Las cucarachas tienen la culpa de todo.
En el umbral de la puerta de salida, a los problemas que enfrentan estado y sociedad, el gobierno de Toranzo mantiene como política pública irremplazable la del pretexto, sin importar cuan sobado sea y cuan desgastado esté. Nunca han faltado los pretextos para justificar todo lo que se tenga que justificar.
El Procurador General de Justicia, Miguel Ángel García Covarrubias iluminó los cielos plomizos de la incertidumbre potosina con una genialidad: las ejecuciones de los últimos días tienen que ver con el efecto cucaracha.
Guau. Genial.
Recuerdo que apenas en el primer año del sexenio, un grupo de reporteros entrevistamos al entonces Procurador, Cándido Ochoa Rojas. Lo entrevistamos afuera del edificio legislativo de Vallejo. Eran días de muchos ejecutados y se le preguntó cuántos homicidios iban en ese momento y dijo doctamente que él no tenía en ese momento la cifra, pero con gusto la haría llegar.
También se le preguntó del número de ejecutados y dijo que eso tampoco lo tenía en ese momento, pero con gusto haría llegar el dato.
Al pedirle una explicación de porque en el primer año de Toranzo había tanta violencia, contestó que eso se debía al efecto cucaracha, que era eso y no otra cosa, que no se trataba de que los delincuentes tuvieran a San Luis como plaza; es el efecto cucaracha, los combaten en otros estados y llegan a San Luis.
Cinco años después de tan peregrinas explicaciones, en la Procuraduría General de Justicia sigue achacando crímenes, refriegas violentas, balaceras, levantones, asaltos y robos al efecto cucaracha.
El efecto cucaracha para lo que sea y también para cualquier invasión delictiva sin importar su posición geográfica. Si hay crisis en la Huasteca sur o norte, es por el efecto cucaracha, los delincuentes huyen de Tamaulipas o de Veracruz; por el contrario, si la crisis de inseguridad está por el lado del altiplano, entonces es el efecto cucaracha motivado por la huida de hordas delictivas de Zacatecas.
Ahora, con el secuestro y ejecución de Melania en Ciudad Valles, las ejecuciones de las últimas semanas en la capital del estado y zona próxima a Soledad de Graciano Sánchez, una vez el pretexto el efecto cucaracha.
¿Entonces cuando dicen que tienen blindado el estado es que están mintiendo?, o bien, hace poco más de un mes cuando se fugo de la cárcel El Chapo con lo que todos los estados “sellaron” sus fronteras geográficas ¿también es una farsa?
Por lo visto sí.
Si desde hace cinco años el problema de la violencia en San Luis es por la misma razón, del efecto cucaracha ¿entonces porque no han hecho nada por resolverlo, cinco años no es demasiado tiempo para no hacer nada?
Parece inaudito que se presente el libre desplazamiento de delincuentes de un lado a otro y las autoridades no se enteren sino hasta después de que cometieron sus fechorías.
Pero lo más increíble es que siga siendo el mismo pretexto. Están a semanas de irse a su casa y los colaboradores de Toranzo tan indolentes como cuando empezó todo.
Ni hablar, malditas cucarachas, bichos del demonio, de no ser por la plaga que son, San Luis Potosí habría recuperado la paz y tranquilidad perdidas.