Del verbo encubrir y el arranque de la Entrega Recepción del Gobierno
Del Proceso de Entrega-Recepción de Gobierno del Estado que se espera arranque de un momento a otro (dice el gobernador que el miércoles) muy poco se puede esperar. Hay que ser realistas.
Se trata de un protocolo institucional en el que ambas partes, el gobierno entrante y el saliente, al tener un mismo origen y los mismos intereses, no harán otra cosa sino dedicarse de lleno a la adulación, al encubrimiento y por supuesto, a la impunidad.
No se recuerda una sola crítica del candidato Juan Manuel Carreras López al gobierno del que formó parte. No criticó nada ni a nadie. No ejerció su derecho a la crítica respecto de acciones, programas, obras, proyectos o decisiones del gobernador Toranzo.
De hecho, ni siquiera tendría derecho de hacerlo porque el gobernador y la doctora Ramos hicieron lo necesario para que al final la balanza se inclinara a favor de Carreras en la carrera (valga la cacofonía) por la candidatura del PRI.
Pese a la evidencia del déficit que en todos los sectores deja el gobierno torancista, ni como candidato ni como gobernador electo, Carreras ha puesto en tela de juicio algún acto del ejecutivo ni a sus colaboradores. Sería una aberración que lo hiciera pues él formó parte de la administración.
Hay sin embargo, asuntos que por su trascendencia, la nueva administración debería airear en cuanto se inicie el Proceso de Entrega-Recepción. Esta por ejemplo, el grave deterioro en la salud financiera de la Dirección de Pensiones, el abultamiento del aparato burocrático y la entrega de plazas de fin de sexenio.
También el ejercicio de los recursos públicos provenientes de las aportaciones empresariales respecto del impuesto a la nómina. Esos recursos se distrajeron de manera lastimosa en asuntos ajenos al propósito original de impulsar el desarrollo económico y fortalecer la infraestructura industrial.
También sería prudente saber hasta donde llegó el enorme poderío del ahora diputado federal electo y ex secretario General de Gobierno, Cándido Ochoa Rojas: qué decidía él y porqué lo decidía él y no el gobernador.
Lo anterior solamente por citar algunos ejemplos, pero difícilmente ocurrirá algo extraordinario. Carreras presentará un equipo de transición con la orden de esconder el polvo debajo de la alfombra y Toranzo se lo agradecerá al decirle, pues si, gobernador, en eso quedamos.
Peor aun, de hecho si haría falta esconder nada ya que la Auditoría Superior del Estado se ha encargado de lavar y perfumar la cara del Gobierno con las míseras observaciones por diez millones de pesos sobre un presupuesto de 37 mil millones de pesos.
Seguramente habrá dos equipos con priístas de reconocida militancia o de reconocida simpatía y harán un trabajo tan responsable y del todo cordial y respetuoso que no habrá señalamientos de ninguna especie.
O alguien se imagina que del equipo del gobierno entrante se dedique husmear en los expedientes de la Secretaría de Educación lo relacionado con los cursos de la Universidad, propiedad de Carreras, a custodios de la Penitenciaría del Estado.
O alguien será tan ingenuo para revisar con lupa y rigor como es que el secretario de Educación, el ahora gobernador electo, se vio favorecido con licitaciones del gobierno para su floreciente universidad.
O alguien del equipo de recepción del gobierno se aventurara en buscar la real declaración patrimonial del ex secretario de Educación o alguien indagará el tema de la casa blanca del gobernador.
O mejor aun, alguien buscará en los escritorios de la Secretaría de Educación durante la gestión de Carreras, el rastro de las desaparecidas pensiones de los maestros.
Pues no, verdad, ni que juéramos tan tarados, dirían en el pueblo.