Otras 36 personas resultaron heridas, algunos de ellas en estado crítico, en este ataque en las instalaciones del hotel Riu Imperial Marhaba, de propiedad española.
Túnez afronta un ascenso de la amenaza yihadista desde su revolución de 2011, y este atentado se produce más de tres meses después del que ocurrió en el museo del Bardo, donde murieron 21 turistas y un policía tunecino el pasado 18 de marzo.
Según el portavoz del ministerio tunecino del Interior, Mohamed Ali Aroui, un hombre armado se infiltró en la playa frente al hotel y abrió fuego.
El atacante, que fue abatido, es “tunecino, originario de la región de Kairouan (ciudad santa del islam, situada en el centro de Túnez). Es un estudiante”, declaró el responsable el secretario de Estado de Seguridad, Rafik Chelly.
El hotel atacado se sitúa en la zona turística de Port El Kantaoui, en las inmediaciones de Susa.
“Los huéspedes son mayoritariamante de Reino Unido y de otros países centroeuropeos. Sin embargo, no es posible por el momento confirmar la nacionalidad de las víctimas”, declaró la cadena Riu desde Madrid mediante un comunicado.
La cancillería irlandesa anunció paralelamente que uno de sus ciudadanos murió en el ataque.
“Unos 20 o 30 disparos”
El asaltante disparó a los clientes del hotel en la playa y cerca de la piscina, según el pastelero del establecimiento.
“Oí disparos y salí a ver lo que estaba pasando. Vi a alguien que disparaba a turistas mayores (en la playa). Murieron”, contó Slim Brahim. “Intenté esconderme porque vi como el terrorista entraba en el hotel por el lado de la piscina. Luego lanzó una granada cerca de la piscina”.
Una periodista de la AFP vio dos cuerpos yaciendo en un charco de sangre en el aparcamiento del hotel, y tres cadáveres al borde de una piscina cubierta.
Un turista británico explicó a la televisión SkyNews que el ataque tuvo lugar sobre el mediodía (11H00 GMT).
“Mi hijo de 22 años acababa de volver de bañarse (…) cuando, a un centenar de metros a nuestra izquierda, vimos algo que tomamos por fuegos artificiales”, contó Gary Pine. “Sólo cuando empezamos a oír silbar las balas nos dimos cuenta de que era mucho más grave”.
“Creo que oí unos 20 o 30 disparos”, añadió.
El presidente Beji Caid Essebsi, que se dirigió al lugar del ataque, declaró que esos ataques demuestran “que se necesita una estrategia global” para afrontar el yihadismo.
“Túnez se enfrenta a un movimiento internacional y no puede responder sola”, dijo a la AFP.
Golpe al turismo
En 2013, un kamikaze se hizo explotar en una playa de Susa, sin dejar víctimas.
Tras el atentado del museo del Bardo en marzo, el sector estratégico del turismo tuvo muy malos resultados en abril, con una caída del 25,7% del número de turistas y del 26,3% de los ingresos respecto al año anterior.
El turismo, que representa cerca del 7% del PIB de Túnez y casi 400,000 empleos directos e indirectos, ya había sufrido importantes pérdidas a raíz de las sucesivas crisis políticas que siguieron la Primavera Arabe de 2011.
El ministro de Turismo, Salma Rekik, había anunciado en abril “medidas excepcionales” para reforzar la protección de los lugares y los circuitos turísticos, así como de los controles en los aeropuertos, las carreteras y todos los medios de transporte.
Varias cuentas de Twitter vinculadas a movimientos yihadistas habían amenazado con nuevos ataques durante el verano.
Desde la revolución de 2011, el país afronta un ascenso de los movimientos yihadistas, especialmente en la frontera con Argelia donde se producen con frecuencia choques entre militares e insurgentes.
Decenas de soldados y policías murieron en los últimos cuatro años en combates y emboscadas, sobre todo en la región del monte Chaambi (oeste), donde se encuentra el bastión de los yihadistas en Túnez.