Por: Antonio González Vázquez.
Nada les gusta, todo lo critican, de todo vociferan. No pueden ver triunfar a alguien porque les molesta; les hace daño hasta lo que no se comen. Tal vez sea envidia y celo, puede ser que sea esa rabia propia de mentalidades menores, sea lo que sea, les enerva ver que alguien es cumplidor, que alguien hace bien su trabajo, que alguien es eficiente y esforzado. Mi general Arturo Gutiérrez García es de esa estirpe en vías de extinción.
Vean sino:
Elementos a su cargo en la gloriosa Secretaría de Seguridad Pública, atraparon a un peligrosísimo caco que tenía asoladas a las señoras de la colonia ISSSTE. Una de esas damas llamó del todo alarmada a la policía porque un presunto miembro del crimen organizado, le había arrebatado su bolso de mano y acto seguido huyó con rumbo más que desconocido.
Pero como esos policías en todo momento siguen disciplinadamente el ejemplo de eficacia y eficiencia de su general en jefe, procedieron a actuar con premura y oportunidad, llegaron a la dichosa colonia y tras recibir testimonios angustiantes de la víctima, procedieron a la pesquisa del criminal.
Y como para los de Arturo Gutiérrez de plano no hay imposibles, en un suspiro atraparon a un torvo sujeto de unos 16 años de edad que se ocultaba en una casa de la calle Juan A. Mateos y, ante los guardianes del orden admitió su fechoría, lo cual ciertamente resultaba ya innecesario pues los agentes, al realizarle una inspección (con absoluto respeto a los derechos humanos) le encontraron el bolso arrebatado vilmente a la víctima indefensa.
Pero claro, pese a estos actos tan plausibles que merecen un reconocimiento generalizado, los potosinos tienen que responder con críticas tan malsanas como infundadas, lo cual no deja de ser de una injusticia del tamaño de una catedral.
Nada les complace, parecen amargados y dale y dale con la inseguridad, que la psicosis, que la gente tiene miedo y tantas tonterías que se dicen cuando lo único cierto es que mi general va de 10.
Sino, vean esto también:
El jueves 20 de octubre, agentes de Seguridad Pública que de manera tan acertada y firme dirige mi general Gutiérrez, se adentraron a una de las zonas más peligrosas del país, sin importar los riesgos, los elementos llegaron hasta la Tercera Grande, para ser más precisos, a la dirección de Prolongación Moctezuma y Sexta Privada de Moctezuma.
Estando en el lugar de los hechos y en todo momento alertas porque la zona suele ser letal para los uniformados, dieron cabal cumplimiento a un servicio solicitado para detener a un individuo de unos 35 años de edad, muy probablemente parte de alguna célula criminal que ha pretendido asentarse en San Luis Potosí.
Con particular sigilo y singular rapidez, lograron atrapar a un tal Rodolfo G. que había cometido un delito gravísimo, de esos que tienen a la sociedad en vilo: se había robado el acumulador de una camioneta de un repartidor de botanas; el operador de la unidad surtía la chatarra en una tienda de abarrotes, situación que aprovechó con tanta alevosía como perversidad el delincuente para llevarse el acumulador, pero la oportunísima y audaz intervención de la policía lo impidió.
Pero claro, eso tampoco es de su agrado y la cargan a diario, es decir, hoy y mañana también contra mi general, hasta pareciera que hay consigna. Nadie le reconoce su trabajo, nadie le reconoce los logros obtenidos, nadie le reconoce nada y lo peor, nadie le aplaude.
Por eso, mi general decidió reconocerse a si mismo y se dio un 10, no por soberbia sino porque al evaluarse con la más alta calificación, al mismo tiempo está reconociendo a todos sus elementos. Esa si que es humildad.
Ya está, eso tampoco les gustó y los enervó más que ya hasta piden su renuncia, lo tildan de incapaz, de inepto, de ineficiente y no se sabe cuánta cosa más. La verdad es que no tienen perdón de Dios, tienen a 10, el Secretario Perfecto y resulta que lo quieren correr. ¡Oh, cuánta incomprensión¡
Por fortuna, el gobernador Juan Manuel Carreras López, hombre inteligente, culto y sensible, que sabe que le conviene a los potosinos, no va a mover de su cargo a mi general. Él, el doctor, también le da 10 a su general.
