Mariana de Pablos
Dispersos en la cotidianidad de la noticia diaria, los accidentes viales en las carreteras que involucran al autotransporte son tan solo una pequeña parte de la problemática a la que ahora se enfrentan los transportistas en México. Un sector olvidado que año tras año resiente la pérdida de miles de millones de dólares en asaltos, cientos de operadores y un número invisible de vidas a manos del crimen organizado.
De acuerdo con el Instituto Mexicano del Transporte, el año pasado 85 por ciento de las mercancías se trasladaron a través de carreteras, lo que representa 556 millones de toneladas al año, proporcional al 3.2 por ciento del Producto Interno Bruto nacional.
De acuerdo con cifras proporcionadas por el Reporte de Robo de Carga realizado por la empresa Overhaul, para el primer trimestre de 2023 fueron registrados 5 mil 068 robos al transporte de carga. Datos del Secretariado Nacional Ejecutivo del Sistema de Seguridad Pública refieren que las entidades en las que se concentra el 80 por ciento de la incidencia delictiva son: Estado de México, Puebla, Michoacán, San Luis Potosí y Jalisco.
Las pérdidas económicas son difíciles de cuantificar, sin embargo, según AI27, una empresa de logística que utiliza inteligencia artificial en el transporte, los robos en carreteras le cuestan al autotransporte hasta 300 millones de dólares al año.
En el caso de San Luis Potosí, según el dirigente de la Alianza Mexicana de Organización de Transportistas A.C. (AMOTAC), Raúl Torres Mendoza, tan solo en 2019 los transportistas potosinos perdieron más de 120 millones de pesos al serles arrebatados aproximadamente 187 tracto camiones. A lo cual habría que sumar, además, 75 millones de pesos en mercancías.
Los asaltos y robos son una realidad a la que los choferes de estos vehículos se enfrentan todos los días. Javier, dueño de una línea de transporte potosina, habla desde la experiencia cuando dice que hay dos formas de asalto.
La más común es resultado de una red de comunicación entre personal de la empresa y el crimen organizado. Son los llamados “halcones” quienes facilitan la información necesaria para ejecutar el robo. Así “el delincuente ya trae la información de que el camión rojo con tal placa que va a, no sé, Tamaulipas, lleva electrodomésticos. Y lo van buscando, lo van buscando y cuando lo visualizan lo agarran”.
Usualmente un grupo de vehículos rodean al tráiler mientras avanza por la carretera y los criminales armados le exigen que se orille. En otros casos, cuando hay tráfico, se bajan de su vehículo y se suben al camión. Donde apuntalan con un arma al chofer y le dan instrucciones para llevar a cabo el robo.
Otro modus operandi es cazar al operador. Lo siguen y en cuanto tienen oportunidad, ya sea que se haya estacionado en algún parador o estación de servicio, lo abordan “y si trae algo que les interese pues se lo llevan. A veces el camión se recupera, a veces la misma delincuencia se queda con ellos y muchas veces lo abandonan ya que terminaron de descargar”.
Si bien los vehículos cuentan con rastreadores, e incluso en algunos casos hay custodios que siguen al camión para cuidarlo; la señal de los primeros es fácilmente bloqueada por los asaltantes, mientras que los segundos o están coludidos o no pueden hacer nada dado que no cargan con armas: “Se roban el camión y se los llevan a ellos también. Entonces nada de esto es una garantía”.
En lo que concierne al costo humano, éste es aún más difícil de identificar, pues no hay cifras oficiales que den cuenta de los homicidios y/o desapariciones a manos de estos crímenes. Sin embargo, cifras del Secretariado Ejecutivo muestran que el 86.6 por ciento del total de los casos denunciados por robo a transportistas fueron cometidos con violencia.
“Si se pone muy al brinco le pueden poner desde una tranquiza hasta desaparecerlo. Muchos choferes son desaparecidos y no vuelven. Porque también ellos quieren defender su patrimonio, su chamba, la mercancía, lo que quieras. Entonces ¿qué es lo que le digo a mis operadores? Que cooperen. Si el chofer se porta bien lo más seguro es que lo detengan tres, cinco horas mientras ellos se llevan la unidad. Y ya que terminaron sueltan al operador”, comenta Javier.
Ante este panorama, el país sufre un déficit importante de trabajadores en el sector transportista. De acuerdo con la Unión Internacional de Transporte por carretera (IRU), en México hay un déficit de 54 mil choferes. De ahí que cerca del 10 por ciento de las unidades de carga se encuentren estacionadas.
Javier enfatiza en que este es uno de los problemas más graves a los que se enfrentan. El cual no solo afecta la economía de estos negocios, sino que además deriva en otros problemas más graves como lo son los accidentes viales y el ingreso de un mayor número de “halcones” a sus espacios de trabajo.
En cuanto al primero de estos problemas, Javier señala que la demanda de operadores ha ocasionado que exista una mayor exigencia de parte de los patrones hacia sus trabajadores. Ante esta carga de trabajo, que implica pasar incluso varios días frente al volante, muchos operadores optan por consumir medicamentos o drogas que los ayuden a sobrellevar el viaje, “lo que es incluso peor que ir borracho”.
Hay tanta carga que llega el operador y “ya apúrale porque ya también te tengo el regreso”.
Esta necesidad de trabajadores también ha derivado en que los filtros de selección de personal se reduzcan a contar únicamente con una licencia federal. Dejando así que la experiencia y los conocimientos como operador de carretera queden en segundo o incluso tercer plano.
De acuerdo con Javier, el sector transportista está abandonado a su suerte en México. La presencia de elementos de protección civil y Guardia Nacional es “totalmente inexistente en las carreteras”. Si bien los accidentes viales son un problema que resuena todos los días y que, además, van al alza, el actuar de las autoridades revela que no se está tomando en cuenta el problema en su magnitud.
Por parte de las empresas de autotransporte hay un sentimiento compartido de desesperación y abandono por parte de las autoridades. El cual se está dejando ver en forma de desapariciones forzadas de operadores, fuga de choferes a Estados Unidos y enormes pérdidas económicas.