A favor de las víctimas, en contra de la injusticia.
Hace apenas cuatro años, cuando llegó a la plaza de El Carmen la caravana encabezada por Javier Sicilia, cabeza del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad, cientos de potosinos fueron a escuchar el testimonio de familiares y amigos de víctimas de la delincuencia así como de las autoridades civiles y militares.
Se instaló un tapanco a las puertas del Museo de La Máscara, todos querían escuchar al poeta Sicilia que salió a las calles y llamó a la sociedad a protestar luego del secuestro y asesinato de su hijo.
Todos lo querían escuchar, los potosinos y las decenas de periodistas locales, nacionales y extranjeros que seguían la caravana, pero sin saberse cómo ocurrió, primero tomaron el micrófono muchos potosinos que como Sicilia, también han sido víctimas, primero de los delincuentes y luego de las autoridades.
Causó sorpresa como al paso de un par de horas, se presentaba un testimonio tras otro de víctimas potosinas: desaparecidos, secuestrados, levantados, asesinados, en cuyo caso, la autoridad no hacía ni decía nada. De hecho, hasta esos momentos, el gobierno local se negaba a reconocer la existencia de casos de desaparecidos.
Las familias, victimizadas, decían lo contrario.
En San Luis Potosí las víctimas parecieran ser grupos de gente invisible, pero no es así, es gente que no olvida y que sostiene luchas individuales titánicas. Son luchas que por lo general no se ven y que ni siquiera le interesan a la prensa, pero son esfuerzos genuinos que enaltecen y reivindican al ser humano.
Los gobiernos suelen olvidar que su compromiso está con la verdad y la justicia, que en los casos en los que se pierden vidas, por ejemplo, no hay nada que pueda aliviar la tristeza y el dolor sino hacer justicia. Lamentablemente so no ocurre con frecuencia.
Apenas este jueves se ha cumplido el tercer aniversario de la muerte de Karla Pontigo Luccioto y su memoria continúa en espera de que se castigue al o los responsables de su muerte. Su familia y sus amigos, víctimas también por ausencia de justicia, esperan que algún día se haga justicia, pero lo esperan en actividad y levantando la voz, lo cual, sin duda, aumenta la indignación contra las autoridades potosinas.
Todos los días hay víctimas en San Luis Potosí, víctimas de algo y alguien. Por cada personas que muere por homicidio doloso hay víctimas, en cada secuestro y en cada desaparición forzada, también hay víctimas. La potosina es una sociedad victimizada, debido a la proclividad del aparato judicial y de procuración de justicia, de creer que un expediente es suficiente para hacer justicia.
Cada gobierno tiene sus propias historias de ignominia y vergüenza y una de las del gobierno de Toranzo, es la de Karla, pero también está la de Gabriel y hay muchas más que han marcado ese período gubernamental por el grave desaseo observado en las investigaciones ministeriales en casos de alto impacto.
Pero por encima de la responsabilidad legal, moral y política que puedan tener los principales mandos en la Procuraduría General de Justicia y en el poder judicial, lo que vale la pena reflexionar a tres años de la muerte de Karla, es que la familia, que también es víctima, no ha reparado en esfuerzos por abrirse camino a la justicia.
En ese sentido, la solidaridad para quienes se niegan a cerrar una página más de impunidad. No se sabe cuando, pero la Suprema Corte de Justicia habrá de resolver algo, tal vez tarde eso o quizá no, pero entonces habrá posibilidad de conocer una verdad legal que no se aparte de la verdad de lo ocurrido a Karla.
