La última simulación del doctor.
Parecía que nunca llegaría el día, pero ya está cerca, es cuestión de días y unas cuantas horas. Pocos actos trascendentes hubo en el sexenio, y éste, el de su despedida, es probablemente el que más se habrá de recordar: su último mensaje como gobernador.
El informe, ingratamente bautizado desde el inicio como “ciudadano” representa el fin de una mala historia. Imagínese que lo deslumbra el anuncio del estreno de una película de que director de culto. Espera y cuenta los días hasta llegar al estreno, se sienta en la butaca con sus palomitas y al iniciar el filme usted va perdiendo poco a poco el entusiasmo y a los cinco minutos sabe y reconoce que está ante un bodrio. Quisiera abandonar la sala pero no puede así que se resigna y se hunde en la oscuridad durante dos largas y penosas horas que tarda en terminarse el churro. Al final, se marcha a su casa por completo abatido y la mar de decepcionado lanzando pestes al aire y a quien sea preciso condenar por la triste y lamentable perdida de su tiempo, por no decir, de su vida.
Algo así ha sido el sexenio de Fernando Toranzo Fernández: un bodrio infumable del que no te pudiste escapar a tiempo.
Seis largos años de quejumbre permanente. 84 meses de una letanía de continua lamentación: demasiado tiempo para un político que no sabía desde el primer día que quería decir eso de gobernar.
La profundidad en los océanos de la mediocridad de seis años en los que lo único consistente fue el claudicante “es que no tenemos recursos”.
El gobierno plañidero que hoy se quejaba y mañana también: es que la deuda, es que dejaron la casa a los delincuentes, es que hubo recorte, es que los recursos no alcanzan, es que hacemos lo que podemos, que estamos bien jodidos, es que yo también soy humano y necesito descansar. El gobernador y sus plañideras de velorio, de eso se trataron los últimos seis años.
El once de septiembre es el sexto y último informe de gobierno y de todos, el que se recuerda fue aquel en el que un audaz activista le lanzó un zapato, del resto no hay memoria salvo el de la deshonra de cerrarle la puerta en las narices a la gente.
El último informe será como cualquier último informe de cualquiera otro gobernador: la suma cínica de millonarios recursos que en carretadas se volcaron sobre la gente. Es como cualquier informe final, se suman y suman los recursos, se multiplican y se comparan para hacer ver que el último informe del último gobernador es el único, el memorable, el histórico, que todos los demás palidecen y se morirían de pena por lo raquítico de su apoyo al pueblo bueno.
Es en realidad el último ceremonial donde el gobernador seguirá siendo el jefe, después ya no. La última consideración para con él será en el cambio de poderes, cuando lo despidan, igual con una ovación que con una silbatina. El doctor deberá estar preparado, está más cerca del abucheo que del reconocimiento, aún de los acarreados.
Es muy previsible: esta administración construyó más caminos y carreteras que la anterior administración y no solo eso, levantó 150 por ciento más puentes, atendió mil 500 por ciento más a los pobres y avanzo 500 por ciento más que la gestión anterior en la siembra de tomates.
En esta administración, aumentamos el número de desayunos escolares de tal modo que hoy se entregan 5 mil 600 por ciento más que en el gobierno anterior, algo sin precedente en la historia de San Luis Potosí. También disminuimos la mortalidad materna e infantil a rangos nunca imaginados que nos colocan al nivel de cualquier ciudad europea.
En esta administración fuimos 500 veces más transparentes que la gestión anterior, algo nunca visto ni llegado a pensar por nadie.
En esta gestión superamos en dos millones y medio por ciento las inversiones correspondientes al período inmediato anterior y fuimos inmensa y convencidamente austeros en el ejercicio del gasto público, en cuyo caso, superamos en 788 por ciento a la administración anterior.
En esta administración logramos disminuir la incidencia delictiva con tal éxito que somos la quinta ciudad más segura del país y, además, logramos abatir el rezago de 300 mil averiguaciones previas que la gestión anterior nos dejo de la manera más irresponsable y cínica posible.
En serio, así es.
Así son los informes, aunque en la realidad, la gente siga viviendo igual o peor que cuando inició el sexenio.