Hoy es el último día para que los candidatos y sus partidos hagan promoción y pidan el voto. Noventa días de campaña para los aspirantes a gobernador y sesenta para diputados y presidentes municipales. A partir de las cero horas de este jueves, cualquier acto propagandístico o informativo será considerado como una violación a la Ley Electoral.
De manera increíble, el equipo de campaña del priísta Juan Manuel Carreras López, no podrá publicar en prensa lo que resulte de un cierre de campaña programado para este día a las 19:00 horas.
Noventa días después, los candidatos a gobernador debieron visitar los 58 municipios de la entidad, algunos incluso en varias ocasiones, se habrán reunidos con miles de personas y habrán reunido foros de todo tipo y tamaño. Que en el ejido, que en el sindicato, que en la colonia, que el taller, que en el auditorio municipal, que en la plaza, que en el salón de suso múltiples. Donde quiera estuvieron, pero no es posible saber eso fue lo mejor.
Noventa días suponen mucho tiempo y se entiende que quienes les diseñaron sus agendas debieron estar seguros de que tendrían contacto con el mayor número de personas posible.
En tres meses, los candidatos a gobernador presentaron sus ideas, propuestas, proyectos, planes, aspiraciones, sueños, retos, anhelos, compromisos y tal. De hecho, es muy probable que buena parte de sociedad esté harta de ellos.
Caminatas, carreras, cabalgatas, marchas, caravanas de motocicletas, bicicletas o autos, de todo hubo y nunca faltó algún candidato al frente.
Se cierra el período de campañas y queda indudablemente un sabor agridulce con mayor sentido de frustración.
Asistimos a campañas planas como una tabla, sin sorpresa, sin creatividad y sin novedad alguna; las campañas tradicionales en las que se justa a decenas o cientos de personas y las ponen u obligan a escuchar al candidato.
La campaña tradicionalista del candidato abrazando a un niño o a un anciano, los clásicos encuentros con las mujeres, con los jóvenes, con los campesinos y tal, para decirles que sin ellos no se puede gobernar.
Campañas alejadas de los ciudadanos en las que se habló de cosas alejadas de la realidad, en las que se habló y habló y habló. Nadie paraba de hablar en las campañas en lo que pareciera un concurso de labia.
Es reconfortante entonces que este miércoles sea el último día de campaña. Ya basta de spots, mítines y de ese fastidioso perifoneo mediante el cual se voceaba a los cuatro vientos sobre las cualidades sin igual de tal o cual candidato.
Se terminan las campañas y los candidatos a trabajar en sus cuartos de guerra en el perfeccionamiento de la logística a aplicar el día de las elecciones. A ver quien lleva más gente a votar, a ver quien suelta más dinero, a ver quien presiona y negocia más de última hora.
Si, se acabaron las campañas, pero en los partidos empieza el delicado trabajo de diseñar la organización que movilice a su voto duro, ese que garantiza ya un techo de 200 o de 300 mil votos. Pensar en cómo se va a llevar a la gente de su ejido, comunidad, rancho o colonia a la urna donde les toca votar. Y que les van a dar de comer o si con unos pesos es suficiente.
No se crea, ese es un trabajo tan delicado como arduo, es tan importante que ahí se define quien gana. De hecho hasta es más importante que la campaña, pues en la campaña se dicen y se hacen cosas públicas y el día de la elección hay muchas cosas que se hacen y que más vale mantener en secreto.
Pero no nos extraviemos, eso ya es otro cantar, las campañas se agotan y los resultados en las urnas nos dirán cuál fue más o menos efectiva; pero en seguida de eso, habrá que mantener puntual atención en los informes de los partidos ante las autoridades electorales para saber cuanto y cómo se gastaron los recursos que para financiamiento de las campañas les entregaron.
Son varios cientos de millones de pesos que se repartieron entre los candidatos y sus partidos en San Luis Potosí. La sociedad tiene derecho a saber cómo se ejercieron esos recursos públicos. Es de esperar que los informes se conozcan oportunamente y no uno o dos años después y que, especialmente, en caso de haber sanciones se hagan cumplir a la brevedad.