Por Victoriano Martínez
El Barrio de San Miguelito es el más famoso de la ciudad por su mención en la canción Acuarela Potosina, que inmortalizó Jorge Negrete. Hoy, es una zona que muestra la devastación que puede provocar el resentimiento de un gobernador caprichudo y la negligencia de autoridades estatales y municipales.
Desde agosto del año pasado, y más en temporadas vacacionales de gran flujo de turistas a la ciudad como en esta Semana Santa, el Barrio de San Miguelito cambió la vocación de su atractivo.
Ahora es un muestrario o museo escénico sobre el resultado de acciones de un gobernador que viola de manera masiva derechos humanos por no haber logrado un capricho, de un alcalde poco comprometido con preservar y recuperar el patrimonio histórico, y del deficiente trabajo de ambos para garantizar la seguridad de la población.
El Tranvía Turístico que recorre la ciudad para mostrar a los visitantes los lugares históricos y de mayor atracción de la ciudad puede hoy inaugurar una nueva ruta que se separe de la tradicional justo frente al templo de San Miguelito, después de que sus usuarios escuchan un fragmento de la Acuarela Potosina.
No hace falta mucho esfuerzo para imaginar el guion de la descripción que la guía de turistas haría mientras se recorre la devastación urbana a cargo del gobernador Ricardo Gallardo Cardona tolerada por el alcalde Enrique Galindo Ceballos, quien no ha levantado la voz para recuperar la integridad del barrio más tradicional de la ciudad.
Señoras y señores, la devastación que recorreremos a continuación no es producto de un misil ruso o ucraniano que se haya desviado, es el resultado de una ocurrencia de nuestro gobernador, quien pretendía retirar el histórico adoquín para pavimentar las calles con concreto estampado.
Toda esta destrucción comenzó el 21 de agosto de 2023, cuando el mandatario dio el banderazo para que maquinaria pesada retirara los adoquines sin ningún orden ni proyecto, más que cubrir después con concreto.
Un grupo de vecinos se percató del daño al patrimonio histórico de la ciudad y a través de un amparo lograron que se suspendiera la obra en tanto no se mostrara el proyecto integral, se protegiera el material con valor histórico y se mostraran las autorizaciones del Instituto Nacional de Antropología e Historia.
Entre el inicio de la obra, la suspensión decretada en el amparo, las evidencias de que no existía ningún proyecto y las diligencias que aún continúan, la destrucción avanzó y nos dejó este muestrario de lo que no debe ser ni hacer un gobierno. Y avanzó porque el propio gobernador advirtió que la obra se realizaría aun sin la autorización del INAH.
Tras avanzar sobre Miguel Barragán hacia el mercado Tangamanga o de La Merced, el tranvía pararía en el cruce de la calle 5 de Mayo.
A su derecha y a su izquierda pueden ver la destrucción con la que el gobernador, y el alcalde por omiso, violan el derecho a la ciudad de quienes habitan en esas viviendas, de quienes vivimos en esta ciudad y de quienes nos visitan, porque nos dificultan y hasta impiden nuestro derecho de transitar por este barrio tradicional y turístico.
Conforme el recorrido del tranvía muestra la devastación de otras calles…
A su derecha pueden ver las zanjas y la acumulación de escombro que dificultan el tránsito de peatones y la forma en que el gobernador atenta contra la seguridad de personas adultas mayores y con discapacidad, para quienes es imposible salir de sus casas y por su capricho y berrinche prácticamente los ha condenado a prisión domiciliaria.
Viviendas convertidas en prisiones en las que con dificultad pueden contar con agua potable, gas y hasta el servicio de drenaje que constantemente se ve colapsado. También se les viola su derecho a la salud y a una vida digna… que muchos ya optaron por mejor abandonar sus casas.
En esta esquina de Valentín Gómez Farías y 5 de Mayo, el gobierno verde-ecologista dejó patente la hipocresía de su bandera con un atentado ecológico: los vecinos extrañan la presencia de un árbol ficus de 20 años de edad que fue arrancado como parte de la simulación de que trabajan para avanzar con la obra.
Estamos otra vez frente al Jardín de San Miguelito. En la parte central pueden ver el árbol derribado en el cruce de Valentín Gómez Farías y 5 de Mayo porque los vecinos trataron de rescatarlo y lo plantaron aquí.
Desafortunadamente, pueden ver cómo el jardín se seca porque padece una sequía producto de la negligencia de las autoridades estatal y municipal incapaces de brindar seguridad a la población: se robaron la bomba de agua que servía para regar todo el jardín.
Nuestro recorrido tiene garantía de permanecer en tanto el gobernador mantenga esa actitud de venganza y resentimiento contra los habitantes del barrio más famoso de la ciudad por no haberle permitido cumplir con su capricho, porque extrañamente los trabajadores parecen avanzar en una reparación y, cuando la terminan, la destruyen para volverla a empezar.
En tanto dure el berrinche del gobernador, aquí estaremos para mostrarle los atentados contra más derechos de los colonos del barrio de San Miguelito y para mostrarle este catálogo viviente de lo que un gobernador no debe hacer, pero lo hace porque lo que menos le interesa es la población.
Y el recorrido terminaría otra vez frente al jardín frente al templo de San Miguelito y en el altavoz del tranvía se volvería a escuchar la voz de Jorge Negrete interpretar la Acuarela Potosina, de Pepe Guízar.