Ciudad de México (18 de octubre de 2016).- Tienen poca presencia en medios de comunicación y el ciberespacio. Viven en constante violación a su derecho de ser escuchadas y carecen de atención por parte de los tres niveles de gobierno. Si nada mejora para ellas, dentro de dos décadas 80% de las lenguas indígenas que ahora se encuentran en muy alto peligro de extinción, habrán desaparecido.
Si su contexto no se transforma, 51 idiomas originarios, de los 64 que actualmente se encuentran en mayor riesgo de extinción, se convertirán sólo en referencia histórica, como aquella que documenta que antes de la conquista había más de 500 lenguas y que durante su desarrollo se perdieron 143. O aquella que refiere que en la época de la revolución, sólo seis más dejaron de existir.
Hoy, el panorama no es alentador para ninguna de las sobrevivientes. Según datos del Instituto Nacional de Lenguas Indígenas (Inali), de las 364 variantes lingüísticas que existen, 185 están en riesgo no inmediato de extinción; 72 en peligro mediano, y 43 en alto riesgo.
Pero son 64 las que están en muy alto riesgo, en el límite del precipicio si no son revaloradas y rescatadas, son aquellas que cuentan con menos de 100 hablantes (en localidades con 30% y más de hablantes de lenguas indígenas), según un conteo del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi). Éstas son las que podrían morir en los próximos 20 años.
“Las lenguas están amenazadas porque tienen poca presencia en los medios de comunicación y en el ciberespacio, no han sido tomadas en cuenta por diversas instituciones públicas [en los tres órdenes de gobierno]. Se han relegado al uso familiar, comunitario, se ha disminuido el uso. Por políticas públicas monolinguales dejaron de transmitirlas también a sus hijos, y a todo eso hay que agregarle la discriminación”, dice Javier López Sánchez, director del Inali.
El Universal visitó cinco comunidades donde se habla kiliwa, oluteco, kaqchikel, mochó y odami tepehuano, donde se comprobó que el promedio de edad de los hablantes rebasa los 70 años de edad. En todas escuchamos expresiones como las siguientes al preguntarles sobre su lengua originaria: “Cuando mucha gente me ve llegar, como que se burla… Yo me acostumbré a soportar y a ser resistente. Si no seguimos hablando es como si ni hubiéramos nacido. Me duele mucho el alma que nuestra lengua se acabe”.
Fuente: El Universal.