Lo que faltaba: un alcalde ignorante que supone que lo que no ocurre en su administración, simple y llanamente no ocurrió y en el mejor de los casos, es algo que ni le va ni le viene. Es Juan Gabriel Solís Ávalos, presidente municipal de Villa de Reyes quien es toda una joya del cinismo.
Como bien se puede recordar, hace apenas unos días se cumplieron siete meses de la muerte de Diego en el Camping Universitario 2015 organizado por la UASLP. El niño murió en un parque acuático de Villa de Reyes, denominado “Woow”, mismo que opera con permisos y licencias otorgadas por el ayuntamiento de Villa de Reyes.
En San Luis Potosí donde la justicia camina con la parsimonia de un artrítico de 90 años de edad, ha sido imposible que tras siete meses la Procuraduría General de Justicia determine responsabilidades por el funesto hecho.
Eso quiere decir que potencialmente, personal de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí y del ayuntamiento de Villa de Reyes pueden cargar con responsabilidades legales en la muerte de Diego.
Incluso, es probable que se determine la inocencia plena del personal de la UASLP y se tome al ayuntamiento como chivo expiatorio para, en caso de haberlas, se le asignen responsabilidades más allá de lo encontrado por la Comisión Estatal de Derechos Humanos. Es simple: si la CEDH ya protegió a la UASLP, ahora solo falta que lo haga la PGJE.
Pero al margen de eso, llama la atención la socarrona actitud del alcalde de Villa de Reyes quien dice que la muerte de Diego es solamente “algo que ya pasó”. Es decir, una minucia, un hecho insignificante para que un alcalde de su talla lo tome en cuenta o lo tenga en la memoria.
Además, dijo en absoluta ignominia que “además es algo que pasó en la anterior administración” y que si hay alguna responsabilidad pues “debe ser de la anterior administración”.
Por alcaldes como este, señor Solís Ávalos, es que la sociedad ha perdido confianza y credibilidad en los presidentes municipales. No es solamente su desconocimiento sobre el tema y sus alcances, sino también de reducir a nada lo que ha ocurrido, así sea algo fatal, por la sencilla razón de que eso no pasó en su tiempo.
Pobre Diego, su familia buscando justicia y en los cargos públicos puro cimarrón.