Por Victoriano Martínez
La cátedra con la que este lunes el diputado federal Ricardo Gallardo Cardona pretendió exhibir un gran fraude con la compra de luminarias para la ciudad en la administración de Xavier Nava Palacios es más una revelación-confesión, que otra cosa, sobre la forma en que la Gallardía operó la compra hecha en Soledad de Graciano Sánchez en 2014 y lo que intentó con el caso PANAVI.
Resulta una virtual confesión que se inscribe en un intento desesperado por desacreditar a quien seguramente ya ve como contrincante en el 2021 y que, con los más de 560 comentarios que provocó en 12 horas la publicación del video en la página de Facebook de Gallardo Cardona, da una probada de lo que podría ser la polarización de las campañas.
Una exhibición de una memoria tan corta para pretender vestirse de héroe en la lucha contra la corrupción, confiado en que la escasa memoria histórica de la población se tragará la reconversión de la Gallardía, a menos de dos años de haber sufrido una aparatosa derrota electoral con tintes de repudio a sus actos de corrupción.
Con impostura de profe, cartulinas preparadas para una explicación con manzanitas, Gallardo Cardona parece exponer –como en su momento el exdiputado Enrique Flores Flores– su propia versión de una ecuación corrupta.
Justo hoy, de acuerdo con el fallo de la licitación para la compra de 50 mil luminarias por parte del Ayuntamiento, se tiene programada la firma del contrato con la empresa ganadora Trafficligth de México, por 395 millones 500 mil 59.32 pesos.
Si la fórmula de Gallardo Cardona aplica o no a la compra de Nava Palacios requiere más elementos de juicio. Seguramente habrá una reacción al respecto en la administración actual, pero también es posible una revisión a los documentos disponibles públicamente sobre el proceso de licitación para contrastarlo con información que puedan aportar empresas del sector.
Para el caso del profe Gallardo Cardona y sus experiencias en la compra de luminarias, y sólo como un servicio mnemotécnico para la ciudadanía, vale la pena presentar un ejercicio con su simplificado análisis a los casos ya mencionados al inicio de este texto.
En noviembre de 2014, como alcalde de Soledad, Gallardo Cardona anunció que la ciudad soledense se convertiría en “una gran mancha blanca por la iluminación tipo LED”, e informó de una inversión de 160 millones de pesos para la compra de 16 mil luminarias.
Aplicada su fórmula, a precio de Mercado Libre, 3 mil 400 pesos por luminaria, las 16 mil adquiridas habrían costado 54 millones 400 mil pesos, es decir, sobrarían 105 millones 600 mil pesos de lo que se gastó. Con su exposición, ¿confiesa haber cometido un fraude por 105 millones 600 mil pesos?
Entre 2016 y 2017, Ricardo Gallardo Juárez, padre del profe Gallardo Cardona, intentó aumentarle más de 200 millones de pesos a lo que él mismo había señalado como fraude por mil 301 millones de pesos por parte del ex alcalde Mario García Valdez por la compra de 47 mil luminarias para la ciudad.
Gallardo Juárez pretendió comprar a PANAVI, una acción promovida por Gallardo Cardona según se mencionó en varios medios en aquel momento, 47 mil luminarias por mil 512 millones de pesos.
Aplicada otra vez la fórmula revelada por Gallardo Cardona, su padre pretendió comprar 47 mil luminarias, que a precio Mercado Libre habrían costado 159 millones 800 mil pesos, por lo que le sobrarían mil 352 millones 200 mil pesos.
De ese tamaño fue el fraude que la movilización ciudadana logró evitar al impedir que se aprobara por parte del Congreso del Estado, justo cuatro días antes de que Flores Flores revelara aquella otra ecuación corrupta, la pretendida modificación al contrato multimillonario con PANAVI.
Pretender actuar como si un pasado tan cercano no existiera difícilmente puede ser producto de una escasa memoria y sí, en cambio, de un exceso de confianza en que la mayoría de la población olvida pronto y se le puede engañar. En todo caso, se exhibe un cinismo que sólo puede ver la próxima elección en grado autómata.
Sólo así se puede explicar tan irreflexivo e insensible aprovechamiento de la pandemia del Covid-19 para pretender ganar simpatías con el reparto de cítricos, el reparto de despensas, la donación de un riesgoso túnel sanitizante, y ahora iniciar una abierta batalla política antes que recurrir a los cauces formales.