CAJA NEGRA

Hoy más que nunca está en tela de duda por no decir que bajo franca sospecha la clase política potosina que busca un cargo de representación popular, pues resulta que menos de .1 por ciento de los candidatos hicieron públicas sus declaraciones de patrimonio, intereses y de impuesto.

Es decir que de unos 800 candidatos a presidentes municipales, gobernador, diputados locales y federales en la entidad, apenas siete publicaron las declaraciones.

Es una vergüenza, dan pena.

Eso sí, en sus discursos hay siempre el sobado tema de la claridad, la transparencia, la rendición de cuentas, la ética, la honestidad. Todo en una labia tan inagotable como hipócrita.

Cuatro candidatos a diputados federales, dos del, PAN, una del PRI y una de MORENA solo tres candidatos a gobernador: PAN, PRI y PRD. Todos los demás, que se cuentan por ciento, simplemente les cerraron la puerta en las narices a los ciudadanos que pudieran estar interesados en indagar sobre ellos.

En serio, es una lástima. En momentos en que la clase política se encuentra hundida hasta el cuello por escándalos de corrupción y hasta de posibles vínculos con delincuentes, es cuando más se encierran a piedra y lodo.

La transparencia, el derecho de acceso a la información pública y la rendición de cuentas son derechos que tienen los ciudadanos, son derechos universales y se supone, que nuestra Constitución protege esos derechos. En la realidad eso no ocurre porque las personas carecen de voluntad para respetar la ley y para respetar a la sociedad.

Es decir, les importa un carajo que la sociedad tenga derecho de saber, les importa un bledo que el ciudadano tenga derecho a preguntar y a que le informen con datos útiles y oportunos.

Es una catástrofe para la democracia, pues si como candidatos se niegan a informar sobre sus bienes, luego cuando ostenten un cargo público con mayor razón mantendrán su negativa.

Es un desastre para la democracia, por ese ocurren cosas propias de países bananeros como la Casa Blanca y Grupo Higa, cuyo ejemplo se reproduce desde el máximo nivel presidencial hasta el de cualquier funcionario estatal del nivel de Juan Manuel Carreras López.

Todos dicen que son transparentes, todos dicen que son adalides del derecho a la información, todos dicen estar comprometidos con la rendición de cuentas, todos dicen que serán azote de la corrupción. El problema es que lo dicen y en el fondo se burlan de sí mismos por su engañifa.

Entre los que viven en el círculo rojo de la clase política potosina si que se conocen sus miserias, por eso, de unas semanas para acá, las campañas electorales se han convertido en un anexo de los sanitarios del mercado Hidalgo. La guerra sucia ha destapado más cañerías pestilentes que cualquier ejercicio de acceso a la información pública.

Tenga cuidado cuando vaya a votar, recuerde que los candidatos que verá en su boleta se negaron a que usted los fiscalice. Recuerde eso y ya luego decide si vota por alguno de ellos.

Si escondieron sus datos antes de entrar al paraíso del presupuesto público ¿qué no será cuando vean y toquen las arcas públicas?

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