CAJA NEGRA

¿Alguien ha visto por ahí a una señora que se llama Victoria?

 

 

Hace una semana se divulgó que un juez libró orden de aprehensión contra Victoria Labastida y un grupo de colaboradores. Una semana después de que la Policía Ministerial los busca, no los ha encontrado. Ocho días haciendo el ridículo por parte de un gobernador a quien dice no le gustan los corruptos. No le gustan, pero no los puede detener. Genial ¿No?

 

El Gobierno de la presunta Prosperidad, filtró a medios amigos el dato de que se había librado la orden de aprehensión o más bien, las órdenes de búsqueda y detención de Labastida y ex colaborador. Luego, el gobernador Carreras López, “confirmó” que ya se busca a la ex alcaldesa.

 

Obvio, primero dijo no estar debidamente enterado del tema y luego se deslindó de la decisión del Juez Sexto del Ramo Penal y argumentó que lo único que hace su gobierno es hacer cumplir la ley.

 

Desde ese momento, de todos los sectores de los opinadotes profesionales dieron rienda suelta su oficio de lambisconería y felicitaron encarecidamente a Carreras, columnistas oficiosos lo felicitaron y hasta se atrevieron a asesorarlo y la clase política habló de la mano firme y de la templanza del nuevo gobernador en los afanes por hacer justicia.

 

Ajá.

 

Una semana después, la científica y dotada de inteligencia como es la Policía Ministerial del Estado no ha dado con el paradero de Labastida, Soberón, Ilizaliturri y los demás. No los han encontrado aunque aseguran que los han buscado.

 

En un país donde el capo más peligroso se puede escapar de un penal de “alta seguridad” a través de un túnel del cual nadie se dio cuenta de su construcción y por tanto, de su existencia, que una policía provinciana no encuentre a un grupo de presuntos delincuentes no es algo como para asombrar a nadie.

 

Si un padre desesperado que tiene enfermo a su hijo y no tiene para comprar medicinas y decide robarlas, caerá en manos de la astuta policía en un santiamén. Si una madre con marido desempleado y sin dinero en la bolsa no encuentra cómo llevar para comer a sus hijos, pero se le ocurre robarse del súper una bandeja de carne y una lata de frijoles, la siempre oportuna policía la estará esperando a la salida y la detendrá por el serio peligro que representa para la sociedad una mujer que se lleva comida sin pagar.

 

Pero da el caso que a Labastida y su grupo le acusan de mal ejercer recursos públicos por más de 500 millones de pesos y resulta que a ellos no los encuentran. Esto es, sin duda, un misterio que pocos podrán resolver.

 

Cuando existe la bendición del gobernador para atrapar a un ex funcionario público, simple y sencillamente se le atrapa, incluso, sin tener pruebas fundadas de los ilícitos de que se acusa. Es decir, si el gobernador le dice al Procurador y éste al director de la policía, detengan a la ex presidenta, pues se le detiene. Sabían donde estaba y si no sabían donde encontrarla. No hay problema.

 

A menos de que el propio gobernador les haya dicho a los presuntos: miren, no quiero empezar mi gobierno abriendo frentes de conflicto innecesarios, vamos a hacer las cosas con civilidad política. Se van de vacaciones por un tiempo y se le llevan tranquilos; nosotros decimos que los estamos buscando y que no habrá impunidad, pero nunca los vamos a encontrar ¿Sale?

 

Una semana es demasiado tiempo para no localizar a ex funcionarios que se paseaban tranquilamente por la ciudad, hasta que claro, el gobernador, llegó a un acuerdo con ellos: ustedes tranquilos y mientras tanto, yo hago que doy un sólido golpe de credibilidad, un manotazo con puño cerrado a la impunidad y la corrupción.

 

 

 

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