¿En que demonios estará pensando el gobernador?
Vaya a saberse, pero seguramente se la ha de pasar en un mundo que no es éste, es decir, quizá anda en la luna.
¿Le habrá dedicado el gobernador un espacio de sus pensamientos a un tal Rodolfo Ariel Acevedo Oliva?
Solo el gobernador lo sabe, pero lo cierto es que dos víctimas de ese acosador sexual lo denunciaron ante él por ser el gobernador y tres semanas después no ha pasado nada y cuando en un gobierno no pasa nada, es porque no hay gobierno.
¿El gobernador habrá dedicado un instante de su valiosísima vida a revisar la situación de la violencia contra la mujer en el estado que (dicen) gobierna?
Premisa harto difícil de contestar, pero a la luz del estilo del gobierno en turno, quizá piensa más en la difícil e importantísima decisión de si, en una de sus tan numerosas como inútiles giras de “trabajo”, se viste con camisa blanca institucional, pantalón beige casual y zapatos cafés para que combinen.
¿Por qué Rodolfo Ariel Acevedo sigue siendo director del museo del Ferrocarril?
La respuesta no está en el viento sino en la demoledora conclusión a la que han llegado dos de sus víctimas, porque Carreras “es protector del acosador sexual del museo”.
¿Por qué Rodolfo Ariel Acevedo Oliva no ha renunciado?
Solo él lo debe saber, su actitud tan cobarde como cínica lo explica, pero eso se define mejor en la cartulina de color verde que una chica portaba en la movilización contra la violencia machista del domingo: “Rodolfo, deja de mentir, eres un depredador”.
¿Por qué el gobernador prefiere tomarse la foto con Gallardo en vez de atender los reclamos de las víctimas de Rodolfo Ariel Acevedo Oliva?
Debe ser porque le tiene sin cuidado que un empleado menor de su administración abuse de las mujeres.
¿Por qué las víctimas de Rodolfo Ariel Acevedo acusan al secretario de Cultura, Armando Herrera Silva de misógino y deshumanizado?
Será porque protege a su amigo, el acosador y que por extensión, comparten la ignominiosa afición por agredir a las mujeres. Pero en todo caso, no se trata de una acusación sino de una descripción y a alguien así, simple y sencillamente no se le puede acusar de ser cómo es.
¿Por qué el gobernador va por la vida tan sonriente y despreocupado y no se ocupa de las denuncias públicas y legales por acoso sexual en el museo?
Porque tal vez comulga con la idea de un sujeto que canta gruperas y le dicen Julión y que considera que “si no es para trapear, las mujeres de plano no sirven para nada”.
¿Por qué las instancias de procuración y administración de justicia y las de atención a las víctimas de la violencia a la mujer no hacen nada?
Porque consideran que la violencia contra la mujer es natural y que no tiene caso investigar nada, no en balde, la Comisión Ejecutiva Nacional de Atención a Víctimas estima que al año se cometen 600 mil agresiones sexuales, de las cuales, el 81 por ciento es contra mujeres.
Y porque en México, según los resultados de la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Inseguridad Pública 2014, el 94.1 por cierto de los delitos sexuales no se denuncian. Apenas se integran unos 20 mil expedientes al año.
Por eso al gobernador Juan Manuel Carreras López no le interesa la denuncia de las extrabajadores del museo del Ferrocarril, no es su asunto que a las trabajadoras se les respete en su gobierno.