Jaime Flores Escamilla, víctima del olvido gubernamental
Jaime Gerardo Flores Escamilla es uno de los veinticuatro policías muertos en la última década y a quien fuera jefe de la policía estatal y policía de carrera desde los niveles de más abajo, cumplió ocho años de haber sido ejecutado y, como no podía ser de otra manera en este San Luis Potosí de la Impunidad, sus deudos continúan exigiendo justicia.
El trece de septiembre de 2007 cuando el comandante fue ejecutado, San Luis Potosí había entrado ya en una espiral de violencia que no habría de terminarse desde entonces.
Las ejecuciones desde entonces se convirtieron en cosa común en San Luis Potosí, principalmente en la capital, Soledad de Graciano Sánchez y en el interior como Ciudad Valles, Ríoverde y Matehuala.
El término ejecución se socializó de inmediato hasta alcanzar un grado de terror sin medida.
Ese torbellino de sangre se agudizó con el gobierno de Fernando Toranzo a tal grado que en 2010 y 2011 se alcanzaron cifras aterradoras con aproximadamente 400 ejecutados por año.
Cuando el comandante Flores Escamilla fue ejecutado frente a su familia fuera de un restaurante hubo una conmoción sin igual. Se pensó que si los criminales tenían ya la capacidad para asesinar a plena luz del día a un jefe de la policía, entonces podrían ser capaces de todo. Y en efecto, han sido capaces de todo.
Flores Escamilla había sido policía de a pie y hasta llegó a encabezar a los elementos de vigilancia en palacio de gobierno. Se le podía ver siempre ahí y luego ascendió hasta ser el jefe de todos. No era un mal policía y tampoco era mala persona.
En los dos años después del crimen, en la administración de Marcelo de los Santos no se avanzó en nada en las investigaciones para dar con los autores del asesinato ni movieron un dedo para esclarecer el asunto. Se lo pasaron a las instancias federales que, como se sabe, tampoco hicieron nada por dilucidar las causas del crimen ni para hacer justicia.
Ya en la administración de Fernando Toranzo el caso siguió su misma ruta del olvido y la impunidad. Del tema, mejor ni hablar, de ejecuciones, mejor ni hablar, mejor digamos que somos el quinto estado más seguro del país, mejor digamos eso y a los muertos dejémoslos en paz. Eso es lo que hizo Toranzo en su gobierno.
Este portal de noticias publicó información de la modesta y emotiva ceremonia luctuosa en memoria del comandante por parte de sus familiares el pasado trece de septiembre y de nuevo, exigieron justicia. Las autoridades estatales y en especial las de procuración de justicia dejaron de recordar a Flores Escamilla desde hace mucho tiempo, para ellos ya no existe, ni siquiera en el expediente.
La exigencia de justicia pareciera ser una voz silenciosa, pero es una voz que ahí está presente y que se reproduce en los veintitrés casos más de policías ejecutados o caídos en enfrentamientos con delincuentes.
No se trata de levantar muros para honrar su memoria, nada puede honrar más a las víctimas y a sus familias que hacer justicia y eso, no se ha hecho.
Fernando Toranzo pasó seis años de gobierno y no le cumplió ni a la policía ni a la sociedad.