Alianzas tóxicas

Óscar G. Chávez

Más allá de las muchas interpretaciones y diversos enfoques, el caso del diputado Marcelino Rivera, es un buen ejercicio de análisis en el que se evidencian y miden los caprichos del poder y las formas en que puede ser sometida y utilizada la cada vez más inexistente oposición legislativa. También, desde luego, los cada vez más limitados recursos que puede utilizar en su beneficio.

Del no reconocimiento como diputado y la toma de protesta a su suplente, entre los gritos, manoteos producto de la frustración y amenazas del panismo potosino por recurrir a cuanta estrategia legal estuviera a su alcance (como si todavía creyeran en ella y tuvieran estrategas), a la sentencia que ordenaba al Congreso instalar al defenestrado en un plazo no mayor a 48 horas. Obedézcase pero no se cumpla.        

Notorio fue el apoyo que ayer obtuvo el diputado Rubén Guajardo para incluir en la orden del día la toma de protesta ordenada por el Tribunal Estatal Electoral. Los seis votos contra los 21 del oficialismo (incluido el del usurpador sin partido que por decencia debió abstenerse) representan un perfecto ejemplo de cómo se dará la negociación del voto entre la minoría y el Verde y sus aliados.

El aporte de la minoría, podemos llamarla opositora por ociosa ficción, es y será intrascendente; nada aporta pero para el oficialismo será simbólico el control pleno. Los votos calculados e insignificantes en estos días del Revolucionario Institucional y Movimiento Ciudadano no son de trascendencia alguna, incluida la minuta de la incorporación de la Guardia Nacional a la Secretaría de la Defensa Nacional, pero les permiten calibrar en el ámbito de lo local el futuro valor de sus votos. Consideremos que la abultada fracción de Acción Nacional los mantendrá como aliados en tanto no les lleguen al precio (o les formen carpetas de averiguaciones) porque las dos priistas y el de Movimiento Ciudadano, honestos, lo que se dice honestos, no son. 

Alianzas tóxicas que pueden durar la víspera pero nunca los tres años.  

En abril de 1987 (dentro del ciclo “Writers talk about themselves”, dirigido por Walter Percy en el Simposium Latin American Fiction Today en Nueva York) el escritor argentino Ricardo Piglia leyó un relato al que tituló en Prisión perpetua (publicado por Angrama en 2007). En cierta parte dice:

Una mujer en Arkansas roció a su marido con nafta mientras dormía y lo prendió fuego pero antes tuvo la precaución de atarlo a la cama para que no incendiara la casa con su cuerpo en llamas. […] lógica de los pequeños detalles.

Una mujer que vive varios años con un hombre acumula la suficiente cantidad de razones como para atarlo a la cama y prenderlo fuego. Los maridos, en Arkansas, deben ser ejecutados por el modo autocomplaciente con que someten y avasallen a sus cónyuges. Repiten con las mujeres el mismo trato que usan con sus obreros, empleados, sirvientes, subordinados o inferiores de cualquier condición. El carácter natural de ese sometimiento sólo puede ser alterado con un acto de violencia. Por lo tanto los crímenes pasionales cometidos por mujeres son una versión concentrada del ansia de libertad que late sofocada en los oprimidos de cualquier sociedad. Estos asesinatos femeninos son la realización de las esperanzas secretas de miles de personas.

El matrimonio es una institución criminal, dijo después. Una institución pensada para que con sus lazos se ahorque uno de los cónyuges. Ése es el sentido de la sentencia hasta que la muerte nos separe. El crimen femenino es su resultado lógico. La suicidas como Madame Bovary o Ana Karenina […] son utopías masculinas. Proyecciones invertidas del terror que les provoca a los hombres captar la mirada asesina de sus mujeres. ¡Entonces las convierten en suicidas! Esas historias son cuentos de hadas para varones, fábulas tranquilizadoras, parábolas con moraleja. Cuentos contados entre hombres en la intimidad del vagón de fumar del expreso París Moscú.

Habría que imaginar, en cambio, […] a Madame Bovary como Raskolnikof para que las cosas mejoraran. La heroína es un criminal. Pero esos son los cuentos que se cuentan las mujeres en la intimidad de un coche cama en el expreso Moscú París.

Un tren en la inmensidad de la noche.” 

Sexagésima cuarta legislatura: institución criminal integrada por alianzas tóxicas de sometidos intoxicados.   

Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Astrolabio.

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