Por Antonio González Vázquez
Ayer se cumplieron quince días del asesinato del fotógrafo de prensa, Edgar Daniel Esqueda Castro.
Ejecutado en el municipio más inseguro del estado, secuestrado primero en su domicilio en la violenta y peligrosa colonia Julián Carrillo de la capital potosina.
Luego, su cuerpo fue abandonado en Soledad de Graciano Sánchez, municipio convertido muladar de cuerpos de hombres y mujeres ultimados por los criminales que parecen actuar a sus anchas en ambos municipios bajo gobierno gallardista.
Ya pasaron dos semanas y en el reino de la impunidad no han sido detenidos los responsables.
No únicamente hay impunidad para los asesinos sino también para los corruptos, sean diputados o auditores o alcaldes.
La indignación de los propios periodistas no fue más allá del día de los hechos. Fue suficiente una reunión con el gobernador para que del caso ya nadie diga ni publique nada.
Es ofensivo. Es una afrenta al periodismo y a la libertad de expresión.
Bastaron dos semanas para olvidar la ejecución de un periodista gráfico de apenas 23 años de edad.
Pero lo más grave es que el entorno de violencia e inseguridad sigue siendo el mismo, la capital continúa tan violenta e insegura como siempre sin que la autoridad municipal haga su parte.
Si cuidaran a los ciudadanos como el edil cuida su jaguarcillo, todo sería diferente.
Hace quince días el gobernador Carreras y el procurador Garza prometieron que se haría justicia, pero de esa promesa hoy va para 384 horas y no hay hechos que honren sus palabras.
Lo que hay es impunidad.
Igual que con la Ecuación Corrupta, igual que con Sandra Sánchez, igual, igual, igual a tantos casos acumulados en éstos años.