José de Jesús Ortiz
Compartió salón de clases con Hugo Sánchez Márquez, el Pentapichichi, su vecino en la colonia Jardín Balbuena, a quien recuerda con grandes condiciones futbolísticas. Años después, fue uno de los fundadores —junto con Raúl Greñas— de Luzbel, una de las bandas de rock más emblemáticas de los años 80’s, desde el heavy metal y la crítica al estamento religioso. Hoy, Antonio Morante Lezama (Ciudad de México, 1957) es un maestro universitario, matemático, doctorado en Ciencias Aplicadas, apasionado de la ciencia. No ha olvidado al rockanrol y ocasionalmente se presenta con un grupo integrado por algunos de sus compañeros, profesores e investigadores.
Dice que la ciencia es parte esencial del conocimiento humano ordenado, “la mejor herramienta para entender mejor la naturaleza y sobre todo ponerla al servicio de nosotros mismos como humanidad”. De las matemáticas, otra de sus pasiones, considera que, pese a su belleza, en la vida de todos los días “no se necesitan más que las que aprendes en la primaria”, además de que “la forma en que las aprendemos hacen que no sirvan para nada”.
Dejó Luzbel a finales de la década de 1980, tras ellos se instaló en la capital potosina en la que, años después, retomó la licenciatura en matemáticas que había dejado inconclusa en el Instituto Politécnico Nacional y luego hizo estudios de posgrado —Maestría y Doctorado— en Ciencias Aplicadas en la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, institución en la que se desempeña como profesor investigador y cuyas líneas de interés son los sistemas dinámicos (relacionados con la teoría del caos) y el uso de software libre en la enseñanza de las matemáticas.
En la historia del rock en México, sin duda, Luzbel ocupa un lugar de primer orden: fue quizá la banda más representativa del metal nacional, de gran calidad, y con la voz excepcional de Arturo Huizar y su lírica plagada de elementos religiosos y sociales, marcó toda una época a mitad de los años 80’s. De ello, Morante Lezama fue parte esencial como bajista y cofundador del grupo.
Entrevistado en su cubículo de la Facultad de Ciencias de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, Antonio Morante, La rana Morante, como le conocen sus amigos de aquella época, tiene un trato cordial y voz pausada. La estética de ropa de cuero, chamarras, botas y cabello largo, ha quedado atrás, a los 65 años dice que quiere seguir estudiando música y retomar el contrabajo. Una mañana de octubre se da tiempo para la entrevista y las fotografías, con su bajo que siempre lo acompaña.
Rememora: “Nací el 17 de enero de 1959 en la ciudad de México, los recuerdos de mi infancia empiezan como a los cinco o seis años cuando mis papás se cambiaron a la Colonia Jardín Balbuena en el famoso Retorno 7, Avenida del Taller Número 19. Fui compañero de Hugo Sánchez en la primaria, en la escuela Estados Unidos Mexicanos, fuimos compañeros toda la primaria y de hecho estuvimos también en la misma secundaria, en la Doctor Nabor Carrillo Flores, pero ahí ya no estábamos en el mismo grupo. Esa dirección del Retorno 7 fue el cuartel de Luzbel por mucho tiempo, siempre ensayamos ahí. Hice la primaria y la secundaria en la Jardín Balbuena, luego el bachillerato en la Vocacional 2 del Instituto Politécnico Nacional, después ingresé al Poli en la Escuela Superior de Física y Matemáticas donde dejé trunca la carrera”.
“Desde niño, desde muy chiquillo, como a los ocho o nueve años empecé a tocar, o dizque tocaba, mi papá se dio cuenta que nos gustaba la música a mi hermano y a mí, entonces compró unas guitarras ahí chafillas japonesas, mi hermano me arregló mi guitarra, siempre, mucho tiempo toqué con él, toca la guitarra y me arregló una: le cambió las cuerdas, puso la quinta y la sexta como primera y segunda del bajo y luego ya compramos otras dos cuerdas para el bajo y un amplificador Radson, de esos para vender tamales, ese era mi equipo cuando tenía nueve o diez años.
Astrolabio: ¿Qué más recuerdas de aquella época?
Antonio Morante Lezama: Algo que es anecdótico, es que, estando así chavillo, mi hermano fue y nos inscribió en un concurso, en un programa que se llamaba Wonderlandia, me acuerdo que estaban Janet Arceo y Verónica Castro como animadoras. Fuimos ahí a tocar, tenía como 10 años, debió ser a finales de los 60, por ahí de 1969, tocamos dos canciones, me acuerdo que fuimos a hacer la prueba y estaba Gaspar Henaine Capulina, le causó mucha gracia que estuviéramos ahí, llevábamos un equipo bien fregado, los cuates contra los íbamos a competir eran unos muchachos creo que del Pedregal llevaban Fender y nos dijeron ‘pues si quieren les prestamos el equipo’, entonces yo me conecté y tocaba y decía ¿por qué no suena? No sonaba porque no tenía conectado la bocina al amplificador, en mi vida, había visto un amplificador de verdad, se acercó Capulina y se moría de la risa, debió decir ‘pobre chavito de 10 años’. Fue muy padre esa experiencia, ya después seguí tocando con mi hermano en muchos grupos de colonia, luego empecé a tocar un poquito más con muchachos de otras colonias, más semiprofesional. A los 18 años entré a la Superior de Físico Matemáticas del IPN y al mismo tiempo entré al Conservatorio Nacional de Música a estudiar contrabajo, pero me ganó, pues era demasiada chamba, no podía estar estudiando: iba de la casa y de la colonia Balbuena a Zacatenco, salía de ahí al mediodía y me iba a Masaryk (en Polanco) al Conservatorio y como no tenía contrabajo había que esperar a que se desocupara uno que usaban los de la orquestita para estar practicando, luego regresaba a la casa. Solo aguanté un año con ese traqueteo, decidí dejar el Conservatorio, estuve ahí un año, junto con el propedéutico.
A: Comentabas que fuiste compañero de Hugo Sánchez, en la escuela primaria y secundaria, ¿recuerdas alguna anécdota en particular con él?
AML: Sí, la más notoria es que desde chiquito era muy bueno para el futbol, desde niño dijo que quería ser futbolista. No éramos amigos muy cercanos, normalmente en la primaria cada quien anda metido en su honda, éramos compañeros del mismo salón de clases, pero no éramos así de los meros cuates, siempre que jugábamos futbol él sobresalía.
A: Fundaste en 1983, junto con Raúl Fernández Greñas, la banda Luzbel, una de las más importantes del heavy metal mexicano, ¿estuviste antes en otros proyectos que fueron su antecedente?
AML: Sí, estuve en varios grupos con Arturo Huizar y Sergio López, no recuerdo el nombre, no era todavía Luzbel; después, estuve tocando en otro grupo que se llamaba Esperanto, tocábamos fúsiles especialmente, recuerdo alguna vez que estábamos tocando en un cafecito que se llamaba La casa del canto, en la Glorieta del Metro Insurgentes, y estaba tocando ahí el grupo Equus, que después fue Ultimatum, yo me acerqué con Fernando Meave y les dije ‘oigan ando buscando grupo, ¿no necesitan bajista?’, y me dijo ‘no, pero te invito a un ensayo, acaba de llegar de Inglaterra un guitarrista buenísmo que anda buscando elementos, se llama Raúl Greñas, llámale’. Era finales de 1982, total que le llamé y nos quedamos de ver a principios de enero de ’83, él vivía en La Condesa. Raúl siempre cuenta esa anécdota, yo entonces era muy fresa y en esa época más, llegué con pantalones de vestir y dijo ‘a poco este cuate es el bajista, además está re feo’ (jajaja). Me llevó a su casa, me puso en una casetera unas canciones y le dije bueno ‘dame el casete y yo le hago una parte del bajo y tú me dices qué onda’. Llegué después de dos o tres días, la primera canción de Luzbel se llamaba Death spirit, él la había compuesto en Inglaterra, yo le puse el bajo y cuando lo escuchó me dijo ‘ya contratado’. Y de ahí para adelante.
A: Como Luzbel, su primer disco Metal caído del cielo lo graban en 1985, ¿qué tan difícil era en aquella época el espacio de desarrollo para un grupo de rock y de heavy metal en particular, aún persistía el estigma sobre la música de rock?
AML: Sí, era difícil, además las condiciones de los lugares donde tocabas normalmente no eran muy buenas, estaban por supuesto las tocadas en los hoyos fonquies, en Tlatelolco, en el deportivo Antonio Caso, en el Metro Balderas y demás; a veces te invitaban para tocar en la calle o en un terreno baldío, en un bodegón, etcétera. No eran lugares muy apropiados, aunque nosotros cuando empezamos, ya que teníamos nuestro material, salimos el 16 de enero de 1985, nuestra primera tocada fue en un lugar que se llamaba la Rockola, era de un cuate hermano de Memo Méndez, estaba en Coyoacán, era un barecito así como más fresón, ya no eran las condiciones tan rudas y empezamos a tocar mucho. Como teníamos el contacto del Politécnico pues íbamos a la a las escuelas, también tocamos en varias preparatorias. Tuvimos la suerte de que este primer disco era originalmente un demo y Sergio López conocía a Ricardo Ochoa, llevó el demo y les gustó, dijo ‘así como está’. Lo sacamos, lo empezó a sacar en radio cuando todavía no era disco, en WFM. Empezó a salir en radio y rápido, fue un cambio tremendo, empezamos a tener jale, tocadas, no bien pagadas todavía ni en lugares súper padres, pero ya empezamos a tener mucho trabajo.
A: ¿En el terreno musical, que rescatarías de aquellos años y cuáles fueron para ti las principales influencias musicales que marcaron tu trabajo, más allá de tu paso por el Conservatorio?
AMl: En realidad empecé a oír así con detalle el bajo un poco más grande como a los 11 años, la primera influencia fue un disco que me regaló mi hermano de Creamy escuché a Jack Bruce (el bajista) y dije ‘ay, hijo de la tostada’. Luego ya empecé a oír con más detalle a algunos bajistas, de esa época, así de rock pesado sin duda Uriah Heep, a Gary Thain; yo no había oído con calma, aunque a mi hermano le gustaba mucho, Chicago y los primeros discos cuando aún no era comercial sino que era realmente más bien como jazz rock; también Peter Cetera, igual, fuera de serie; me gustaba mucho un grupo que se llamaba Mountain, todo mundo lo conoce por el guitarrista Leslie West que ha sido ídolo de muchos guitarristas famosos, pero el bajista Felix Pappalardi era tremendo; mucho después descubrí a Paul McCartney y dije ¡qué bárbaro! En realidad todos estos bajistas, muchos de ellos no eran realmente solo bajistas, sino eran guitarristas o pianistas, músicos más completos, que tocaban el bajo con líneas musicales estéticas, no era solo la base sino que había una melodía atrás. Después empecé a oír por supuesto a Stanley Clarke, a Jaco Pastorius, etcétera, era más en la onda de jazz rock, también fueron influencias para mí…No soy realmente metalero, metalero. En Luzbel, sus primeras canciones no eran metaleras, eran canciones de todo tipo. De Raúl (Greñas) una de las cosas que le admiro muchísimo es su capacidad para componer, además de ser un excelente guitarrista y toca de todo: blues, jazz, toca un funky, toca lo que le pidas. Al principio las canciones eran así, ya después empecé a oír algunos grupos metaleros como Manowar, Judas Priest, por ejemplo, Iron Maiden, pero yo no era realmente tan metalero, me gustaban más otras influencias.
A: Cuando surge Luzbel, desde el nombre de la banda había una declaración de intenciones, sus temáticas en canciones clásicas como El ángel de la lujuria, Sin piedad, Pasaporte al infierno, entre muchas otras, tienen claras referencias bíblicas, de crítica a la Iglesia y al estamento religioso ¿cuáles eran sus influencias literarias o de dónde venía su acercamiento a estas temáticas?
AML: Era básicamente Arturo el que hacía las letras, era su onda que traía más o menos de crítica social en general y por supuesto no podía escapar la parte de la Iglesia como institución, a veces como institución digamos no muy honesta. La canción de Por piedad tiene una anécdota que contaba Arturo, dice que en realidad él en un viaje que hizo entró a una iglesia y vio ahí a un Cristo de esos que tienen pelo natural, y que lo vio tan amolado que le inspiró esa canción (“En tus ojos se siente el dolor infinito, al ver a tus hijos pelear por instinto, pies y manos clavados en tu madero me hacen cambiar el camino hacia tu cielo. Por piedad, no lo soporto, bájate de esa cruz”, dice parte de la canción). Realmente la crítica es hacia la sociedad, al hombre que por una parte se persigna, pero por otra tenemos todo este problema de la violencia, de las guerras, etcétera.
A: En algunos lugares eran señalados como satánicos y que manejaban mensajes ocultos en las canciones.
AML: Sí, de eso es recuerdo muy bien en una tocada allá en San Cristóbal de las Casas donde había un grupo religioso que no quería que tocáramos, finalmente sí tocamos, fue el padre, echó agua bendita, bendijo y demás. También nos pasó en Ciudad Juárez, y como a manera de sátira, de decir no es cierto, pero para que vean que sí somos medios satánicos la primera canción del disco Luzbel Luzbel que se llamó Holocausto —originalmente se llamaba Lluvia de metal—, en esa época yo estaba leyendo El paraíso perdido, de John Milton, y entonces les dije ‘vamos a poner esta frase’ y pues es muy fácil: tú volteas la cinta, al revés, le cambias el pitch, y entonces ya se oye esa voz de diablo, era la frase de ‘que importa el sitio donde yo resida si soy el mismo y el que debo ser, más vale reinar en el infierno que servir en el cielo’, que es un fragmento de Milton, lo puedes ver en youtube, antes la única manera era con el tornamesa, le quitabas la velocidad y lo ponías con el dedo al revés y se oía clarito eso, pero fue pura vacilada.
AD: Estuviste hasta 1990 como bajista de Luzbel ¿por qué dejas el grupo?
AML: No dejamos el grupo, el grupo tronó, por lo que truena todos los grupos de rock, por diferencias personales.
A: ¿Por egos?
AML: No era tanto como egos, teníamos diferente visión de lo que debía ser el grupo, Raúl era una persona muy dominante, entonces tal vez sintió que se le iba un poco de la mano el liderazgo musical, cada quien aportaba algo, mi formación musical me permitía a mí saber lo que tenía que ver con la ecualizada del equipo, el encargado de llegar y sonorizar era yo, además de hacerme cargo de las cuentas; todos teníamos una participación, pero digamos que Raúl siempre componía la música, todos los demás llegábamos y nos daba la oportunidad de que pusiéramos nuestra parte, él llegaba con el riff y tú decías ‘pues esto le queda así’. Tenía muchas diferencias sobre todo con el baterista, Hugo Tamez, y pues el grupo tronó gachamente. Hicimos el compromiso supuestamente de que ya no se iba a volver a reintegrar el grupo y fue cuando yo me vine para acá (a San Luis Potosí), toqué un tiempo comercial allá en México en el Hotel Aristos, también un tiempo en la cadena de los Barón Rojo de los Wings, todo era comercial, fusil. Luego me vine aquí para para tratar de seguir tocando, tenía un equipo de tamaño monstruo, tenía los discos, tenía, todas las revistas y dije ‘pues me voy para allá y la voy a hacer en San Luis’. Se vino a mi familia para acá y yo me vine también, pero realmente me di cuenta que no podía y fue cuando otra vez regresé al camino de las matemáticas.
A: ¿Por qué salió Arturo Huizar de la banda?
AML: Fue básicamente por indisciplina, sin duda Arturo en esa época era posiblemente el mejor cantante de rock, tenía un tono de voz muy alto, la verdad componía súper padre, las letras cuando uno las analiza y sobre todo a veces que conoces la historia de la canción dices pues está bien, muy padre lo que está diciendo. Sin embargo, como muchos de los cantantes pues no era muy disciplinado, por ejemplo: el equipo nos lo teníamos que comprar nosotros, entonces hacíamos esfuerzo para ahorrar y comprar, nos compramos nosotros nuestro propio equipo de refuerzo, no era muy grande, pero ya eran unos 2000 watts, con los marshallotes (bocinas) grandotes en los equipos, y el único que aportaba más que su micrófono —y eso mucho tiempo después— fue Arturo; y luego, pues lo clásico de que llegábamos y no había una organización, uno lo hacía de todo, había que contratar el transporte y llegaba uno con los secres y si no había un secre había que cargar uno el equipo. Él llegaba a la hora de la tocada y ‘qué tal, ya está todo listo’ y se ponía a cantar, y luego ‘oigan, ¿qué creen? me salió una cosa, ya me voy’, y nosotros teníamos que levantar todo, entonces era pues comodino. Llegó el momento en que nos hartó y dijimos ‘ahí nos vemos’. Ese fue el motivo en realidad, no se la creía muy bien. Luego de él, llegó otro vocalista, Juan Bolaños que es mi compadre, bautizó a mis hijas.
A: Tienes también una formación científica, propia de la disciplina en que te formaste ¿a nivel personal tienes una postura ante la vida en estos temas relacionados con el pensamiento religioso?
AML: No, un día la regué y dije ‘yo no soy católico’, aunque si estás bautizado entonces sí eres. Mi postura no es tanto de una creencia en un ser divino, sin embargo, siento que hay algo como lo quieras llamar: Dios, naturaleza o lo que quieras, además de una razón de por qué estamos aquí, de que tenemos que hacer algo por mejorar la humanidad. Soy convencido totalmente de que todas las cosas se acomodan bien, si tú obras de buena fe. De las múltiples cosas que hacía cuando estaba joven, y también por eso dejé la carrera, fueron las artes marciales, un tiempo me llamaron la atención y como de los 14 a los veinte y tantos años estuve practicando, tuve la suerte de que primero encontré un maestro que no era un maestro de verdad del arte marcial que yo quería, pero eso me llevó a al Barrio Chino y a conocer dos maestros que sí eran realmente de arte marcial (Kung fu), uno era cocinero, el otro era mesero ahí en la calle de Dolores, en el centro de la Ciudad de México. Con ellos estuve estudiando mucho tiempo, alguna vez pensé dedicarme profesionalmente a eso, a hacer arte marcial, pero en esa onda que andaba me metí un poco en ese tipo de filosofía y desde ese entonces dejé de comer carne, soy vegetariano obviamente, no tomo ni una gota de alcohol, ni fumo nada de nada, ni le hago a ningún tipo de droga. Cada quien puede hacer lo que quiera, pero yo estoy convencido, que eso es bueno para mi salud y así lo hago.
A: Comentabas que tu familia se traslada a San Luis Potosí y por eso te vienes a esta ciudad, hiciste aquí la Licenciatura en Matemáticas en la Facultad de Ciencias, de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, luego la maestría y el doctorado también en la Facultad de Ciencias en Ciencias Aplicadas ¿cómo llegas a San Luis?, ¿tu familia se viene por alguna razón particular?
AML: Sí, mi hermano fue el primero en venirse para acá porque la familia política de él se vino a San Luis, nada más tengo un hermano, y estaba con mi mamá allá en la Ciudad de México y dije ‘no pues vámonos también’, era la época en que empezaba a ponerse un poquito más peligrosa la ciudad, ya había pasado que a un vecino de ahí, muy amigo de nosotros, ya lo habían asaltado, se lo habían llevado a la hora de entrar a la casa con una pistola, no le hicieron nada, pero lo fueron a tirar allá por Santa Cruz; ya estaba medio feo y pensamos que era un buen momento para dejar la Ciudad de México. Nos venimos para acá, mi hermano me consiguió trabajo, él estaba en el INEGI (Instituto Nacional de Estadística y Geografía) y me dijo que ahí necesitaban programadores y entré como programador, me tocó el censo de 1990 y después ya me siguieron contratando.
Era una época en la que estaba complicado: trabajaba en el INEGI y también tocaba con un grupo comercial y nos la veíamos a veces medio apretado económicamente, un tiempo estuve tocando en Zacatecas y al mismo tiempo trabajando aquí…Fue mi señora la que me dijo ‘oye, ¿por qué no terminas la carrera y buscas una mejor opción?’. Así lo hice, me revalidaron la mitad de la carrera que había iniciado en el Instituto Politécnico (de Física y Matemáticas) y terminé la carrera de matemático en San Luis, en la Universidad Autónoma. Quise dar clases y me dijeron ‘no hay de piña chavo tienes que tener posgrado’, hice la maestría después de la licenciatura, nuevamente me dijeron que no había oportunidad y hasta que tuve el doctorado ya pude concursar por una plaza.
A: Cómo te acercas a las matemáticas, ¿fue importante el entorno familiar o tu acercamiento viene por otra vía?
AML: No, no, desde que estaba en México se me facilitaban las matemáticas y mi hermano precisamente había intentado estudiar físico matemáticas, después se fue a ingeniería y total que terminó siendo arquitecto. Y yo, nada más por mamila, dije ‘para que vean que yo sí puedo, voy a estudiar matemáticas’, y me gustó. Desde el momento en que llegué me gustaron, me siguen apasionando, siento que hay una gran afinidad entre las matemáticas, es algo estético, y el arte. Me identifico mucho con esa parte, digamos bella de las matemáticas, disfruto cuando leo un teorema, cuando hago algo así me causa placer.
A: ¿Cuál es para ti la relación entre la música y las matemáticas?
AML: Hay por supuesto una relación de carácter estético, algunas veces he estado dando una plática que se llama ‘De músico, matemático y loco todos tenemos un poco’, no es así el dicho, pero lo adapté, y pues hay varias teorías sobre la estética del arte y las matemáticas en particular con la música, tiene que ver mucho con la física de los sonidos musicales, a veces un sonido nos parece agradable, consonante y a veces disonante, es la manera en que una nota está compuesta con armónicos.
A: ¿Qué es para ti la ciencia?
AML: Pues es parte del conocimiento humano, del conocimiento ordenado, como descubrir la naturaleza y sobre todo ponerla al servicio de nosotros mismos como humanidad. Un problema que a veces veo en las matemáticas es que son muy bellas, pero también hay que verlas como algo utilitario, algo que va a beneficiar la vida de las personas; cuando empecé a hacer aquí algo de investigación eran cosas medio esotéricas que finalmente creo que nada más le podrían interesar al 20 por ciento, al grupo de investigación y etcétera. Creo que en realidad hay que hacer eso, pero también hay que hacer cosas que tengan un impacto en la sociedad.
A: En El mundo y sus demonios, Carl Sagan dice que la manera de pensar científica “es imaginativa y disciplinada al mismo tiempo, esta es la base de su éxito. La ciencia nos invita a aceptar los hechos, aunque no se adapten a nuestras ideas preconcebidas”. ¿Coindices con esta idea?AML: Sí, claro, es nuestra mejor herramienta para entender mejor para entender la naturaleza, la religión es un dogma, es contemplativo; el arte busca la estética, la belleza, aunque realmente cada parte del saber humano tiene su razón de ser, su enfoque, también hay cosas para para los cuales, la ciencia puede quedarse un poco corta, pero hasta ahorita ha probado ser la mejor manera la manera de obtener un conocimiento cierto de las cosas.
A: Eres profesor en la Facultad de Ciencias, trabajas con estudiantes universitarios, ¿cuáles serían para ti los principales problemas que existen en la formación de estudiantes y la enseñanza de las matemáticas?
AML: Para mí ha ido cambiando, en el transcurso del tiempo en que he estado aquí, tengo 22 años en la Facultad, creo que son las formas de aprender de los alumnos, ahora buscan cosas que se les presenten de manera muy rápida; entonces, cuando tú haces una argumentación larga, profunda, pierden interés. Posiblemente otra cosa que tiene que ver mucho es que tal vez ya no hay tanto trabajo para los matemáticos como uno podría pensar, antes uno decía ‘matemáticas donde quieres se usan’, pues sí, ¿y dónde te contratan ahora?, es que ya no hay tanta chamba, entonces a lo mejor hay cierta desmotivación para el futuro de una persona…la principal cosa para mí es la actitud, que no es culpa tampoco de los estudiantes, nosotros tal vez no los hemos sabido encauzar para que estén motivados. Tal vez necesitamos, como profesores, salir de nuestra esfera de investigador y acercarnos a vincularnos con la industria y saber qué darles a los estudiantes.
A: ¿Cuál sería para ti es el papel de las matemáticas en la vida cotidiana y en la solución de los muchos problemas que tienen las sociedades actuales?
AML: Mi punto de vista es que en la vida cotidiana no se necesitan más matemáticas que las que aprendes en la primaria, no quiere decir que no debes de aprender más matemáticas, pero la forma en que las aprendemos hacen que no sirvan para nada. Tú vas al banco y necesitas a lo mejor hacer una operación de cuánto te va a dar tu cuenta, el interés anual de tal por cual; vas al mercado y tienes que dar el cambio si pagas con un billete de tanto; estás en una construcción y dices tantos metros cuadrados tengo que comprar de piso, pero ¡son cosas elementales!, realmente súper elementales. Yo quisiera preguntarle a cualquiera ¿cuándo ha tenido que resolver una ecuación, una mísera ecuación de segundo grado? y la verdad es que nunca…tal vez el enfoque debe ser darles a los chavos lo que necesitan y darles una formación de pensamiento matemático más que de técnicas o de algoritmos que en su vida van a usar.
A: En la Facultad de Ciencias formaste el grupo Los Barbahanes, ¿aún siguen presentándose?
AML: Sí, aunque en realidad no lo formé yo, nos juntamos así entre los cuates y ha ido evolucionando este grupo, son profesores de aquí de la Facultad o del Instituto, ahorita vamos a tocar al rato, tocamos fusiles, no tocamos nada de música original, tocamos de tocho morocho, todo es básicamente rock, desde el rock sesentero de Rolling Stones, Beatles, etcétera, y tocamos algunas canciones un poco más modernas, pero todo es fusil, por mero pasatiempo, nadie está pensando como algo profesional, es para nosotros, para sentirnos bien y que siempre queremos seguir tocando. Se formó por el 2005-2006, ha habido cambios y cambios.
A: Como científico, qué opinión tienes de que, por vez primera en la historia del país, una mujer académica y científica sea la presidenta ¿te genera alguna expectativa en particular?
AML: La verdad no me genera una expectativa, es una visión personal y no dudo para nada, por supuesto, de la capacidad de la presidenta y de su capacidad como científica, pero dudo un poco de su libertad para tomar decisiones, para dirigir el rumbo del país. Siento que está atada a una filosofía, a un proyecto político que desde mi punto de vista no ha sido exitoso, yo diría tan malo como todos los demás gobiernos. Si tú me preguntas por qué, veo las cifras de homicidios, de desaparecidos, veo el crecimiento económico, el tratamiento de nuestro sistema de salud, la educación que está muy cerca de mi quehacer y no veo que sea para nada mejor. No es algo personal. Mi punto de vista es bastante pesimista.