De súbito y casi de modo espontáneo surgió un grupo de defensores o a juzgar por su actitud, de francos aduladores de Rodolfo Ariel Oliva Acevedo, el Acosador Sexual del Museo. Le colgaron tantas virtudes que el funcionario estaría a menos de un paso de convertirse en Santo, o sea, San Ariel, patrono de los acosadores indefensos. El club de Fans de Oliva ofreció una rueda de prensa en la que no repararon en elogios en su favor, aun a riesgo de caer en el exceso y cursi. A ellos, no les importan las víctimas sino la presunta buena fama de un burócrata señalado por tres mujeres distintas de ser víctimas del libidinoso funcionario.
Pero tan sorprendente como eso fue la presencia de José Mario de la Garza Marroquín, abogado defensor de Oliva Acevedo. El licenciado especialista en litigar sus asuntos a través de los medios reveló que su cliente sigue siendo director del Museo del Ferrocarril lo que supone que el secretario de Cultura, Armando Herrera Silva mintió cuando dio a conocer que Oliva había sido cesado.
La estrategia de de Oliva ante las acusaciones de tres mujeres, sus víctimas, es bastante simple: pone a hablar linduras a un grupo de presuntos notables de la cultura y se pone en manos del abogado que acostumbra a presionar a las autoridades vías notas informativas en los periódicos, especialmente en los que colabora.
Genial ¿No?
En lugar de ponerse en manos de la justicia y someterse voluntariamente a una investigación, el director del Museo del Ferrocarril arma un teatro para asumirse víctima de tres mujeres que quizá soñaron que las había acosado.
Más lamentable no pudo ser el espectáculo de ayer en la Posada del Virrey: la clase burocrática del sector “cultural” del gobierno defendiendo a uno de los suyos con argumentos tan subjetivos como “es que él es muy bueno”.
Y como es más bueno que el pan, no se dude que expresiones tan genuinas, francas, honestas y sobre todo, desinteresadas a favor de Oliva, como la de ayer, en adelante se presenten en cascada y que a éstas se sumen miles y miles.
No se dude, pronto habrá extensas marchas cual peregrinaciones, todos vestidos de blanco y con cirios encendidos en las manos para dar fe de que Rodolfo Ariel es de una “calidad humana” incomparable.
Quizá no falten tampoco las cadenas de oraciones a favor de Rodolfo Ariel, pobrecito, tan vituperado y puro, su familia, la verdad, pobrecito, no se vale. Todos a orar al unísono para que se acabe la pesadilla que tanto lastima a un hombre tan gentil, culto y especialmente, hombre a carta cabal.
Seguro que no faltará quien hasta se ponga en huelga de hambre y dedique su ayuno a Rodolfo Ariel con la esperanza de que Dios ilumine a las mujeres acusadoras y les mueva a decir la verdad, claro, la única verdad, que Rodolfo Ariel es tan inocente como un niño tres meses durmiendo en el regazo de su madre.
Ya de una vez, que se organice también una jornada de 24 de oraciones y que de paso orden también por Eduardo Córdoba Bautista, total, nadie es culpable y “es inocente hasta en tanto no reciba una sentencia”.
¿O no?
No entienden que no entienden: hay víctimas dañadas y hay un empeño perverso por seguirlas victimizando. Ese es nuestro San Luis donde el gobierno dice defender los derechos de las mujeres cuando en realidad es lo que menos hacen.