¿Austeridad o burla?

El Gobierno del Estado de San Luis Potosí anunció la toma de varias medidas para proteger la economía de las familias, básicamente descuentos en el pago de algunos derechos por los servicios que presta el gobierno; también otras relacionadas con ahorros en los gastos públicos; el Gobernador hizo algunos exhortos a los otros poderes y niveles de gobierno, así como a los organismos autónomos, para que esas instancias también ahorren y otorguen descuentos.

Responde a la iniciativa del Presidente Enrique Peña Nieto que recientemente hizo lo propio a nivel federal.

Luego algunos municipios han venido haciendo algo parecido en sus esferas de competencia, digamos que van sumándose a ese ánimo de austeridad que están haciendo las instancias públicas.

Entiendo cuál es el sentido de hacer esos anuncios e intentar esos acuerdos, pero no lo están logrando.

La intención es contener la creciente ira de la gente, salir al paso frente a la tremenda sacudida económica en curso, y procurar esperanza en un futuro totalmente incierto, pero presumiblemente negro.

El Gobernador sale y se tira al ruedo, ciertamente que de suyo ya es notable, máxime que durante más de un año ha sido gustoso de estar alejado de toda candileja y arena de debate sobre las cosas públicas, y no por modestia, sino porque ese estilo escogió, estar lejos de las estridencias –aunque ello implicó estar también lejos de la gente, de los problemas, y de la toma de decisiones–; pero la cuadrilla no dotó al matador de los enseres mínimos necesarios, sino que lo mandó así, sin más nada que un pequeño listado de medidas con alcance menor.

Lo que intentó comunicar el Titular del Poder Ejecutivo fue el de ser solidario con la población, ser austero, y denotar que su gobierno honraría la medianía republicana, tanto que su mayor herramienta para transmitirlo no fue el discurso, sino el retrato que colocaron tras de él en el salón de la comparecencia: Usó el gobierno estatal al Presidente Benito Juárez como escenografía, y sólo para eso.

Mucho me temo que más personajes del poder público en México irán dando sus discursos de austeridad y usarán la figura del Benemérito de las Américas como parte del decorado, cuando lo deseable y lo éticamente admisible era que usaran su pensamiento y el ejemplo de su ejercicio presidencial, pero eso no va a suceder, por desconocimiento de Juárez, porque no lo respetan, ni desean realmente imitarlo.

La intención es buena, el modo quiso hacerse con todas los símbolos posibles que respaldaran como genuino el anuncio, pero el resultado es mínimo, de tan pequeño, irrelevante, y ofensivo.

¿A quién consultó el Gobernador del Estado para adoptar esas medidas? Ese cuerpo de asesores, quizás sus amigos, quizás sus empleados, ya entendieron la gravedad de todo lo que está pasando, pero no dan para más, no están capacitados para estos días, semanas y meses funestos; sus talentos son para cuando todo estaba saliendo bien, para mejores escenarios.

Este es el tiempo de la ira popular, toda ella sustentada en la realidad, en años y años de excesos de parte de las personas que ejercen el poder; este es el periodo más álgido de la historia moderna de nuestro San Luis, porque como he escrito en otras ocasiones y espacios, la república se está desmoronando, de tan podridas que están sus instituciones.

Los destinatarios de esos mensajes gubernamentales, como el anuncio del viernes, son la creciente y cada vez más irritada generación de jóvenes, y no el círculo rojo o la generación de los mayores; esta vez no se trata de hacer tratos entre políticos para sobrevivir el temporal, esta vez estamos en el medio de una poderosa tormenta y no hay acuerdo superficial que la detenga.

Se necesita que los políticos, todos, sean estadistas, dispuestos a acciones sin precedentes, empezando por ser sinceros y honrados; Benito Juárez es un buen espacio para abrevar y aprender.

Si partimos de la base de que el Gobernador, sus empleados, sus amigos que le asesoran, su familia, y sus beneficiarios ya entendieron, entonces lo que sigue es encontrar lo que se tiene qué hacer.

Lo primero es retrotraerse al día en que la autoridad electoral terminó el cómputo electoral de 2015, y escuchar atentamente, ver muy bien, sin parpadear, a quién se declaró ganador de las elecciones, descubrirán que el que tuvo más votos fue Juan Manuel Carreras López, y tras un brevísimo festejo –que bien pueden recrear, para meterse más en ese momento de la historia electoral reciente– hay que creérselo.

Los poderes y facultades del Gobernador están en la Constitución, sus alcances y límites también, pero hay una serie de facultades que van más allá, que no están explícitas en esa ley suprema, están enlazadas con un concepto simple, la voluntad popular.

Juan Manuel puede delegar algunas de sus obligaciones, pero no todas, ni mucho menos todo el tiempo.

El cargo está rodeado de glamour, se le invita a muchas fiestas, a muchas comidas, desayunos, foros, arranques de obras, aperturas de exposiciones, proclamas y conmemoraciones, entrevistas mediáticas, apariciones como testigo de honor, y un sin fin de citas que pareciera que todo el mundo quiere a esa persona; se le aplaude hasta por rascarse, se le saluda con ceremonia, se le cede el mejor asiento, se le apartan las mejores viandas, los mejores vinos, los postres más dulces, y todo eso es suficiente para enloquecer a los estúpidos; es fácil perderse, pero más fácil encontrarse si recuerda el Gobernador que tales cuestiones  no están ligadas a la persona, sino al cargo, y que los que hoy se le rinden, los que hoy le abrazan, le festejan y le cubren de lisonjas, regalos, y oropeles, mañana lo verán sin el poder y le voltearán la cara, porque ya están ocupados mimando y haciendo sentir emperador del mundo al nuevo ungido.

El ruido de las cientos de voces que adulan a coro, llegan a ensordecer, pero sólo a los breves, a los pequeños, a los que arrastran taras y no entienden.

Hay un voz que se oye poco, porque generalmente está lejana de los poderosos, pero cuando se irrita se vuelve clamor, ola gigante, incontenible e incontestable, es la voz del Pueblo.

Tras recordar objetivamente la jornada electoral, sus horas previas, y sus primeras horas siguientes, bastará para Juan Manuel Carreras que ponga en silencio a los que desean tripularlo, a los que quieren prebendas, a los que desean sueldo público sin trabajar, a los que arden en deseos de contratos, privilegios e impunidad; entonces se oirá bien clara la voz de la gente que votó, que lo eligió y que lo hizo Gobernador.

El resultado de sentirse depositario del inmenso poder del Pueblo es convertirse en un estadista, y el cerebro de los estadistas no está pensando en salvar su pellejo, sino en cuidar a la gente, sobre todo a los más desprotegidos.

Las decisiones y acciones de un estadista siempre las recibe el Pueblo con el mejor ánimo, por más dolorosas que sean; las determinaciones de un estadista no corrigen el rumbo de un gobierno, diseñan el futuro y escriben la historia.

Si Juan Manuel Carreras sigue sintiéndose a gusto entre los grises que reunió en su gabinete, no habrá medida que funcione; estoy seguro que cuando escogió colocar el retrato de Juárez tras de él en su última aparición pública lo hizo porque algo recordó del Patricio de Guelatao y por un instante se sintió obligado a imitarlo; pero cuando fue leyendo el discurso que le hicieron, y fue desglosando las medidas, se llenó de vergüenza, se estrujó las manos y se sintió terrible al humillar con esas migajas al Pueblo que le votó y le concedió la más grande honra de su vida, ser Gobernador.

Temario

  • ¿Siguió o asistió a las marchas y manifestaciones de la ciudadanía en esta semana? Fueron varias, todas pacíficas, todas llenas de enojo, pero respetuosas; unas para reclamar al exedil soledense –hoy capitalino– y otras para reclamar al gobierno federal y estatal. Aplauso.
  • Hablaron los empresarios y comerciantes, duro y enérgico; ahora sigue conectarse con los miles de ciudadanos que han marchado por los agravios.
  • La Auditoria Superior del Estado rechazará castigar al Ayuntamiento capitalino por el uso de la palabra “gallardía” tal como lo ordenó el CEEPAC, será tarea del Instituto Federal Electoral o de los tribunales hacerles obedecer.
  • Siga Usted de cerca la compra de los automóviles nuevos en el Congreso del Estado, pero también la millonaria suma que se aprobaron para gastar en dádivas.

Leonel Serrato Sánchez

unpuebloquieto@gmail.com

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