CAJA NEGRA

De tal palo tal astilla o la desvergüenza de los diputados.

 

De tal palo, tal astilla o hijo de tigre pintito, es como se dice para halagar al padre sobre las hazañas del hijo. Así dice la gente a fin de honrar el buen ejemplo del padre sobre el vástago que, siguiendo sus pasos, lo emula en cuanto a virtudes y logros sin igual. Es un refrán muy sabio.

Pero desafortunadamente, queridos lectores, no siempre es así, y eso de que de tal palo tal astilla, sobre todo tratándose de los políticos, se convierte con más crudeza en una afrenta más a la sociedad, es decir, el hijo salió tan corrupto o voraz como el padre, o quizás tan abusivo o más, o tan inepto o más, o tan oportunista o más.

En muchos casos, se puede decir también, el alumno en esos menesteres, supera con creces al maestro.

Es de tal palo tal astilla por la consabida herencia genética. Se pueden parecer o no, pero en esencia todo es igual. En nombre y apellidos, también claro está, puesto que el padre es tan orgullo de su hijo que le puso su propio nombre. Además de eso, se considera que el carácter, virtudes y costumbres se transmiten de padres a hijos, de ahí que se diga que de tal palo tal astilla.

 

¿Cuánta ternura, lo podría creer el amable lector?

 

Pues bien, es cierto, tanta ternura es posible y para tal efecto están los diputados de la recién estrenada y con escándalo de por medio, sexagésima primera legislatura. Nuestra clase potosina no desmerece ante el descarto y excesos de tan ilustres nuevos legisladores que de plano, quieren todo el pastel para ellos.

Como se ha informado en este portal de noticias y análisis, el diputado Héctor Meraz Rivera colocó a su hijo, Héctor Meraz Rivera en la nómina como Coordinador de Finanzas y ahora, Oscar Vera Fábregat está cerrando el fichaje legislativo para su hijo, Jorge Vera Noyola, para el que le tienen dos cargos a escoger: Coordinador de Servicios Parlamentarios o Coordinador de Asesores.

Los Vera, padre e hijo van ya por acumular quince años de legislatura. Entra uno y sale otro como diputado. Es la curul compartida: una para ti, otra para mí, la que sigue para ti y luego la que viene, pues obvio, para mí.

Pero esta vez papá no quiere que su peque se quede en la banca y como ha estado tantos años ya en el Congreso, bien se puede quedar. Ha de pensar en los múltiples beneficios de contar con un funcionario de tan amplia trayectoria en el Congreso. Entre los dos, en quince años habrán acumulado unos 30 millones de pesos por concreto de dietas, aguinaldos, vacaciones y apoyos de toda índole.

 

Y van por más.

 

Ese caso que involucra al Partido Conciencia Popular y el anterior, que corresponde al Partido Acción Nacional, es ejemplo de la voracidad de políticos que se acostumbran a los placeres y beneficios de vivir en los círculos rojos del poder.

No es solamente el salario, ni siquiera tener un espacio para trabajar, de lo que se trata es de imponerse y tomar como propios los espacios públicos. Eso no cambia, sino que por el contrario se acentúa con el paso de los años.

En esos casos se trata de padres e hijos, pero hay cientos o miles de casos en San Luis Potosí y en todo el país de servidores públicos que plantan a toda la parentela en los presupuestos.

Ahí tiene usted a los colaboradores del gobernador saliente, Fernando Toranzo, agarrándose a bases recién liberadas como quien se agarra a un clavo ardiendo: no les gusta que los critiquen ni que los descubran, pero no sueltan la base.

Que dos diputados en un acto desfachatado de nepotismo contraten a sus hijos y que no pase nada es la norma. Una vez lo dijo una diputada panista de nombre, Raquel Hurtado: si cuando tenemos un cargo no ayudamos a nuestras familias ¿Entonces cuándo?

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