Habemus gobernador electo.
Ya hay gobernador…electo, pues aunque no se crea, se supone que hay uno constitucional desde hace seis años. Al menos hay un ligero aunque imperceptible avance, ahora al menos son dos gobernadores, pues hasta hace unos meses era un gobernador y un vicegobernador.
Dos gobernadores, uno se prepara para hacerse del poder y el otro diríamos que hace maletas, aunque para ser honestos habría que decir que entre sus familiares y funcionarios ya tienen las maletas bien hechas con ciertos negocios.
Hay gobernador electo del mismo partido al que pertenece el gobernador saliente, lo que en todo caso, supone un proyecto transexenal. Es decir, gobernarán los mismos y no estaría de más advertir que con toda probabilidad lo harán igual de mal. Si eres parte de un equipo mediocre, luego entonces la mediocridad te acompaña.
En efecto, hay gobernador electo, lo que en sentido estricto no anuncia un cambio de aires o una revolución política y administrativa. El cambio más significativo que se espera es que descuelguen los cuadros con fotografías del que se va y coloquen las imágenes del que llega.
Es el mismo partido, acompañado del mismo partido satélite que hace seis años y el equipo de campaña y el círculo cercano al gobernador electo, todos son parte del gobierno saliente. Es más, buena parte de ellos cobra en el gobierno desde hace años, desde el que organiza la logística para llevar acarreados a votar hasta quien hace los discursos.
Bueno, con decir que Juan Antonio Hernández que le hizo los discursos al gobernador electo, también se los hizo antes al gobernador saliente. Si alguien espera cambios, que no se ilusione ni abrigue esperanza, todos son los mismos.
Verbigracia, el equipo de prensa del candidato electo era un seleccionado de jefes de prensa del gobernador saliente, lo que de algún modo explica la narrativa intrascendente y anodina del candidato electo.
Y no es solo que se trate de los mismos, pues con todo y eso tienen derecho, pero ocurre que ya pronto estaremos hartos de ver las mismas caras y escuchar los mismos sobados pretextos.
Solo una anécdota para dar cuenta de que son lodos del mismo estercolero: siendo secretario de Educación, el ahora gobernador electo era impulsado por la esposa del gobernador saliente. De hecho, ella le anticipó que sería candidato. Se reunían con frecuencia y hablaban de la importancia de que nadie sino él, fuera el candidato, de lo contrario las cosas se pondrían feas e incluso peliagudas.
El candidato electo entonces tuvo madrina más que padrino y gracias a eso se hizo lo que se tenía que hacer para lograr una candidatura que en su momento nadie creería que era para él sino para el jefe de la Policía Federal.
De aquí en un par de meses el gobernador electo tomará posesión y entonces el poder público tendrá nombre y apellidos. Todos querrán halagarlo y éste se dejará endulzar el oído lo que de manera natural supone que su ego crecerá con la misma rapidez que la mala yerba tras la lluvia.
Ya sea el 26 o el 27 de septiembre, toda la clase política se reunirá en torno al electo y le redimirá pleitesía. Vendrá el líder nacional del partidazo, vendrán gobernadores, vendrán invitados de aquí, allá y acullá. El ritual será tan caro que solo los imberbes lo tendrán en cuenta, pues de que el gobernador se lo merece, pues sí, se lo merece.
El presidente enviará a un representante personalisisísimo, quien traerá la buena nueva de que el presidente le dio enfáticas instrucciones de decir que los potosinos cuentan con todo, pero realmente todo su respaldo.
Será igual que siempre y el nuevo gobernador dirá que San Luis Potosí empieza una nueva página en su venturosa historia y luego a lo que sigue, a esperar las siguientes elecciones que llegan más pronto de lo que nadie espera.
Todo empieza con la declaratoria de gobernador electo. La entronización del nuevo gobernante alcanza niveles de una desproporcionalidad inexplicable: le dan un presupuesto para el proceso de entrega recepción, le asignan seguridad, le atienden en todos sus gastos y le proveen de lo que requiera.
Por cierto, la ceremonia de toma de posesión del ahora gobernador saliente allá por septiembre de 2009 fue de cinco millones de pesos según el Informe Final de la Cuenta Pública de Gobierno del Estado.
Ya todo lo que se le avecina al gobernador electo es de índole institucional, de ahí que juntará a todos sus cuates y configurará el gabinete legal y de paso también el ampliado, esa es una tarea urgente pues habrá que presentarlo en sociedad antes de la toma de posesión.
A esas alturas ni quien se acuerde que ganó con menos del tres por ciento de los votos y que del total de inscritos en el padrón electoral, sólo el 22 por ciento votó por él.
Eso no importará, ya es el gobernador, lo que le autoriza por supuesto, a olvidar lo que alguna vez ofreció para que le dieran el voto. Así es siempre, no es nada personal, pero así es siempre.