Por Victoriano Martínez
Ya está aquí la BMW.
Ya es una realidad que desde San Luis Potosí saldrán hasta 175 mil vehículos de lujo al año, principalmente con destino a Estados Unidos, y luego a otros 40 países.
Ya los inversionistas alemanes podrán comenzar a ver sus ganancias potencializadas por la explotación laboral, con contratos de protección patronal, para tener, en los bajos salarios garantizados, un subsidio adicional promovido desde Gobierno del Estado y reforzado con la CTM.
Ya dos mil 500 potosinos tienen empleo, aunque sea tan mal pagado que lo más cerca que estarán de los vehículos que contribuirán a ensamblar será dentro de la planta. Afuera, ni soñando les alcanzaría con su salario para comprar uno de esos automóviles.
Ya son una realidad los empleos que le costaron a todos los potosinos una cifra muy por encima de los tres mil 500 millones de pesos. Todavía hoy el subsidio que se les entregó a los alemanes es deuda pública estatal. Una dádiva que no es populismo, es neoliberalismo.
Ya se concretaron los empleos que le costaron al erario 84 veces más caros que los que se generaron en 2014 a través de los apoyos a las Pymes, que –por lo visto– tienen 84 veces menos caché que la BMW.
Ya está aquí la inversión alemana que le salió 20 veces más cara al erario que las inversiones de empresarios locales que logró promover el fideicomiso Fondo de Fomento Económico en 2014, año de la firma del convenio Gobierno del Estado-BMW.
Ya el convenio está cumplido, aunque siga sin tener validez constitucional por no haber sido publicado en el Periódico Oficial del Estado, como ordena el artículo 70 de la Constitución Política estatal.
Ya faltan todavía 790 días para que concluya el plazo de los acuerdos de reserva que pretendieron ocultar el convenio (hecho público por una filtración) y que mantienen ocultos todos los anexos y documentos relacionados con la forma en que se negoció tan voluminosa dádiva a los alemanes.
Ya quienes negociaron en la opacidad, los dadivosos con dinero ajeno y los apantallantes vende-espejitos (¡oh, maldición autóctona!), culminaron su pacto secreto con un acto protocolario al que le promovieron los mayores reflectores.
Ya los potosinos pudieron ver el gran festejo de los ganones que, todavía por un mínimo de 10 años, no aportarán al erario, porque entre las condiciones para instalarse se encuentra la exención del pago de varios impuestos.
Ya, una vez más, las autoridades que tienen obligación de defender el interés común, vuelven a exponer –con bombo y platillo en un acto inaugural– que privilegian el beneficio de unos pocos (y para colmo los más beneficiados son extranjeros) con cargo a los contribuyentes locales.
Pero la BMW ya está aquí…