¿Apoyo del Pollo?

Óscar G. Chávez

En la marcha del pasado domingo 27, realizada en la Ciudad de México, por simpatizantes del presidente López Obrador, destacaron algunos miembros del gabinete presidencial, legisladores y gobernadores estatales de extracción morenista y gobernadores que sin pertenecer a ese partido simpatizan (o eso dicen de dientes para afuera) con el presidente de la república. Dentro de estos últimos destacó el gobernador de San Luis Potosí, Ricardo Gallardo Cardona.

Al margen de la antipatía o simpatía que mostremos hacia el presidente y  la razón o sinrazón que le otorguemos a la marcha, resulta pertinente preguntarse qué hacía allí el gobernador potosino. La respuesta, en apariencia, es más simple de lo que parece: se hizo presente para apoyar al presidente de la república, porque está con él, creé en su proyecto de nación y, sobre todo, es su amigo; pero razonando más a detalle lo anterior, nos daríamos cuenta que lo que pareciera ser no lo es.

Posiblemente RGC esté con AMLO, pero no podemos dejar de lado que, ante todo, el gobernador de San Luis Potosí llegó a la gubernatura gracias a la compra de una franquicia partidista que hasta este momento ha decidido mostrar apoyo al presidente, pero, ¿quién en su sano juicio creería en el apoyo desinteresado del partido Verde?

Por otro lado, ¿cómo podría creer en un proyecto que tiene como premisas “no mentir, no robar, no traicionar” al pueblo y cero impunidad, un gobernador que un día sí y al otro también, demuestra lo contrario? Es más que obvio, las verdades del gobernador del estado contrastan mucho con las otras verdades, es decir las de la ciudadanía; torcer la verdad para obtener las propias verdades también es una forma, entre otras, de mentir.

No se está diciendo que el gobernador haya robado, la acusación obliga a demostrar y al menos hasta ahora eso no es posible, pero encubrir a quienes lo han hecho y no sancionarlos es el equivalente a hacerlo. No pensemos en los que ha vinculado a la herencia maldita, esos son punto y aparte, porque además, si pensáramos en ellos tendríamos que pensar primeramente en su general de Gobierno, conocido en el bajo mundo con el mote de Uñas largas; por el contrario se trata en aquellos colaboradores de su gobierno que se han dedicado a saquear al estado de una manera descarada y disculpa diciendo que no robaron tanto como los otros. ¿Encubrir el robo no lo vuelve partícipe?

De la cero impunidad ni hablar, es del dominio público que las instancias encargadas de perseguirla y sancionarla son completamente inoperantes, por ineficiencia, por sumisión o por razones prácticas y acordes a los intereses del gobernador. Seamos realistas, salvo dos chivos expiatorios, ¿cuántos funcionarios del sexenio anterior han sido encarcelados? Desde el inicio de este gobierno estatal todo ha sido verborrea, y de ahí no se pasa.

La traición al pueblo se ejerce de muchas maneras, unas de ellas son el ejercicio abusivo del poder y el sometimiento de las instituciones públicas, no a las necesidades del Estado, sino a los caprichos del Ejecutivo, y en eso nadie puede decir que Gallardo Cardona no es campeón.  

La Universidad Autónoma de San Luis Potosí, es una de las instituciones públicas que más podría identificarse con el pueblo, y no en el sentido literal del concepto, sino que al ser una institución encargada de garantizar la instrucción pública a nivel superior, es también una extensión de la ciudadanía, del pueblo.

En las últimas semanas hemos visto cómo se atiranta la confrontación unilateral entre el gobernador y la Universidad, y lejos de matizar o tratar de dirimir por otras vías el asunto de forma y fondo, que es el control del recurso, parece empeñado en continuar con el ataque vulgar y el desprestigio. Hace un par de días circuló en redes una grabación con el audio de la voz del gobernador donde hace mediante una argumentación, no sé si más obscena que deplorable, señala los motivos por el construidos artificiosamente que lo llevan a considerar que no se debe otorgar mayores recursos a la misma institución.

¿Cómo decide sobre la educación superior una persona que consiguió el título de licenciatura por obra y gracia de no sabemos quién y que desconoce totalmente cómo funciona una universidad pública y autónoma?

No hay pues ningún punto de identificación entre el presidente López Obrador y Ricardo Gallardo; le permitió llegar a la gubernatura porque en ese momento era útil para consolidar su perversa alianza con el partido Verde, y hasta allí. Hoy por más que el gobernador de San Luis Potosí se empeñe en demostrar una afinidad reciproca resulta infructuoso; la más clara muestra del rechazo del ejecutivo federal al estatal es el recorte presupuestal. ¿Así se trata a un amigo?

La realidad es que en la pasada marcha de apoyo a Andrés Manuel, Ricardo Gallardo marchó para pedir que lo apoyen. Además, no olvidemos que las carpetas siguen abiertas.

Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Astrolabio.

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