Sin mayor sorpresa, el viernes se realizó otro remedo de “debate”, éste, entre candidatos a la presidencia municipal de San Luis Potosí. Luego del triste y pobre espectáculo que dieron los candidatos a gobernador habría sido ingenuo pensar en que el espectáculo sería diferente.
Seamos serios. Seamos realistas. Nueve candidatos a la presidencia municipal, no es sinónimo de pluralidad política sino más bien del oportunismo de partidos que, como nuevas franquicias andan en busca de hacer negocios.
Nueve candidatos, es manada.
Es tan perverso el diseño de nuestra democracia de partidos que se piensa que a más partidos más diversidad de ideas, de proyectos, de visiones de gobierno y tal. No es así, en la partidocracia todos son iguales y eso, quedo rotundamente confirmado en el debate del viernes.
Si los nueve candidatos habrían aportado al menos tres ideas creativas acerca de cómo resolver los problemas de la ciudad, nos habríamos sentido satisfechos. Sería 27 ideas geniales para construir una nueva ciudad, pero si usted se atrevió a ver el debate, seguramente no recordará si hubo al menos una buena idea por cada candidato.
Lo que hubo fue demagogia, retórica barata para endulzar el oído, narrativa melosa para darse un baño de autoelogio.
El presunto debate que ni a discusión llegó, fue solo un ejercicio de publicidad gratuita para un puñado de candidatos que se dedicaron a hablar bien de ellos mismos.
En realidad solo había que poner atención en tres candidatos, el resto, ni juntando todos sus votos podrían aspirar a ganar. Lo que hayan dicho esas minorías ni a anecdótico llega, pues al final dejaron ver el auténtico propósito de su participación: ponerse de tapete de otros candidatos.
Vergonzoso: el candidato del PRD-PT, Ricardo Gallardo no solo se ha dedicado a comprar conciencias mediante dádivas sino que también se compra a candidatos para que hablen bien de él. En el oprobio los del MC y PES de quien no vale la pena ni citar por sus nombres.
Esa no es pluralidad democrática, es negocio político para intentar ganar una elección a billetazos y por la vía del hostigamiento, de la amenaza, del amedrentamiento: ya luego de las elecciones nos la vamos a cobrar, es la consigna en las huestes de Gallardo.
Por eso, no se le puede llamar debate a lo ocurrido el viernes, fue apenas la exhibición de las miserias de la mayor parte de candidatos de oposición que saben que participan solo para aparecer en la boleta en busca de conservar el registro.
Los que podían debatir no lo hicieron.
A Manuel Lozano se le ve ya dibujada la derrota en el rostro, quiso parecer sobrio y lo único que logró fue aparecer como un gran demagogo, sus palabras sonaban huecas, sin contenido, puro rollo.
Xavier Azuara intentó ganar con emotividad la confianza de la gente, intentó convencer con argumentos que alguien le escribió en sus tarjetas. Se mostró con soltura y confianza, es el candidato a vencer, pero no ofreció nada que alguien ya haya propuesto y fue tibio en el tema de la corrupción. No destapó la cloaca detrás de Mario García y Victoria Labastida.
Ricardo Gallardo ni leer bien. Pretendió ser agresivo con una fotografía de Xavier Azuara con Marcelo de los Santos. Eso lo conocen todos, el ex gobernador anda en la campaña y eso no quiere decir nada. Hizo el ridículo. Dijo que el sí sabe cómo hacerlo, que ya lo hizo en Soledad, pero la pregunta es qué hizo.
La elección en la capital se definirá entre el RPI y el PAN, sino es que ya está definida para el blanquiazul. Los demás andan buscando rescatar algo de lo perdido.