos y periodistas colocaron sus cámaras fotográficas sobre una ofrenda floral colocada a los pies de la tumba. Al unísono lanzaron la consigna: “No se mata la verdad matando periodistas”.  

“No me lloren que nadie es eterno. Nadie vuelve del sueño profundo”, dice una de las estrofas de la canción “Nadie es eterno. Edgar Daniel pidió a sus familiares que no le llorasen, pero como dijo su padre eso resulta imposible.

Adiós Edgar Daniel, hasta pronto. Aquí seguimos. Tu familia no se queda sola.

P.D.

Para muchos este oficio es incómodo, cuando se ejerce con honestidad.

No me importa si soy el siguiente.

Sé muy bien que es de ilusos pensar que el mundo va a cambiar, pero no debemos tolerar la injusticia. Como el enriquecimiento de políticos eternizados en cargos públicos mientras la gente muere en las calles víctimas de la inseguridad.

Durante más de 20 años en esta profesión no he sido amenazado, pero he enfrentado a servidores públicos que, como el alcalde capitalino, Ricardo Gallardo Juárez, me han ofrecido un “trato especial”, por preguntas como: ¿Quién es Sandra Sánchez Ruiz?. De lo que después de más de un año no existe respuesta.

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