El gobernador Carreras peca de ingenuo y lastima la inteligencia de la sociedad. Por supuesto que si se compara a San Luis Potosí con Tamaulipas, Nuevo León, Coahuila, Durango o Veracruz, nuestro estado será el más seguro. Eso no es de ahora, desde hace más de una década así ha sido.
Es decir, el gobernador cree estar descubriendo el agua tibia y eso definitivamente no va con su presunto talento político.
El problema no es compararse con otros estados para evaluar las condiciones de seguridad pública que prevalecen en San Luis Potosí. Es claro que lo importante es lo que sucede en el estado y lo que sucede no es para nada halagüeño.
En octubre y noviembre hubo 54 homicidios y de éstos, 48 fueron ejecutados en el estado. Al finalizar el sexenio anterior había 160 ejecutados y ahora van 208. En Tamaulipas de enero a noviembre suman mil 177 homicidios y de ellos, 500 han sido ejecutados.
Por supuesto que San Luis Potosí no se compara con otras entidades de la zona noreste a la que pertenece San Luis, pero eso no le dice nada a una sociedad que entiende que mientras continúen las ejecuciones habrá temor e intranquilidad.
Sorprende que el gobernador Carreras simplifique de ese modo un tema tan serio como el de la seguridad, ahora resulta que debemos hacer fiesta porque la tasa de homicidios es la menor en diez años, dato en el que se equivoca, pues es menor pero a lo que ocurría en el gobierno de su compañero de partido, el doctor Toranzo.
Para no ir más lejos, el hombre ejecutado en su propio vehículo en la carretera a Guadalajara es muestra de que la delincuencia sigue suelta y que en cualquier momento puede actuar con la violencia que le caracteriza.
Es cierto, en San Luis hay menos ejecuciones que en buena parte de la república, pero las hay y eso es lo que debería ocupar y preocupar al gobernador.
