Antonio González Vázquez
Con Alejandro Moreno Cárdenas el Partido Revolucionario Institucional se ha venido cayendo a pedazos.
Desde que asumió la dirigencia nacional, ha demostrado ser un perdedor nato. Ha llevado al tricolor a la derrota en 11 gubernaturas.
Gracias al PAN, el PRI hoy gobierna únicamente dos estados; en 2018, gobernaba 17. El desplome es dramático para un partido antes todo poderoso.
En la Cámara de Diputados, cuenta con 49 legisladores y de éstos, únicamente 11 de mayoría relativa; suma 38 de representación proporcional, de modo que tiene apenas 9.8 por ciento de la composición en la Cámara Baja.
En el Senado de la República, el PRI solo tiene 9 de 128 escaños.
Nunca antes ese partido había sido liderado por un dirigente con esa foja negativa. Su fallida dirigencia, también ha provocado el éxodo incontenible de dirigentes y militantes que prefirieron abandonar el barco antes de que se hunda.
El fracaso le ha acompañado durante los últimos cinco años y literalmente está a unas semanas de cargar con más descalabros.
Son muchos los ex gobernadores, senadores, diputados federales y locales, alcaldes que han huido del PRI de “Alito”. La sangría de militancia es inconmensurable, no ha parado desde que Moreno Cárdenas llegó a la presidencia del Comité Ejecutivo Nacional.
Con todo y ese palmarés oprobioso, anteayer estuvo de visita en la capital potosina, donde sostuvo un encuentro con el priismo para intentar inyectar ánimo en unas huestes por demás alicaídas.
Reunidos en la explanada de la sede del Comité Directivo Estatal, el encuentro derivó en un acto de apoyo a Enrique Francisco Galindo Ceballos.
Poco o nada cambiará para el PRI luego de la visita de Moreno, de nada sirven la presencia y palabras de aliento de un dirigente que ha ido llevando al partido al abismo.
Las campañas de las y los candidatos del tricolor en la entidad caminan a paso muy lento en la oscuridad del anonimato. A dos semanas de su cierre, no han logrado despertar emoción alguna en el electorado.
Las y los priistas han sido incapaces de generar al menos cierta expectativa de competencia real frente a la Gallardía y Morena.
No se ve por ninguna parte que pueda haber “tiro” en las urnas; no la ha habido a éstas alturas de las campañas: el PRI ya no representa lo que antes fue: una fuerza demoledora a partir de los cuantiosos recursos económicos, humanos y materiales de los que se beneficiaba cuando era gobierno.
Su poderío se ha ido desvaneciendo durante el último lustro y Moreno Cárdenas es el principal responsable. Las estadísticas electorales no mienten, aunque los priistas se empeñen en negarlas.
Todavía en las elecciones de 2021, el entonces gobernador Juan Manuel Carreras López vaticinaba que el PRI ganaría la gubernatura, las diputaciones locales y federales, así como las alcaldías. Ese carro completo nunca llegó, lo que hubo fue un monumental fracaso.
Tras perder esas elecciones y con ello la gubernatura ante el Partido Verde y el Gallardismo, el priismo local cayó en un tobogán: dos diputados locales y 16 alcaldías, así de minúsculo es un PRI que tampoco ganó ninguna diputación federal.
La realidad tricolor es esa.
Moreno Cárdenas podrá afirmar que su partido va a ganar el 2 de junio porque tiene las mejores propuestas y los mejores candidatos, sin embargo, del dicho al hecho hay un enorme trecho.
De acuerdo con tres ponderados de encuestas (que suman unos 36 estudios demoscópicos distintos), el PRI tiene un índice de rechazo electoral superior al 48 por ciento.
Otro elemento real acerca del negro futuro que le espera a ese partido, es lo que resultó del Simulacro Electoral Universitario celebrado el martes de la semana pasada en el país.
Más de 300 mil estudiantes de 400 instituciones de educación superior participaron con su voto en urnas: Claudia Sheinbaum Pardo, obtuvo el 65 por ciento de los votos, Jorge Álvarez Máynez de Movimiento Ciudadano, 22.2 por ciento y Bertha Xóchitl Gálvez Ruiz, 7.7 por ciento.
En San Luis Potosí, participaron 6 mil 500 universitarios y el resultado fue similar.
El PRI como parte de la Coalición Fuerza y Corazón por México, está en caída libre.
Hace unas semanas, en su visita a San Luis Potosí, el dirigente nacional del PAN, Marko Cortés Mendoza aseguraba que, con el inicio de las campañas locales, la presidencial observaría un repunte vertiginoso de tal fuerza que Xóchitl alcanzaría a la puntera Sheinbaum.
Las campañas en el estado iniciaron el 20 de abril y ese efecto revitalizador no se concretó.
Salvo la campaña de Enrique Galindo, pareciera que las del resto de candidaturas de panistas, priistas y perredistas no existieran.
Fuerza y Corazón por México se ha concentrado en el ayuntamiento capitalino como su única opción con posibilidades reales.
La “madriza” electoral prometida por el gobernador José Ricardo Gallardo Cardona está cerca de concretarse y los priistas poco hacen para evitarla.
La dirigencia de Moreno Cárdenas ha sido desastrosa y en el plano local, la de Sara Rocha Medina resultó ser una fiel copia de su líder: dividió al partido, se apropió de éste y pronto pagará las consecuencias de eso.
Para esa dupla no hay problema, “Alito” tiene asegurado un escaño como Senador de Representación Proporcional e idem, Sara Rocha en el Congreso del Estado.
Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Astrolabio.
Es Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Autónoma de San Luis Potosí. Ha sido docente de la Facultad de Ciencias de la Comunicación durante 25 años. Además, durante 30 años se ha desempeñado como periodista en medios como El Heraldo, El Mañana de Ciudad Valles, Pulso, Milenio San Luis, Diario Digital San Luis, Librevía, La Jornada, Global Media y actualmente en Astrolabio Diario Digital y Periodismo Político.com. También ha sido corresponsal de medios nacionales como Agencia de noticias Notimex, La Jornada y Milenio.