Yo he basado mi causa en nada
Max Stirner
Frater Ignatius
Cuando hablamos de anarquismo, generalmente nos hacemos una idea falsa del concepto. En ocasiones para nombrar el desorden, mencionamos varias veces este vocablo, queriendo dar un sentido del caos. No es así. El anarquismo es un concepto ligado a la noción de autoridad casi en un sentido dialéctico.
Intentaremos desarrollar esta noción en diferentes vertientes.. En primer lugar, en su sentido más generalizado, el cual no es tan fácil de captar. Es una de esas ideas que se puede considerar un adjetivo pero también un sujeto. Palabra polisémica, la cual puede estar referida tanto a un movimiento de corte político como a una postura artística o incluso filosófica. Es también un tema incendiario que cimbra al individuo, al grado de virar su vida drásticamente.
Podemos afirmar la esencia de vitalidad del anarquismo. Es decir, es una sensibilidad, una disposición a negar todo tipo de autoridad con el fin de encontrar libertad plena de pensamiento y una felicidad acorde al sentir de cada individualidad.
Otro vocablo clave es: desafío. Todo se pone en cuestión respecto a la autoridad ejercida sobre los individuos, y más aún en el individuo concreto, de carne y hueso. Porque otro de los peligros del extravío del hombre, es generalizar y homogeneizar a los humanos como si fuésemos una masa informe proclive a ser manejada al antojo de unos cuantos vivales.
El anarquismo es capaz de sembrar un vergel en el ámbito del pensamiento. Su lema es: “Contra toda Autoridad”. Esos mandatos pueden emanar de un colectivo, de un monarca, de un estado, de una religión o de una ideología. Uno dice un rotundo no a esa fuerza cuyos fines son sojuzgar al hombre en concreto, al ser humano en su carácter único e inmanente.
Mijaíl Bakunin resume con sabias palabras las directrices del anarquismo: “En la humanidad hay dos tipos de personas: las que obedecen y aspiran a ser obedecidos, y las que desafían la autoridad: ni obedecen ni quieren ser obedecidos. Su máxima es la Libertad”,
Debe quedar claro que un anarquista no es solo un rebelde. El faro rector de este pensamiento es precisamente la luz del entendimiento. Es decir, el anarquismo aspira a encontrar la mayor libertad y vivir de una forma en el que se respete al individuo y al mismo tiempo se conviva con una colectividad a sabiendas que está compuesta de individuos con aspiraciones y anhelos. La conciencia debe ser el báculo para marchar con alegría en esta vida enigmática y pletórica tanto de belleza como de horror.
En estos breves escritos, revisaremos a los grandes pensadores anarquistas, considerando siempre que los más grandes son precisamente anónimos. Antes procuraremos hacer un bosquejo de la problemática al intentar definir esta potente idea. Probar que el pensamiento anarquista es una veta muy rica para la discusión fecunda entre distintas facciones del pensamiento; tanto político como artístico o filosófico. Por ello, se ha titulado: Anarquismo y cultura.
Creemos firmemente que el anarquismo no se limita solamente al aspecto político, también deja sentir su poderosa influencia en los terrenos de las artes en general, en la religión, la filosofía, la economía, incluso en la ciencia.
La certeza queda en pie: la posibilidad de incentivar una sensibilidad distinta después de hacer esta breve pero provechosa travesía. Y tal vez, a la manera de los anarquistas clásicos, iniciar una cruzada con teoría y acción a la par.