Alejandro Rubín de Celis
¿Por qué perdió Morena la presidencia de la Mesa Directiva para el tercer periodo de ejercicio legislativo del Congreso del Estado? ¿Fue realmente el agandalle político de diputados del PRI, PAN y de otras fracciones parlamentarias, o fueron las divisiones internas en la Coalición Juntos Haremos Historia (JHH) la que lo causaron?, ¿o ambas?
Al margen del problema de fondo que tiene que ver con la opacidad en los acuerdos y la falta de criterios técnicos y democráticos para asignar los principales puestos de poder y decisión en el Congreso del Estado, el hecho coyuntural de que Morena haya perdido la presidencia de la directiva parece que tiene más que ver con el intento de controlar al Congreso por parte del delegado del gobierno federal, Gabino Morales Mendoza, y con su animadversión hacia el huasteco Primo Dothe Mata ─uno de los aspirantes a la candidatura de Morena al gobierno del estado─, que con la ambición y voracidad de diputados priistas, panistas y colmilludos legisladores de otros partidos.
Desde luego, diputados panistas, priistas y de otros partidos como Eugenio Govea de Movimiento Ciudadano, Cándido Ochoa del Partido Verde, y Óscar Vera de Conciencia Popular, aprovechan cualquier oportunidad para mantener el control del Congreso y por ende sus privilegios. Y fue lo que hicieron, se beneficiaron de las divisiones internas en la coalición JHH y eligieron a la panista Vianey Montes en una cuarta ronda de votación.
Esas divisiones surgieron casi desde el inicio de la legislatura, cuando se formaron dos bandos a raíz de una lucha por presidir la Junta de Coordinación Política (Jucopo): uno afín a Gabino Morales integrado por Edson Quintanar, Alejandra Valdez, Angélica Mendoza y Rosa Zúñiga, todos ellos de Morena, y por Paola Arreola del PT. El otro compuesto por las diputadas Consuelo Carmona y Marite Hernández, a quienes el grupo gabinista identifica con el senador Primo Dothé Mata y a las que siempre mayoritean en las votaciones internas de Morena. Los otros dos diputados de la coalición, Pedro Carrizales ─que ya se declaró independiente─ y Mario Lárraga, no están claramente ni con uno ni con otro grupo.
Por un acuerdo político cuyos detalles se desconocen dado que no se sabe si se asentaron en actas, el turno para ocupar la directiva le tocaba a Morena y la mayoría de congresistas que integran ese grupo parlamentario votaron por proponer a Alejandra Valdez para la presidencia. Tocó al diputado Edson Quintanar, líder de la fracción morenista, hacer la propuesta, que fue rechazada en dos ocasiones. Para una tercera ronda de votación propuso a Angélica Mendoza, que también fue rechazada.
En aras de destrabar el problema, legisladores de otras bancadas sugirieron a Edson Quintanar proponer a Marite Hernández Correa. Pero, ¿cómo iba a proponer a esa legisladora si es del grupo político de Primo Dothé?, no importa si ha sido de las pocas congruentes y que no ha generado escándalos como otros y otras de su bancada. El líder de la fracción de Morena se negó a proponerla ante el pleno, motivo por el que la oposición en el Congreso decidió hacer su propuesta encabezada por la panista Vianey Montes, que ganó por mayoría con la suma de los votos de Paola Arreola y Rosa Zúñiga, de la coalición JHH e identificadas con Gabino Morales.
En un acto de clara hipocresía, Edson Quintanar tomó la tribuna junto con otros cinco integrantes de la coalición y el independiente Pedro Carrizales para denunciar el arrebato político del PRIAN y sus comparsas, acusando a los diputados de esos partidos ─y de pasada a Arreola y Zúñiga por la traición─ de corruptos, de haber llevado a cabo esa maniobra para basificar a sus asesores y para apoyar las iniciativas y propuestas del gobernador, entre ellas la de elegir un fiscal anticorrupción a modo y ratificar a magistrados del Poder Judicial afines a Juan Manuel Carreras.
La noche del 15 de septiembre, en un chat de WhatsApp en el que están incluidos los 27 diputados, algunos de los señalados por el “agandalle” se fueron con todo contra los legisladores que denunciaron el presunto arrebato. Esto es parte de los mensajes que intercambiaron:
Sonia Mendoza (PAN): La democracia es democracia. Morena tuvo tres oportunidades. La cuarta definió, si no toleran lo que en mayoría se construye perdonen, lo que no ganen con votos no quieran chingar con diatriba.
Eugenio Govea (MC): La planilla encabezada por Morena perdió tres veces la votación en el Pleno, la primera 15-10, la segunda 13-12 y la tercera 13-12. Finalmente la planilla encabezada por la Diputada Vianey Montes obtuvo una votación de 17 votos a favor y 7 en contra. ¿Dónde esta la corrupción y el agandalle? (sic).
Beatriz Benavente (PRI): Quieren que hablemos de honestidad congruencia y corrupción? Estaría padre que cada uno comparta cuantas gentes se han contratado en el congreso? A cuántos les piden parte de su sueldo para quedárselo o distribuirlo? (…) Como salieron las cuentas y los acuerdos que hizo su impresentable coordinador de fracción en la Jucopo (…) La próxima manta puede tener mucha más información que una presunta presidencia “gandalla” cuando lo único que evidencia es una falta de solidez de grupo, de trabajo político y construcción de acuerdos (…) Perfiles había! Pero soberbia sobraba además de la falta de consenso y de inteligencia política! (…) Hablemos de corrupción! Si hoy hay espacio para eso es en la jucopo donde EDSON ha sido de los presidente de JUCOPO más corruptos que ha existido! (…) Perfiles que transitaran dentro del movimiento JUNTOS HACEMOS HISTORIA existen y muchos, o a caso solo integran el movimiento ALE Y ANGELICA? (…) en Morena existen más perfiles que ale y angelica! Marite, consuelo, mario, rosita, etc? (sic).
Así las cosas en una legislatura en la que los diputados de la Cuarta Transformación (4T) se comprometieron a dignificar la labor legislativa y a combatir la corrupción al interior del Congreso, y a la que finalmente algunos de ellos se han prestado, además de faltar a sus responsabilidades frente a la población o incurrir en abusos injustificados. Los casos de Alejandra Valdez, Paola Arreola, Rosa Zúñiga, Pedro Carrizales, Mario Lárraga y ─el más cuestionado─ Edson Quintanar, se han hecho públicos a través de la prensa.
Por supuesto que los legisladores del PRI, PAN, PRD, Movimiento Ciudadano, Verde Ecologista, Nueva Alanza y Conciencia Popular no son blancas palomitas ─con sus muy contadas excepciones de gente decente─, pero de ellos no se esperaba nada, de los de la 4T sí, y fueron tan audaces los opositores, sobre todo los más experimentados, que fuero metiendo en el redil de los privilegios, las componendas, los acuerdos ocultos y las complicidades, a la mayoría de integrantes de la coalición Juntos Haremos Historia, en lugar de que éstos fueran, al menos, dignos combatientes y denunciantes de las malas prácticas que han prevalecido desde siempre en el Congreso local, ya que con nueve legisladores no sería nada fácil alcanzar los acuerdos necesarios para lograr cambios de fondo, y menos lo será con congresistas de ese grupo tan cuestionados ya por los privilegios a los que se han acogido y las malas prácticas en las que han incurrido.
En todo este espectáculo que presenciamos recientemente hay un problema de origen: la falta de transparencia, de requisitos y de criterios claros para designar a quienes ocupen los principales puestos de decisión, bajo principios técnicos y éticos ─en áreas como Oficialía Mayor, Coordinación de Finanzas, Instituto de Investigaciones Legislativas, Coordinación de Asesoría, Secretariado Técnico de Comisiones, Coordinación de Asuntos Jurídicos, Coordinación de Comunicación Social, Contraloría Interna y la Unidad de Transparencia─, y bajo principios democráticos ─que habría que construir─ para elegir a quienes encabecen la Junta de Coordinación Política y la Mesa Directiva en cada periodo.
No hacerlo sólo prolongará indefinidamente las viejas y nocivas prácticas en el Congreso, por más diputados de cuartas o quintas transformaciones que lleguen a ocupar las curules.