Abelardo Medellín Pérez
Aunque la retórica simplona del gobierno de San Luis Potosí intenté hacernos creer lo contrario, la realidad es que los recursos que alimentan la voraz máquina clientelar, de la que dependen la Gallardía, nunca han salido del aire.
A nadie pueden sorprender los retrasos a pagos de trabajadores del Poder Judicial, los recortes e impagos discretos que el estado efectúa contra fondos de maestros o filtros sanitarios, el jineteo de recursos para partidos políticos o recortes al presupuesto de órganos autónomos.
Todos estos ejemplos de lo que, aparentemente, sería solo una mezquindad presupuestal dolosamente ingenua, en realidad han sido los recortes que el gobierno debía emprender para sostener la estructura de apoyos sociales de la que dependen el cargo de la esposa, el puesto del amigo, el curul plurinominal del compadre, la reelección del alcalde aliado, de la que depende la falacia popular Gallarda.
Si los apoyos sociales que tanto presumen el gobernador, su esposa y el séquito de lacayos, realmente buscarán atender el problema de pobreza en el estado, entonces no importaría si se suben impuestos o crean nuevos conceptos de cobro con tal de financiar un programa social urgente, que requiere la solidaridad implícita de una sociedad organizada bajo el mando de un Estado.
Pero no. La estrategia y la intención de la Gallardía jamás ha sido erradicar la pobreza ni siquiera el mantener una política fiscal racional y que no afecte a la población.
La verdadera estrategia del gobierno entonces es: defender la imagen del pollo, no importa el costo.
No importa si hay que cortar los ingresos del gobierno, mientras al mismo tiempo pagamos programas sociales mal planificados; no importa si comenzamos a regalar licencias de conducir, siempre y cuando tengamos dinero apartado para pagar espectáculos y diversiones; no interesa si los programas sociales se convierten en condicionantes de los derechos políticos del ciudadano, si lo importante es que vean al gobernador entregando cada uno de ellos, como un jefe carismático que no sabe gobernar, pero al menos sabe maldecir y hacer show.
Ante un panorama como este, resulta evidente por qué el gobernador Ricardo Gallardo Cardona se ha desvivido en mentiras y negación con tal de ocultar los nuevos impuestos que su gobierno comenzará a cobrar a partir de este 2025.
El más notorio de estos nuevos impuestos fue el correspondiente a la renovación de la tarjeta de circulación que advirtieron los ciudadanos que se disponían a hacer el pago de control vehicular, recién cuando empezó el año.
Este nuevo impuesto asciende a un monto de aproximadamente 787.88 pesos, que se suman al pago regular del control vehicular de mil 452.12 pesos y dan un total de 2 mil 240 pesos, solo por este concepto.
Si tan solo tres cuartas partes del parque vehicular de San Luis Potosí registrado cubrirán dicho pago obligatorio, el gobierno ingresaría para el próximo año más de 780 millones de pesos. Esos son recursos suficientes para construir otra Arena Potosí, o para pagar los adeudos que esta obra dejó.
En contraste con la cantidad de dinero que planean ingresar, las justificaciones a este problema han sido escasas y burdas.
Está mañana, el secretario general de Gobierno, Guadalupe Torres Sánchez, en sustitución del gobernador (que aún está de vacaciones), afirmó que, aunque se cobre un nuevo impuesto, al menos no se cobra la tenencia.
La respuesta, además de absurda, resulta ser un insulto a la inteligencia de la gente que dicen gobernar; nadie la preguntó al secretario qué cosas no pagamos, se le preguntó POR QUÉ PAGAMOS MÁS POR UN IMPUESTO QUE NO SE JUSTIFICA, y ante la duda, Torres Sánchez no mostró ni un atisbo de inteligencia o una respuesta real.
No es que el secretario no sepa qué decir, es que no puede decirlo.
Por un lado, sí, aumentar impuestos es impopular y por eso hay que obligar a que las mentes menos ingenuas del gobierno difundan maromas elaboradas para parecer mandatarios considerados.
Por otro lado, está la viva sospecha de por qué el aumento se cargó a un rubro como la renovación de la tarjeta de circulación.
Desde diciembre de 2021, sabemos que el gobierno de Gallardo contrata empresas “de la maldita herencia” para hacer trabajos como la expedición de las licencias de conducir, empresas que han sido señaladas, incluso, de triangulación de recursos.
Hace tres años se reveló que el gobierno potosino había sostenido un contrato de expedición de licencias de conducir con la empresa COSMOCOLOR, S.A. de C.V., propiedad del ex diputado federal por el Partido Verde Ecologista de México (PVEM) Jorge Kahwagi.
Durante el gobierno de Marcelo de Los Santos se encontró un pago sin factura por 78 mil 151.25 pesos identificados con el código de erogación SP04155 y otro más por 421 mil 848.75 pesos identificado con el código SP04154, ambos del 15 de junio de 2009, a la empresa que ahora maquila el programa de Gallardo Cardona.
Y durante el sexenio de Toranzo se realizó un pago por un millón 618 mil 211 pesos cuyo beneficiario debió ser el presidente municipal de Villa de la Paz, pero que al final se le pagó a la empresa COSMOCOLOR sin la emisión de una factura, hecho que no puede ser nombrado de manera más que una triangulación de recursos
Por eso ahora el nuevo impuesto de la Gallardía no puede ser para otra cosa que para la renovación de un plástico que, muy seguramente, quedará en manos de la empresa que muy seguramente ya ayudó a financiar la onerosa forma de gobernador de Gallardo Cardona.
El nuevo impuesto del gobierno no es la reafirmación de lo que no cobran, como afirma Torres Sánchez, ni es un mal necesario, como seguro lo defenderá el gobernador, es un insumo más para el populismo Gallardista y una amenaza de triangulación que suma a las tantas de esta administración.
Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Astrolabio.
Es Licenciado en Ciencias de la Comunicación y Maestrando en Estudios sobre la Democracia y Procesos Electorales en el posgrado de Derecho de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí. Ha trabajado como reportero y columnista en los medios digitales La Orquesta y Arco Informativo; actualmente es reportero de Astrolabio Diario Digital. Ha sido acreedor de dos premios estatales de periodismo en las categorías de Artículo de Fondo y Periodismo Regional.