María Ruiz
Con una emotiva instalación, el colectivo Voz y Dignidad por los Nuestros busca dar voz a los desaparecidos en México. A través de este homenaje fotográfico, resaltaron la urgencia de mejorar la búsqueda de personas, la identificación forense y las estrategias de seguridad para poner fin a la incertidumbre que viven cientos de familias en el país y especialmente en San Luis Potosí.
Las imágenes de aquellos que ya no están físicamente presentes, pero siguen vivos en los corazones de quienes los buscan incansablemente, sirven como recordatorio de la lucha constante que estas familias enfrentan en su día a día.
Los “árboles de la memoria” se erigen como símbolos poderosos, recordando a las autoridades la persistente realidad de las desapariciones que aún esperan ser resueltas.
A pesar de los desafíos y la falta de apoyo institucional, estas familias demostraron una valentía inquebrantable al continuar su búsqueda, desafiando la indiferencia y la inacción.
Estos árboles, con sus ramas extendidas, se convierten en testigos mudos de una causa justa, recordándonos que la esperanza y la determinación pueden vencer incluso a la más oscura de las realidades.
La Plaza de Armas de San Luis Potosí fue el epicentro de este encuentro, como un llamado a las autoridades que se encuentran en el Palacio de Gobierno, para que miren las necesidades de las familias víctimas colaterales de desaparición.
“Las imágenes colgadas en las ramas no son meras fotografías; son los rostros de aquellos que han sido arrebatados de sus familias y comunidades. Cada retrato cuenta una historia de dolor, esperanza y búsqueda incansable”, señalaron las madres buscadoras.
Las hojas, antes verdes y anónimas, ahora sostienen la memoria de quienes ya no están físicamente presentes. Los árboles, con sus raíces profundas y ramas extendidas, simbolizan la fortaleza de quienes exigen justicia.
“Cada imagen que ven en el árbol es un grito silencioso que desafía la impunidad y la indiferencia”.
Los familiares y activistas, al colgar estas fotografías, no solo honran a los desaparecidos, sino que también desafían el olvido. La plaza se convierte en un espacio de denuncia, donde las voces de los ausentes resuenan en cada hoja temblorosa. Los árboles, ahora más que nunca, son guardianes de la memoria colectiva.
Así, en medio de la cotidianidad y el bullicio, estos árboles se alzan como un recordatorio constante de la urgencia de la búsqueda y la necesidad de justicia.
“Que estos árboles sigan siendo testigos de la memoria y la valentía de quienes se niegan a olvidar”.