Alrededor del nombre anglosajón tan común y con sangriento adjetivo, la palabra “Bloody Mary” deja espacio a dos interesantes historias que se tejen por sí solas… Primero, la de un cóctel rojo brillante con origen en el siglo XVI, mientras que por el otro lado, existen la leyenda urbana con el mismo nombre, y que tiene relación con los espejos y que adquirió fama en pleno siglo XX, abriendo todo un sendero para las películas, los miedos y las tradiciones.
¿Tienen qué ver una con la otra?
Bloody Mary – Bloody Mary – Bloody Ma…
El famoso y nutritivo cóctel fue creado en 1920 por un reputado barman de Nueva York: Ferdinand Petiot. El modo en que dio con esta peculiar receta se debe a una noche de gran borrachera. Mezcló todos los elementos que en ese instante tenía a la mano: zumo de tomate, vodka y tabasco. Los que vieron esa extraña mezcla no se atrevieron a probarla, pero ante la insistencia del ebrio Petiot, accedieron. Resultó que el sabor era irresistible y se popularizó de inmediato.
Fue bautizado como “Bloody Mary”… Pero…
¿Quién fue esa tal Mary?
María Tudor era la hija de Enrique VIII de Inglaterra y Catalina de Aragón, allá en el siglo XVI. Cuando pensaba que iba a llegar al trono, fue sucedida por su dama de honor, Ana Bolena, quien llegó a ser reina de Inglaterra y expulsó a María del reino. Pero tiempo después, Ana fue condenada a muerte por adulterio y ejecutada por orden de su propio marido, por lo que cómo no… María pudo reinar.
Se casó con Felipe II, rey de España, un hecho que provocó una rebelión que dio lugar a un endurecimiento del régimen. María impuso el catolicismo, encarceló a Isabel en la torre de Londres y persiguió a los protestantes. Su reinado estuvo habitado por los crímenes y las ejecuciones.
Fue una época terriblemente sangrienta la que marcó esta mujer de rostro amable, llamada Mary.
El nacimiento de la maldición del espejo.
Los estudiosos del tema suelen decir que se tomó el nombre de María I de Inglaterra (la sanguinaria), para dárselo a un personaje del folclore infantil americano. Y es que el origen de Bloody Mary como leyenda urbana se inició en 1978, cuando Janet Langlois publica su ensayo titulado ‘Mary Whales, I Believe in You: Myth and Ritual Subdued’. En su libro popularizó una costumbre que solían tener los niños a la hora de ponerse ante los espejos, testimonios que recogió a lo largo de varios años que duró su investigación.
Por ejemplo, se cuenta que un niño llamó a Bloody Mary 47 veces (en otras ocasiones son sólo 39, frente al espejo, y que al poco, apareció una mujer con un cuchillo y verruga en la nariz. Se dice que todo surgió alrededor del asesinato de una muchacha en un bosque de EU, en Pine Road. Las niñas solían tener la costumbre de llamarla después de muerta en los baños. Querían que les hablase sobre el futuro.
Para invocarla, bastaba con pincharse los dedos con un alfiler para dejar caer dos gotas de sangre, y después sencillamente decir: “Creemos en Bloody Mary”, tres veces seguidas frente al espejo.
Recuerda que en la cultura popular, los espejos son puertas a otros mundos.
Sea como sea, resulta curioso cómo el nombre de Mary la Sangrienta ha perdurado en el tiempo. Ya sea en leyendas urbanas o en nuestros cócteles del sábado por la noche.
